El PSOE andaluz toca a rebato

El PSOE andaluz toca a rebato. Los discursos de los líderes históricos y actuales del socialismo andaluz este sábado, con motivo del 4 de diciembre, tiraron de historia, orgullo, legado y algunos datos para asegurar que “”nos ha tocado volver a levantar la bandera de la libertad, dignidad e igualdad. Y lo vamos a hacer“, afirmó Susana Díaz.

Las aguas están revueltas, la financiación mal resuelta, los acuerdos de presupuestos cuestionados, y los ánimos nacionalistas levantados. En ese caldo nada la sensación de los socialistas andaluces de que va a haber que reaccionar. “Si esto se pone feo y quieren marginar a Andalucía, nos apoyaréis, ¿no?”, interpelaba un parlamentario andaluz no hace mucho.

La cuestión es por qué o contra quién. Sería conveniente que no fuera, como aseguran públicamente, contra nadie. Ni contra otros territorios, ni por conveniencia electoral (ya sabemos el poder de un enemigo a batir), ni mucho menos contra su propio partido. Sería conveniente que fuera por los andaluces, por el “no más que nadie, pero tampoco menos” que reivindicó el sábado Rafael Escuredo y que defendió en su día el parlamentario de Podemos José Luis Serrano.

La presidenta de la Junta, tirando de herencia, y presumiendo de logros socialistas tanto nacionales como andaluces, estuvo medida en la mayoría de sus palabras, dejando que fueran otros los que arremetieran con las acusaciones. Insistió en algo que lleva repitiendo toda la semana: “No estoy en contra ni del cupo ni del concierto vasco”. Sin embargo, los teloneros no dudaron en calificar “este cupo vasco” de “atraco a mano armada”.

También Díaz repitió otro nuevo mantra de estos meses: que esto no va de enfrentar a territorios. Aunque lo cierto es que el dinero que hay es el que hay y poner significa quitar de otro sitio. Decía el expresidente Escuredo el sábado: “Si el niño llora y se le da el juguete, va a haber muchos niños en las comunidades autónomas que vamos a exigir el juguete”. O dicho de otro modo, parafraseó a Alfonso Guerra: “Si hay que modificar la constitución para que los catalanes se sientan cómodos, que se compren un sofá”. Aquí el aviso de Díaz fue quizás más para el propio partido socialista: no son compatibles nacionalismo y socialismo.

No son éstas frases conciliadoras ni de reconciliación. Más bien suenan a advertencia clara. En algunas bocas, resuenan como machete entre los dientes. En cualquier caso, la defensa de la justicia con el territorio, con Andalucía, es legítima. En la negociación posterior es donde se espera un toma y daca, cesiones y concesiones. Si es que algún día llega la negociación.

También es legítima y acertada la llamada a la izquierda andaluza para sumar frente a una “amenaza” velada de que Andalucía se quede fuera, o no suficientemente dentro, de un nuevo encaje. Sin embargo, el partido socialista debería recordar algunas cosas: que sería positivo sumar más fuerzas que las de izquierdas, y que para sumar es bueno no meter el dedo en el ojo del contrario. Bien es cierto que el contrario tiene un enemigo a batir bien claro en Andalucía: el PSOE y sus cuarenta años de hegemonía. Aún así, no despierta afinidades ni simpatías la acusación a los otros partidos de “ocurrencias” y de no ser serios, como aseguró Rodríguez de la Borbolla este sábado. Las complicidades no se tejen bajo amenaza o desplante.

Y, Andalucía, efectivamente, va a tener que marcar objetivos claros y reivindicaciones unánimes. Y para eso va a necesitar algo más que proclamas y declaración de buenas intenciones. La tarea para que cada uno encuentre su sitio adecuado y justo va a ser larga. Las complicidades se tornan no útiles sino fundamentales.

De momento, el mensaje del PSOE andaluz es el de que se rearman y se han puesto alerta. Sólo esperemos que no se equivoquen de enemigo (dentro y fuera del partido), que sumen fuerzas, no solo con los otros partidos de la región porque van a ser necesarias, sino con el resto de comunidades. Que sumen para no permitir que la estrategia del divide y vencerás de Rajoy funcione. Y que los territorios se desgarren entre sí y compitan para él reaparecer como el presidente pacificador, y encima le funcione.