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Radicalidad y centralidad

Mariano Rajoy

Javier Aroca

Me ha sorprendido la encuesta de Metroscopia publicada este domingo por El País. Nos ilustra sobre quiénes son o no radicales en España y qué partido está más en la centralidad, unido a los que tienen posibilidades en las próximas elecciones generales.

Primero, porque tengo dudas de que todo el mundo comparta la misma idea sobre qué es radicalismo e, incluso, extremismo, ítems estrella de la muestra instantánea. Bien es cierto que la segunda idea si es medible, se sitúa en una escala de uno a diez , y los polos marcan el extremismo. En ese orden de cosas, PP y Podemos son extremos, pero ¿radicales?.

Segundo, centralidad y unidad. La centralidad, como el extremismo, sale sola: el que esté más cerca de cinco, pero ¿y la unidad? Según la ciencia que alumbra esta encuesta, un partido, digamos, hasta ayer desconocido, sin estructura, acusado de caudillismo y de confeccionar listas electorales en las cafeterías, aparece como el más unido.

Huérfano de herramientas, he acudido a quien las tiene. Un sociólogo amigo que prefiere no desvelar su identidad. Según el colega de los autores, es extraño. Probablemente se trate de una “encuesta Tomás Gómez” (La idea es de mi amigo y ya la llevo en mi mochila viajera). Es decir, un estudio que se dice científico que más pretende inocular un deseo que no fotografiar el instante de lo que acontece en la mente de la ciudadanía.

La encuesta descarta en su matriz ideática los extremos radicales y apuesta por la centralidad y la unidad, dos ingredientes del cóctel que llevaría a quien los atesore a La Moncloa.

No sólo me tengo por poco experto en demoscopia, también por heterodoxo. Por eso, me atrevo a especular con otra hipótesis. Creo que las categorías demoscópicas, tal vez, estén también caducas. En ese caso, los extremos no marcarían, como antes, la derecha y la izquierda, sino quién se aproxima más a sus electores y los defiende con más determinación. En un extremo estaría, como dicen, el PP, del que la derecha no tiene ni una queja. Son unos radicales en su defensa de los intereses de un grupo concreto, los de arriba, según la moda; así lo han llevado a cabo en su acción de Gobierno. En el otro, estaría Podemos, un melón sin catar que pregona la radicalidad en la promesa de defensa de unos valores, pero de los de abajo, con igual determinación. Y quedaría la centralidad, cuya moderación podría no ser otra cosa que la indefinición. Ni carne ni pescado, cero grados, ni frío ni calor. Y Ciudadanos, a la espera de dónde lo ubique cada “encuesta Tomas Gómez”, con el debido respeto al Ibex 35, cuando toque.

Podría ser pero ¿y si no?. Entonces, resultaría que el PSOE está en su sitio, que lo ha ocupado ya. Lo que se estaría librando es, pues, una encarnizada lucha por esa centralidad. Esto explicaría la lucha por echar a Podemos al extremo del eje, y su lucha por aproximarse a la mitad. Eso explicaría su repelús a la unidad popular. Tengo una tendencia a escuchar más las reflexiones de Errejón que las soflamas de Iglesias. Hay que superar tiempos históricos, ha dicho recién. Interpreto que ha aprendido de la historia y que no irá a una “izquierda reunida” ni con una pistola en la sien. Quieren ganar desde la centralidad y no desde el extremo al que los quieren empujar. Es lógico, pero también legítimo. Son una organización autónoma y quieren llegar al poder a su manera, pilotando, aún cayendo en contradicciones territoriales. Obsérvese la diversidad de comportamiento en Catalunya y Andalucía, por ejemplo.

La unidad popular puede esperar a las urnas. En todo caso, y vuelvo a recurrir a Errejón, habrá que llegar a “un acuerdo de país”. Idea interesante que asocio con un nuevo tiempo reconstituyente. No creo que Podemos desplace al PSOE del centro; quizá, acaben compartiéndolo. El único extremo irrecuperable es el PP, en una esquina para siempre. Pero ninguno podrá gobernar solo. Por eso, la unidad popular será constituir una mayoría para cambiar de modelo, no la alternancia. Quien primero convenza a la gente, no a la que ya está cómodamente representada por el PP, sino a la que sigue buscando referentes, se llevará el gato al agua .

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