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Por muchas razones

Andalucía cierra la jornada reivindicativa del Día de la Mujer con manifestaciones masivas en las grandes ciudades

Luis Muñoz

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Por muchas razones, estoy de acuerdo con la huelga feminista celebrada el día 8, a pesar de mis dudas de última hora tras el apoyo expresado por el cardenal Osoro y por el entusiasmo anticapitalista de los chicos y chicas de Pudimos. Me preocupa mucho a mi provecta edad empezar a coincidir con obispos y comunistas, aunque superado el inicial desconcierto, me reafirmo en mi posición, ya que esta pelea no tiene que ver con ideologías ni religiones, sólo hay que fijarse en las fotos de la directiva de las empresas del Ibex-35 (una mujer entre 20) o del politburó del Partido Comunista Chino (15 de 200), porcentajes escasos, aunque superiores a los de la Conferencia Episcopal Española o la directiva del Real Madrid.

Entre las razones que me mueven a apoyar esta lucha, además de los sacratísimos valores de la Igualdad y la Justicia, hay alguna más atávica y de andar por casa, como mis recuerdos infantiles de niño enclenque, inmovilizado en el patio de la escuela por los abusones para entregar mi balón o mi bocadillo a cambio de salvaguardar mi integridad física. Una situación que se repitió en la mili a manos de veteranos y chusqueros por un quítame allá ese rancho o esas guardias. Y otra vez en mi puesto de trabajo viendo cómo los enchufados cobraban más que yo por hacer la mitad de trabajo. Y mal hecho.

Todos estos momentos humillantes de mi vida, resarcidos todos ellos al ver que el paso de los años ponía gordos y calvos a los abusones, son una minucia comparados con la vida entera de muchísimas mujeres, que han estado sometidas a padres, hermanos, novios, maridos, compañeros y jefes de toda laya y condición y muchas veces a mamporros. Y lo que es peor, cobrando un quince por ciento menos en cualquier situación, con la perspectiva de llegar a casa y seguir apaleando mierda. Para que entiendan lo cabreadísimas que pueden estar, imaginen que los andaluces cobrásemos un sueldo medio de 1.475 euros mensuales y que los catalanes ingresaran casi 2.000. Y los vascos, 2.200. Sería para mosquearse. Pues ya estamos tardando.

Mentes binarias

A pesar del cabreo, tienen las mujeres que tener paciencia con los hombres, pues aparte de una educación marcada a fuego en los atributos, somos mentes sencillas y binarias que sólo se estimulan con dos conceptos. O es sexo o es fútbol. Con estas limitaciones y el natural morro que tienen algunos para evitar los marrones domésticos, hacen bien en llamar la atención hasta con una huelga, que no es que sea lo ideal, pero en caso de guerra cualquier agujero es trinchera.

Además de hacer ruido, también es necesario que se pongan a la tarea y colonicen partidos y sindicatos y otros resortes del poder, para llegar a donde se hacen las leyes y las guarderías, los colegios y los campamentos de verano; donde se consigue dinero para la Ley de Dependencia para así poder aflojar un poco en el cuidado de los paraliticados y los viejos; donde se consiguen más medios para que jueces y policías persigan a los maltratadores, que si humillante es la brecha salarial más dolorosa es la brecha propiamente dicha. Para todo ello, nada mejor que procurar quitar al PP del medio, que hoy por hoy es el principal obstáculo para avanzar, sobre todo después de oír a dos lideresas que tal día como ayer iban a trabajar el doble. ¡Dios nos asista!

Además de todo lo expuesto hay otra razón egoísta para apoyar el movimiento feminista. Los jóvenes no lo saben, pero hubo un tiempo no muy lejano en el que las mujeres estaban prohibidas en España, salvo que fueran madres, monjas o nietas del dictador: llegó la democracia y millones de criaturas se pusieron a trabajar, con el consiguiente beneficio para las familias, que consumieron más y crearon más empleo y riqueza. Con un nuevo impulso igualitario y sueldos dignos es posible que otras tantas mujeres se pongan a producir. Y si además conseguimos que ocupen puestos adecuados a sus capacidades (estadísticamente la mitad de las mujeres son más listas que la mitad de los hombres), a lo mejor este país da el salto definitivo y se hace escandinavo, pero sin el frío y sin cenar a la seis de la tarde.

No va ser fácil porque, reconozcámoslo, esto de que los hombres renuncien a sus privilegios no es cosa de dos días, ni de dos siglos, si me apuran. Pero como se hace camino al andar, y a mal tiempo buena cara, demos el primer paso y presentémonos voluntarios. En mi caso me pido cocina, que de algo me tenía que servir el empeño del aquel brigada en que aprendiera a pelar patatas para mejor servir a España. Y fueron más de 40 sacos de amor a la patria.

Como me temo que manifestaciones y huelgas no van a bastar para cambiar rápidamente el rumbo de las cosas, a lo mejor las españolas deben copiar a las griegas de ‘Lisístrata’, la comedia de Arisrófanes, en la que las mujeres hacen una huelga de sexo hasta que sus hombres dejen de comportarse como brutos. A muchos no les importaría, siempre les quedaría el fútbol.

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