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Querido vecino, no soy tu enemiga
Querido vecino
Te he visto en la calle y en los medios protestando. Y me gusta que cualquier persona pueda expresar lo que no le parece bien, aunque no sea mi protesta. Es sólo que no entiendo que para reivindicarse haya que incumplir unas medidas de seguridad sanitaria que nos piden a todos y que nos protegen a todos. No entiendo tampoco que uses la bandera de España como arma arrojadiza, como elemento diferenciador entre unos y los otros. Cuando debería ser un símbolo para sumar y unificar. Es una bandera bastante grande para que quepamos todos.
Yo también estoy cansada de confinamiento. En mi familia ha habido personas que han pasado la COVID -19. Algún mayor no lo ha superado. En otros casos, gracias al trabajo del personal sanitario (y un poco la suerte también, imagino), no ha habido más pérdidas. Entiendo tu hastío y la mirada al futuro. Porque es incierta, llena de preguntas. Ayer mismo me preguntaba, por ejemplo, cómo van a quedar las relaciones de la infancia. ¿Cómo van a volver a jugar los niños juntos? ¿A dos metros? Y sobre todo, ¿cuándo? ¿Y cuándo voy a poder volver a ver a mis padres y a mis hermanos que viven en otras comunidades autónomas? Tengo una empresa y la sensación de incertidumbre es similar. Las preguntas, otra vez, miles.
Pero, querido vecino, algunos nos quieren convencer de que las personas que no piensan igual son el enemigo. Y no son más que eso, discrepantes. Enemigo es una palabra gruesa, beligerante. Y peligrosa. No sé tú, pero el enemigo que yo veo es el virus éste del que ya sabemos muchas cosas pero no las suficientes aún para combatirlo sin darle aliento. El arma más poderosa ahora es la ciencia, en la que tantas personas están poniendo horas de investigación trabajando contrarreloj.
El enemigo al que hay que mirar a la cara es el de la pobreza en tiempos de crisis y sin ellos. Pero sobre todo ahora, porque tengo serias dudas de si la red de bienestar social construida, no sólo en España, si no en Europa, es suficientemente fuerte y va a ser capaz de no dejar caer a nadie. Si vamos a ser capaces de ofrecer una alternativa, una salida, una opción a esa otra vecina a la que han echado después de darle un mes de vacaciones forzosas; a ese pequeño empresario que lleva sin abrir tres meses y no ve el día de volver porque no le salen las cuentas; al que estaba esperando la temporada de verano para sacarse el sueldo del año; al que estaba en precario y ya ni eso, y se entera de que su hijo le ha mandado un mensaje a la maestra diciendo que tiene hambre y que no sabe qué hacer. A la que lleva dos años en paro y no ve más que puertas cada vez más cerradas.
¿No te parece que esos enemigos son dignos de un término como ese?
Las palabras son importantes y mirarse como enemigos no es buena idea. Así que sal, protesta, discrepa. Pero cumple, por la salud de todos, por favor. Ya sabes que no opino como tú. Que podría discutir contigo horas y horas. Y es posible que ninguno nos convenzamos. Con suerte, puede que entendamos las razones del otro aunque si solo gritas es difícil oír nada. Pero acuérdate, sobre todo y por encima de todo, de que no soy tu enemiga.
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