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Mascarillas en Andalucía: Moreno sigue en el foco nacional
El caso de las mascarillas de Almería, con altos cargos del PP andaluz implicados, salta en la etapa más crítica para el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, en la recta final del segundo mandato y a punto de engrasar la maquinaria electoral. Un escándalo tan seguido de la crisis de los cribados de cáncer de mama mantiene en el foco nacional al dirigente andaluz, y no precisamente como referente de su 'manual de convivencia’ y estabilidad política como señala su eslogan de precampaña para las elecciones de 2026. Una vez que el gran telescopio de la prensa y televisión nacional le ha situado en el punto de mira, es fácil que otras fisuras de su gestión hasta ahora solapadas por el ruido de Madrid cojan relieve.
La oposición está en ello, incluida la de Vox, que posiblemente, al menos en el caso de Almería, resulte la más beneficiada electoralmente. El caso de las mascarillas de Almería es viejo. Ya en 2021 la justicia detuvo a un vicepresidente de la Diputación del PP por supuestas mordidas en la compra de mascarillas. El PSOE lamentaba que este asunto de sinvergüenzas ganando dinero con mascarillas cuando muchos morían en plena pandemia, no tuviera la misma trascendencia que los de Koldo y Ábalos. Ahora la tendrá, tanto para Alberto Núñez Feijóo como para el presidente andaluz les resultará más incongruente basar solo su estrategia de derribo a Pedro Sánchez por los casos Cerdán y Ábalos. Uno de los investigados es el presidente de la Diputación y del PP en Almería, Javier Aureliano García, miembro además de la dirección regional del partido a propuesta de Moreno hace poco.
El alcance del escándalo almeriense aún se desconoce y también es prematuro apuntar qué recorrido tendrá en las estrategias de las oposiciones andaluzas frente a Moreno y su campaña de lo mío es una balsa de aceite comparada con Madrid o Valencia. Las preguntas y sospechas que su partido ha dirigido a Sánchez sobre Koldo y Ábalos ahora se dirigirán a su persona. ¿Será llamado a la comisión de investigación de las mascarillas? En la del Senado, seguro que no.
Las palabras de Sánchez y Montero avisan de una campaña en las que PSOE y Sumar (Por Andalucía), coaligados en el Gobierno, querrán hacer valer que si hay fisuras en la gestión de los servicios sociales, sanitarios y educativos por parte de la Junta será pese a que se les ha transferido mucho más que Mariano Rajoy
El otoño no está siendo cálido para Moreno pese a las altas temperaturas. ¿En qué momento pasó de ser el presidente Juanma Moreno al Moreno Bonilla de su juventud en Nuevas Generaciones y diputado nacional? “Bonilla dimisión”, sueltan en las protestas sobre los fallos en la sanidad pública en los cribados. “Un tal Moreno Bonilla”, lo llegó a tildar Pedro Sánchez desde la tribuna del Congreso en una intervención en la que criticó con severidad como nunca antes la gestión del presidente andaluz. Un discurso en el que recordó que su gobierno había transferido al de Moreno 53.000 millones adicionales desde 2018, lluvia de millones que “no está yendo a mejorar los servicios públicos ni a contratar sanitarios, está yendo a rebajar 200 millones de euros los impuestos a las élites andaluzas y regar con contratos a la sanidad privada”.
A Juanma Moreno le molestó tanto las palabras de Sánchez que le lanzó un órdago: le invita a que debata en el Parlamento con él, una fantasía, sobre todo porque en el formato de la cámara autonómica, en la que el presidente andaluz siempre tiene la última palabra, no figura tal encaje. Apunta Moreno que la intervención de Sánchez va de flotador a la candidatura de María Jesús Montero, que “no levanta cabeza” en las encuestas. No le falta razón en la estrategia, pero también su equipo, y él mismo, se arma con cifras para subrayar diferencias con 2018, el último socialista. Sirva de ejemplo el de las propias cuentas para 2026 de 51.597,9 millones de euros, un 48,8% más que las de 2018, último de la etapa socialista, subraya el presidente andaluz.
A este dardeo de cifras y millones ha contribuido también la candidata socialista. Como ministra de Hacienda ha anunciado esta semana que, para ese presupuesto milmillonario de Andalucía, esta recibirá 30.725 millones de euros en 2026 en recursos del sistema de financiación, “garantía que ofrece el Estado a los gobiernos autonómicos desde la llegada de Pedro Sánchez a la Presidencia del Ejecutivo”, subrayó. Las palabras de Sánchez y Montero avisan de una campaña en las que PSOE y Sumar (Por Andalucía), coaligados en el Gobierno, querrán hacer valer que si hay fisuras en la gestión de los servicios sociales, sanitarios y educativos por parte de la Junta será pese a que se les ha transferido mucho más que Mariano Rajoy.
Diferentes colectivos apoyarán la tesis del PSOE y Sumar. Ahí van varios ejemplos de los últimos días: la Federación de Organización Andaluza de Mayores (FOAM) denuncia que la “dependencia nunca ha sido una prioridad” para el presidente andaluz. Califica de colapso el servicio en Andalucía, con 44.284 personas en lista de espera, 534 días de demora media y 50.827 fallecidos desde 2018 sin recibir atención. FOAM culpa tanto a la Junta como al Gobierno, pero reconoce que parte del incremento dibujado por Moreno en sus presupuestos (144,5 millones) se debe a las partidas del ejecutivo de Pedro Sánchez.
Para los estudiantes malagueños, provincia en la que la Junta ha dado el visto bueno a tres universidades privadas desde que gobierna Juan Manuel Moreno, cunde la sensación de que se copia a Ayuso en asfixiar a las públicas para potenciar las privadas. El presidente andaluz deberá parar esta sensación si no quiere otro costurón a su imagen como el de las mamografías
CC.OO. alerta de que Andalucía lidera los asesinatos machistas mientras deja sin ejecutar el 56% del presupuesto contra violencia de género, con motivo su día internacional el 25 de noviembre. Las políticas de la Junta se sostienen con las partidas del Gobierno central para el Pacto de Estado, “y aun así el Gobierno andaluz es incapaz de ejecutarlos”, denuncia Nuria López.
Otra amenaza a la estabilidad es la huelga en la Universidad de Málaga convocada por el Consejo de Estudiantes. Tras un año de rebelión de los rectores de las nueve universidades por falta de financiación y el acuerdo de abril pasado, siguen los incumplimientos y el descontento. La huelga en Málaga, como réplica de las de las universidades de Madrid, puede contagiarse, porque el descontento es común en todos los campus andaluces. Para los estudiantes malagueños, provincia en la que la Junta ha dado el visto bueno a tres universidades privadas desde que gobierna Juan Manuel Moreno, cunde la sensación de que se copia a Ayuso en asfixiar a las públicas para potenciar las privadas. El presidente andaluz deberá parar esta sensación si no quiere otro costurón a su imagen como el de las mamografías.
Aunque este no es el único aspecto de la sanidad pública que hace aguas. Cada día aparecen relatos de una dejadez sin precedentes y propia de un país tercermundista, como la denuncia advertida por elDiario.es el pasado 30 de octubre del intercambio de pacientes de ambulancia en gasolineras durante el trayecto de la comarca de Baza a hospitales de Granada. Una vez bajo el foco, cualquier sombra, por anecdótica que parezca, se agiganta. Esta de las ambulancias y la gasolinera desde luego no es una anécdota.
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