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Desahucio a una librería de Sevilla: Caótica no se rinde

Los tres socios fundadores de la librería Caótica, en Sevilla.

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¿Has imaginado alguna vez cómo sería tu ciudad sin librerías? Esa distopía está más cerca de lo que creemos si no actuamos como sociedad para defender al libro, como acto íntimo, como ejercicio crítico contra los que desean tiranizarnos y a las librerías como templos de libertad. Es urgente proteger las librerías frente a las grandes multinacionales del mundo editorial y del comercio digital. 

Detrás de una librería independiente como Caótica hay libreros y libreras dejando horas infinitas de trabajo para cuidar el espacio, elegir el fondo de estanterías y atender a los lectores y lectoras con la cercanía de quien abre las puertas de su casa. En Caótica nunca hemos llamado clientes a nuestros lectores, lo que compartimos con ellos no es una transacción económica sino la vida misma. Cuando un lector lee una de nuestras recomendaciones y el libro pasa a ser parte de su vida, lo que se crea es un lazo inquebrantable que va mucho más allá de abrir la caja registradora, un lazo que jamás sustituirá el comercio digital.

El intercambio cultural que tiene lugar en nuestros espacios y el vínculo humano que se crea entre los libreros y los lectores es el valor añadido que aportan las librerías independientes a nuestras ciudades. Una librería de barrio es un oasis ajeno a la voracidad del tiempo.

Este texto es una carta abierta a toda la comunidad de lectores y lectoras de Caótica, espacio cultural que abrimos tres socios trabajadores reinventándonos para sobrevivir al cierre de La Extra Vagante Libros, una librería más que fue víctima de la gentrificación porque fue imposible sostener la presión inmobiliaria desencadenada por la apuesta total al turismo masivo en nuestra ciudad, en una zona que había sido, desde hacía décadas, un referente cultural.

Nacimos como proyecto cultural cooperativo, sin ánimo de lucro, con una clara vocación de fomento a la lectura, para calar en todas las edades, y una idea fija: el activismo cultural. No dudamos en crear un proyecto de cultura del libro más generoso, amplio y enriquecedor para nuestra ciudad. Y, para ello, era necesario un local de mayores dimensiones, para ofrecer mayor fondo, mayor número de secciones, más espacio para deambular entre libros, para inculcar que leer importa y más aforo para actividades culturales, las grandes protagonistas. Un espacio que no fuera solamente un almacén de libros, sino un lugar donde tejer vínculos afectivos.

Desde que abrimos, en 2017, hemos multiplicado el número de socios trabajadores, llegando a comer hasta 13 familias de nuestro proyecto cultural. Nuestra comunidad de socios lectores ha alcanzado la cifra de 250 personas. Sin embargo, hace dos años, un virus extraño nos cambió todas las preguntas. Sin la pandemia, se hubieran cumplido todas nuestras previsiones sobre nuestro proyecto. Este año, el estallido de la guerra en Ucrania, el alza de la inflación y del precio de las materias primas, e incluso las recientes olas de calor que nos están asfixiando, han variado todas las respuestas. 

Las grandes plataformas y grupos editoriales aprovecharon la pandemia para achicar la cuota de mercado de las librerías y ensanchar el mercado electrónico, aumentando con ello los beneficios de los grandes y reduciendo más aún la tasa de ganancia de los pequeños. Así, con esos márgenes, es imposible competir y sostener los gastos de un espacio físico y el personal necesario para que las librerías físicas sigan siendo espacios de libertad, en lugar de supermercados impersonales de libros. 

España necesita con urgencia una actualización de la vigente Ley del Libro que permite a las editoriales, por ejemplo, la venta por catálogo, interpretándose esto como la libertad para vender en Internet directamente a consumidor y sin gastos de envío. Con esto, no sólo están saltándose la cadena del libro con total impunidad, sino que también están asfixiando el último tramo del circuito del libro, que somos las librerías independientes. Se necesita una ley de protección de librerías independientes frente a estas prácticas de las grandes editoriales, que son el anticipo de la desaparición del tejido empresarial de las librerías y de un tejido cultural que mantiene con vida nuestras ciudades.

El 20 de abril de 2017, a las seis de la tarde, soltábamos las brochas, dábamos los últimos retoques, colocábamos los últimos libros; apenas nos dio tiempo a cambiarnos de ropa para la inauguración, una hora más tarde. Fue emocionante ver la calle José Gestoso colapsada por la gente que acudía a nuestro encuentro. La prensa se hizo eco de lo inverosímil de que la apertura de una librería consiguiera colapsar el cruce de tres calles céntricas, cosa que, en Sevilla, sólo ocurre por motivos folclóricos-religiosos. Fue tan desmedida la asistencia que tuvimos que salir a los balcones con un micrófono para poder dirigirnos a todos los asistentes. Empezábamos a lo grande. Caótica prometía.

Entre nuestros socios, uno especialmente ha contribuido a que Caótica sea fácilmente localizable en Sevilla, concretamente en Las Setas. Rafa Castaño, con su presencia en el programa ‘Pasapalabra’, ha sido altavoz del proyecto del que es un socio orgulloso. Esta geolocalización cultural tan particular que ha calado en los ciudadanos ha servido para revitalizar la calle José Gestoso, suponiendo una revalorización de nuestro propio local comercial y de otros que están en la misma zona. Es triste que el propio efecto de generar atracción allí dónde nos ubicamos sea lo que pueda condenarnos ahora mismo a desaparecer. 

En contra nuestra juega también un papel muy importante la inacción en cuanto a la regulación del precio de los alquileres. Se dice a menudo que las pequeñas y medianas empresas pagamos muchos impuestos sin decir que el principal de ellos se llama alquiler. Era de esperar que fuéramos a tener problemas para afrontarlo en los últimos meses. Como así ha sido. 

Desafortunadamente, además de retrasos en el pago, hemos sido incapaces de pagar los últimos tres meses. Por lo que hemos recibido, de parte de la propiedad, una demanda de desahucio. A pesar de haber estado obligados a mantener la vigencia de un aval bancario por toda la duración del contrato del alquiler que cubra esta situación, la propiedad ha optado por la medida drástica del desahucio, entendiendo que no confía en nuestra permanencia ni nuestra solvencia, pero sobre todo privándonos de nuestro derecho a disfrutar del resto de vigencia de nuestro contrato por cinco años más, en los que amortizaríamos la fuerte inversión inicial realizada en el local y en los que cumpliríamos con nuestro plan de negocio para cumplir el ciclo del proyecto que iniciamos en 2017, el proyecto por el que tanto hemos trabajado los libreros y libreras de Caótica. Nos privan de ese derecho. Nos desahucian. 

Es más rentable desahuciarnos. Porque poner este local ahora en el mercado significaría poder alquilarlo por el doble del precio pactado con nosotros hace cinco años, previo a su adecuación, ahora que tiene sobre sus paredes, suelo y estructura, más de sesenta mil euros de inversión nuestra, ahora que la calle se ha revalorizado por nuestra presencia y la presencia de los nuevos comercios y restaurantes que, con su esfuerzo y buen hacer, han dotado de nueva vida a la calle José Gestoso. 

El propietario tiene derecho, por supuesto, a cobrar su alquiler, en tiempo y forma, y nosotros tenemos derecho a mantener vigente nuestro contrato, si podemos demostrar que somos sostenibles y que tenemos aún mucho proyecto cultural por delante para la ciudad. 

Frente a esta realidad, los ayuntamientos deberían tomarse en serio la urgencia de adquirir locales comerciales en las ciudades y con ellos crear una bolsa de comercios de protección social que se destinen a uso cultural o comercial en régimen de alquiler para que las ciudades no se vacíen. El Ayuntamiento de Barcelona ha comprado ya 50 locales comerciales, entre 60 y 1.000 m2, por valor de 16 millones de euros. Es una magnífica forma de ayudar a que las librerías podamos sobrevivir y evitar la existencia de ciudades distópicas sin librerías.

La inestabilidad económica de este año, y la que parece que está por venir, nos ha hecho replantearnos el proyecto. Como estamos curtidos en reinvenciones, hemos trabajado en la reformulación del proyecto cultural de una Caótica más sostenible. A partir de septiembre, Caótica muta para convertirse en un hub creativo-cultural, gracias a que compartirá espacio con dos grandes proyectos: Vicentina Café y Prodigioso Volcán. Vuelve el café que tanto nos han demandado. Vuelven los clubes de lectura, ampliando su número en temática e idiomas, haremos hincapié en seducir al público juvenil porque leer importa, volverán los talleres de ilustración que tuvimos que interrumpir con la pandemia y ampliaremos dos de las secciones vitales para nosotros: cómic y narrativa. Tenemos un largo camino que recorrer pero sólo podremos hacerlo si conseguimos estabilizar la situación económica actual de la librería.

Lo más urgente es frenar el curso de la demanda de desahucio. Y es por eso que Caótica necesita tanto el apoyo de su comunidad como el de de todas aquellas personas que quieran hacer suyo este proyecto cultural. Para ello vamos a lanzar una campaña de reimpulso para la que necesitamos vuestra colaboración. Si quieres impulsar el proyecto con tu aportación económica o tu difusión, podrás hacerlo a través de nuestra Web y redes sociales. 

Os necesitamos para aportar oxígeno a este proyecto cooperativo cuyo icono más simbólico es la Niña Buzo, una niña que sonríe atrevida, que simboliza la curiosidad por el saber, la posibilidad de bucear por el mar de libros que contiene el edificio sobre cuya fachada está colgada en una lona de 9 metros, habiéndose convertido en un icono cultural de la ciudad. Allí donde está la Niña Buzo, está Caótica. Que no tengamos que explicar a las niñas y niños, en su camino de vuelta al cole, la ausencia de esta imagen que les reta con su mirada y les invita al juego del saber. Mientras siga en pie la Niña Buzo, Caótica seguirá resistiendo. La Niña Buzo no se rinde. Las libreras y libreros de Caótica, tampoco. Te necesitamos. Nos necesitamos. 

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