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Se nos rompió el amor

Manifestación Vox

Javier Aroca

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De tanto usarlo, así seguía la copla de “la más grande”, la chipionera Rocío Jurado.

Llevo toda la semana con lo de Bildu. Solitario y dolido. No sé todavía si ha sido un “error”, un “despropósito”, un “disparate”, una “traición”. Menos aún, si es porque ha sido un pacto con los “herederos de ETA”, o porque se han contrariado hasta la ebullición “los herederos de Franco”. No sé si ha sido porque la reforma laboral tiene que ser integral, es decir, en todo sus elementos - que es como define la RAE integral- o porque los empresarios quieren ahora dialogar después de que en 2012 no dialogaran con nadie; o porque los sindicatos pierden algo por el carburante. No sé si es porque el Gobierno se ha equivocado y ha rectificado, a su manera. En ese caso, yo estoy de acuerdo: este Gobierno es cagón, merece toda la crítica.

Lo cierto es que en los medios y las mediaciones la unanimidad ha sido casi absoluta: el gobierno la ha cagado. Y eso que el presidente de Gobierno lo ha asumido, no hay la desunión deseada en el Gobierno, Bildu no se da por ofendida, y Ciudadanos no se da por aludida. En fin, extraña unanimidad mediática y del poder.

Cosas de rebaños. No se cómo no hemos adquirido la inmunidad de rebaño, con lo lanar y trashumante que es el pueblo español y sus manifestaciones sectoriales y gremiales. El rebaño come pasto y eso es lo natural.

Tras la debacle con Bildu, todo era predecible. Lo de los vascos era para salir corriendo, decían, mientras se preocupaban por qué dirían los otros vascos del PNV (una semana antes criticados por negociar lo suyo para otra prórroga del estado de alarma). Hasta preocupados por el desamor catalán republicano, oiga. Que se trataba de eso, de la salud, de que estuviéramos más seguros. Pero, home, cómo perderse una oportunidad de quedar bien los estables y aspirar a la estabilidad los inestables y meritorios. 89 diputados votaron en contra; puro trumpismo, pero esa no era la tajá.

Luego vinieron los “ciudadanos airados”, los “simpáticos jóvenes constitucionalistas”, “miles de personas en coche”, “claxon contra el gobierno”, “periodista atacado por personas”, “caravana motorizada”. Que el artículo 116 sea un artículo de la Constitución (que no es que me guste mucho) da igual .

George Orwell escribió La política y el idioma inglés preocupado por la degradación y corrupción del discurso público pero, sobre todo, del publicado. Tan corrupto que con su candidez o complicidad no deja de dar pie a la infiltración de la extrema derecha en todo; sobre todo, en el lenguaje cotidiano de la democracia.

Eufemismos, palabrería hueca, “metáforas moribundas”, como palabras moribundas y flojitas, y de ahí, ideas moribundas, valores democráticos en la UCI. Orwell tenía razón: la blandura de las palabras, la corrupción de no llamar a las cosas por su nombre, deteriora el discurso público democrático y acaba distorsionando el lenguaje sencillo y claro con la propia democracia. Lo sufrió el pueblo alemán, y todo el mundo, con el lenguaje del Tercer Reich con la complicidad de intelectuales y periodistas.

En España, constitucionalista ha dejado de ser un significado de valor democrático, tan sólo un significante, sonoro; solo eso. Alguien que critica los valores constitucionales y poliniza la democracia con huevos de fascismo es considerado por muchos medios un constitucionalista.

El presidente del Gobierno ha anunciado que en el próximo Consejo de Ministros se aprobará el Ingreso Mínimo Vital. Apenas atrajo la atención de los periodistas presentes, y ello a pesar de que en estos tiempos de pandemia sanitaria y pandemia de desigualdad beneficiará a más de 850.000 familias y 2,3 millones de personas.

Seguiremos igual. La palabra constitucionalista está desgastada, ha perdido cotización, poseída por los que nunca acogieron esos valores con buenos ojos y añoran tiempos preconstitucionales. Esos “simpáticos jóvenes constitucionalistas”, con la complicidad de los que manejan y corrompen el lenguaje público, portan la bandera constitucional de España, incluso tuneada con los emblemas del franquismo. Como decía la más grande, el amor se rompe de tanto usarlo, y mucho me temo que le esté pasando algo similar a la bandera.

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