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El PISA y las conclusiones oficiales del régimen
Según los resultados de las pruebas transversales de competencias, los alumnos españoles empeoran sus resultados en la prueba de resolución de problemas de la vida cotidiana del Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos (PISA) de 2012 con una puntuación de 477 puntos, 23 por debajo de la media de la OCDE (500 puntos) y cinco puntos menos que en la realizada en el año 2003. Así, España se sitúa en el puesto 23 de los 28 países de la OCDE que participan en esta prueba.
Primero hay que aclarar que estas no son las pruebas de conocimientos como matemáticas o lengua, si no que lo que tratan es de resolver problemas como encontrar la ruta adecuada en un mapa, programar algún aparato electrónico o comprar un billete por Internet.
En segundo lugar, también convendría señalar que el método de puntuación de PISA puede llevar a un cierto engaño, ya que los resultados prueban una cierta uniformidad: si lo trasladamos a tantos por ciento, estamos a un 4,6% de la media de la OCDE. No es un dato bueno, pero dicho así no suena tan alarmante.
Algunos de los análisis oficiales del régimen, en concreto, el de la secretaria de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades, Montserrat Gomendio, parecen acertados ya que afirma que parte de los resultados se deben a la “rigidez” del sistema educativo actual, “que entiende la equidad como el trato uniforme a todos los alumnos” y no a un desarrollo “individual” de cada uno de los que forman el sistema. “Hasta ahora la equidad se ha entendido como la uniformidad de resultados mediocres”.
Parece evidente que si le damos una educación más personalizada a nuestros menores, atendiendo a la diversidad de cada uno de ellos, conseguiremos mejores resultados. Lo que también parece evidente es que los pasos que estamos dando en educación no van en ese camino ya que, como hemos de gastarnos el dinero público en el rescate de los bancos, en las autopistas privadas y en funerales católicos de estado para que personajes tan dañinos como Rouco Varela puedan expresar su odio (tan propio de muchos de los de su secta), tendremos que recortar en educación (al igual que en sanidad), cada vez tenemos menos profesores y el número de alumnos que tiene que atender cada profesor aumenta. ¿Me puede enseñar la señora Gormendio cómo es posible dar un trato más personalizado a los alumnos si cada profesor tiene cada vez más alumnos a su cargo? ¿Cómo es posible mejorar el trato a la diversidad si los presupuestos para ésta se reducen?
Eso sí, la religión será evaluable. Me gustaría que la señora Gormendio y su jefe, el ministro peor valorado en toda la historia de la democracia, nos comentaran en cuántos de los países de la OCDE se imparte religión en las aulas y si en alguno de ellos se ha aumentado su presencia como ha ocurrido en el nuestro. Debe ser ese el cambio radical al que se refiere doña Montserrat.
Qué poca vergüenza.
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