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Aquello era una fiesta

Sevilla —

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Siempre me han parecido los zocos lugares fascinantes aunque hasta ellos haya llegado también la modernidad. En muchos de ellos hay un lugar para libros y papelotes viejos. Me gusta perderme entre ellos y así, perdido, encontré unos papeles que parecían antiguos pero que no me creí que lo fueran tanto; sin embargo, estaban escritos en una escritura que no conocía, no era árabe, y me movió la curiosidad, era poco dinero.

Los volvía para abajo y para arriba y del revés cuando mi conductor me dijo: es caldeo. Poulos es un cristiano caldeo, sirio- he conocido a bastante de ellos; lucía colgando del espejo del coche un crucifijo que tintineaba como advirtiendo. Desde la impaciencia y la desconfianza- creí que formaba también parte del negocio para engatusar a turistas gringos, creídos Indiana Jones- paramos en un cafetín.

Me dijo que lo podía leer, que era siríaco, una lengua que aún hablan minorías cristianas y musulmanas del Levante. Empezó de corrido. Se trataba de una especie de carta dirigida de un José a un amigo o pariente cuyo nombre estaba raspado. En resumen decía así: “En Nazaret me fui dando cuenta de que María estaba embarazada y corrían rumores de que había que censarse. Aproveché que tenía parientes y mi familia casa en Belén, que como sabes me corresponde porque de allí es mi tribu, y para allí nos fuimos no fuera que tras el parto me fuera más complicado desplazarme. Además, la familia y sus historias, estaban empeñados en que el primogénito naciera en Belén. Ya sabes que soy precavido y observo la ley de Moisés con todo rigor.

Pero qué desastre, no había sitio donde quedarnos. Como Jerusalén está llena de gente, entre hombres de negocios, funcionarios, militares, afectos al poder, sacerdotes, muchos se van allí a vivir, está a ocho kilómetros. Mis parientes tenían una casa a las afueras pero la habían alquilado aprovechando el momento, de manera que nos tuvimos que acomodar en el cobertizo, en donde había incluso animales.

Hacía mucho frío y en esas lamentables condiciones nació mi hijo. Le hemos puesto Jesús; sí, sé que te extraña, lo he tenido que negociar con María, es el nombre que ella quería. Soy débil, ya sabes, me hubiera gustado José como dicen nuestras costumbres; María dice tener visiones y apariciones.

Lo cierto es que me ha pillado el parto en Belén, todo muy precario y complicado. Más teniendo en cuenta que entre los siete días de purificación y los otros treinta que marca la ley de Moisés, me tendré que aviar como pueda casi dos meses aquí. Y con lo revuelto que está el ambiente. No solo es que no haya vivienda es que corre la voz de que ha venido un niño a tomar el poder y entre los militares, el rey y las peleas entre los fanáticos religiosos, no me veo muy seguro.

Pero, dentro de todas las dificultades, estamos bien. Cerca de la casa, vivaquean unos pastores, en guardia contra los ladrones, y celebraron el parto como una fiesta por todo lo alto. Estoy sorprendido, viene mucha gente de los barrios vecinos, están contentos y felices, la solidaridad corre a nuestro alrededor. Todo está muy oscuro pero esa noche parecía que había salido el sol.

La verdad es que no sé qué hacer, estoy nervioso e indeciso. Como buen judío debería ir a Jerusalén o buscar por aquí un sacerdote pero no me fio, son todos confidentes del rey. Tengo también familia que emigró a Egipto, el camino es largo y, además, la gente está muy violenta con los viajeros, no quieren forasteros y no sé ni cuánto tiempo me tendría que quedar allí ni si me dejarían volver pasado ese tiempo. Por favor, hazte cargo de mis cosas. De todas formas, estamos felices. No sé en realidad que nos está pasando pero de cualquier modo, la sensación es que todo esto es una fiesta, una gran fiesta…“

Ahí se interrumpe el texto. Me quedo con las ganas de saber si se fue a Egipto o a Jerusalén y si se salvó el niño, si encontró vivienda, cómo lo trataron en la emigración y a la vuelta. Supongo que el texto es falso, aunque se parece mucho a Lucas. No he podido dejar de pensar todo este tiempo en los ultracatólicos pero me he reconfortado en el recuerdo del padre Emilio que a tantas familias ha socorrido en sus dificultades en el Belén de su barrio de las Letanías.