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Abrir brecha en Andalucía

Población

Jesús Jurado – Responsable de Discurso de Podemos Andalucía. Analista de la Secretaría Política.

20D: El problema estuvo en las urbes

La interpretación más notable de los resultados del 20D desde la óptica de Podemos ha sido la esbozada por Íñigo Errejón en su artículo Abriendo brecha del pasado 11 de enero. Más allá de otras polémicas relacionadas con el enfoque de este análisis, Abriendo brecha ha generado un intenso debate en Andalucía por las dificultades de encajar los resultados en esta comunidad dentro de los patrones de voto que propone.

Como acertadamente señalaban hace unas semanas miembros del colectivo 'Paralelo 36' (Sin Andalucía no se puede), Andalucía no es un territorio envejecido ni rural (de acuerdo con los datos estadísticos que demuestran que la población andaluza es más joven y tan urbana como la media estatal) y, por su enorme diversidad, en ella conviven zonas claramente deprimidas junto a algunas de las zonas económicamente más dinámicas del Estado, especialmente en las áreas metropolitanas de la costa mediterránea (las de Almería y Málaga destacan por su capacidad de seguir atrayendo inversión y población migrante a pesar de la crisis). Por tanto, si la resistencia del PSOE y la relativa debilidad de Podemos en Andalucía no obedecen, como en otros territorios, a los factores sociológicos anteriormente señalados, un análisis más detenido se hace necesario.

Sin Andalucía no se puede, como otros análisis post-electorales andaluces del pasado mes de enero, señala a las áreas rurales, donde el PSOE se mantiene claramente en primera posición y Podemos tiene una escasa implantación, como el hecho diferencial que justifica los resultados de Podemos Andalucía el 20D, de crecimiento moderado (+2%) pero todavía insuficiente para alcanzar al Partido Socialista (que queda casi 15 puntos por encima).

'Paralelo 36' lanza además la hipótesis, sostenida en ejemplos históricos, de que el concurso de la población rural andaluza es condición sine qua non para el cambio político. Cabría cuestionar, sin embargo, si dicha idea no peca de un excesivo historicismo: en los últimos 40 años Andalucía ha dejado de ser la sociedad predominantemente agraria que fue durante la mayor parte del S. XX. Por ejemplo, la población empleada en el sector primario ha pasado del 24,2% de 1980 al 7% en 2014. Mantener el carácter imprescindible del concurso rural en todo proceso de cambio supondría negar la capacidad del 15M como acontecimiento fundacional de la crisis de régimen e inicio del proceso de cambio, puesto que tuvo sus principales focos en las grandes ciudades sin encontrar apenas eco en las zonas rurales andaluzas.

Lo cierto es que la debilidad de Podemos en el medio rural no es ninguna particularidad andaluza, sino la tónica general en la mayor parte de España. Combinado esto con el hecho anteriormente constatado de que no hay más población rural en Andalucía que en la media española, vemos que el verdadero hecho diferencial es la fortaleza del PSOE-A en las grandes ciudades, no en el campo. El PSOE supera a Podemos en todas las ciudades andaluzas mayores de 100.000 habitantes, con la sola excepción de Cádiz. Es en estos grandes municipios donde el PSOE obtiene una buena parte de sus 600.000 votos de diferencia sobre Podemos en Andalucía. Este dato contrasta poderosamente con la situación en el resto del país: de entre los 25 municipios más poblados de España, Podemos adelanta al PSOE en 17 de ellos. Como se advierte en este mapa, el tono morado se acentúa en las zonas de mayor densidad de población, con la excepción de las áreas metropolitanas andaluzas, apenas perceptibles.

Quienes trabajamos por el cambio político en Andalucía entendemos que es esta anómala fortaleza del PSOE en las ciudades andaluzas lo que debe ser analizado para ser trabajado con vistas a próximos comicios. Planteamos dos hipótesis para ello:

     1.    La primera de ellas es sugerida por el hecho de que sea Cádiz la única capital andaluza que se comporta de acuerdo a la “norma” estatal. Además de otros factores como la menor media de edad de la provincia, es sin duda un factor fundamental la existencia de un ayuntamiento afín en esta ciudad. De hecho, en todas las llamadas “ciudades del cambio” (municipios donde las alcaldías quedaron en manos de candidaturas de unidad popular tras el 24M) Podemos ha superado al PSOE. Por tanto, la incapacidad de Podemos para establecerse como la alternativa natural al Partido Popular en las ciudades andaluzas podría estar relacionada con la debilidad de las candidaturas andaluzas del cambio en las pasadas elecciones municipales y con la consecuente ausencia de visibilidad de Podemos de la vida política local. Esta ausencia se hace atronadora en una comunidad autónoma cuyo panorama mediático está marcado por el peso de la prensa local, que se centra especialmente en la política municipal, no existiendo medios de alcance andaluz más allá de Canal Sur.

     2.    La segunda de ellas tiene que ver con el fuerte crecimiento experimentado por Ciudadanos en Andalucía desde las elecciones autonómicas (casi 5 puntos) y que se concentra en las ciudades medias y grandes, lo que limitaría el crecimiento de Podemos a partir del eje nueva-vieja política. La cuestión merece en todo caso un análisis específico que va más allá de las posibilidades de este artículo.

Reconocer que hoy el principal obstáculo para el cambio en Andalucía está en las ciudades y no en el campo no significa en absoluto despreciar la imprescindible tarea que están llevando a cabo militantes y representantes públicos de Podemos Andalucía en zonas rurales. En provincias como Málaga, Podemos ha podido superar a Ciudadanos gracias a la potencia de sus enclaves rurales del interior, ventaja comparativa que el partido naranja no se puede permitir. La extensión de Podemos a todos los municipios y su conexión con fuerzas sociales y políticas preexistentes es una tarea insoslayable pero de ejecución forzosamente más lenta que la 'guerra de movimientos' de las campañas electorales, que se ha demostrado capaz de movilizar un alto número de voto indeciso.

Andalucía y la plurinacionalidad

Aun asumiendo estas premisas, resulta indudable que los resultados de Podemos Andalucía el 20D continúan siendo inferiores a lo que cabía esperar de una comunidad periférica con fuerte identidad como nacionalidad histórica, dado el excelente resultado alcanzado por Podemos y sus confluencias en el resto de territorios con estas características -incluido Euskadi, donde Podemos concurría en solitario. El artículo de 'Paralelo 36' critica duramente una supuesta incomprensión de Andalucía por parte de la dirección de Podemos que se vería intensificada en la interpretación de resultados de Errejón antes citada.

Lo cierto es que Podemos siempre ha tenido clara la necesidad de reivindicar la defensa de la identidad y los intereses de Andalucía. No en vano, es la única comunidad -junto con Asturias- donde en los actos se cantan himnos y se ondean banderas propias del territorio, y donde se ha defendido durante meses el derecho a decidir en base a la propia historia autonomista andaluza, marcada por la conquista del derecho a un referéndum tras años de movilizaciones. Ahora bien, los problemas que Podemos encuentra a la hora de utilizar un discurso andalucista propio, capaz de competir con el “andalucismo oficialista” del PSOE-A, son inseparables de la crisis del andalucismo político, que con la agónica desaparición del PA queda huérfano. A lo largo de este intenso 2015, ante la carencia de referentes y discursos andalucistas en la Andalucía de los últimos años, Podemos osciló entre la “estatatalización” de su discurso y la  mimesis del relato de la izquierda nacionalista, avanzando poco en la posibilidad de construir un andalucismo del S. XXI capaz de proponer un proyecto de Andalucía que satisfaga las frustraciones, represente las aspiraciones y articule políticamente los agravios vividos por las y los andaluces de hoy -que no son los mismos que vieron morir fusilado a Blas Infante en 1936 ni salieron a la calle el 4 de diciembre de 1977-. Este reto viene siendo afrontado de manera diferente desde comienzos de este año, como demuestra el giro discursivo y el énfasis otorgado a la campaña del 28F de este fin de semana. Y es que este 28 de febrero –Día de Andalucía- no parece que vaya a ser una efeméride cualquiera.

La propuesta de plurinacionalidad defendida por Podemos desde su asamblea fundacional en Vistalegre, más concretada en las últimas negociaciones con el Partido Socialista, representa la apuesta más avanzada hasta la fecha por la conciliación de la unidad de España con el reconocimiento y el respeto de las naciones que la conforman. En el debate territorial de esta nueva Transición, Andalucía ha de jugar un papel decisivo como ejemplo de que es posible compatibilizar el reconocimiento del hecho nacional y la garantía del máximo nivel competencial –como herramienta de superación de las profundas desigualdades territoriales que siguen existiendo hoy- con la voluntad inequívoca de pertenencia a ese proyecto común de futuro llamado España. Y eso pasa por volver(nos) a contar la historia de la autonomía en Andalucía, lejos de la interpretación inmovilista de Susana Díaz y de la narrativa derrotada y derrotista de la izquierda nacionalista, con un nuevo relato que, desde el reconocimiento de los enormes avances que en todos los órdenes ha supuesto la conquista de la autonomía, señale claramente la ruptura con el espíritu del 28F practicada por los últimos gobiernos andaluces y que tiene su mayor exponente en tres imágenes.

La primera imagen es la de la jueza Alaya anunciando la apertura del caso de los ERE en 2011, al mismo tiempo que decenas de miles de andaluces tomaban sus plazas para exigir democracia. Desde aquel momento, las y los andaluces tomamos conciencia de que una parte nada desdeñable de los recursos que debían ir dirigidos, de una forma u otra, a la reconversión económica, la formación para el empleo, el reemplazo generacional en los puestos de trabajo o la I+D –es decir, todo lo que debía haber permitido a Andalucía capear mejor los efectos de la crisis económica- se habían desviado de su fin para contribuir al enriquecimiento de una minoría cercana al poder y a la construcción de una vasta red clientelar. Conciencia de que la corrupción pervierte la autonomía y convierte sus fines en papel mojado.

La segunda es la de las ruinas del hotel El AlgarrobicoEl Algarrobico, definitivamente declarado ilegal la pasada semana. Esta imagen representa como pocas el agotamiento de un modelo económico cortoplacista y dependiente –la burbuja del ladrillo que convirtió a Andalucía en la playa de Europa- impulsado a partes iguales por PP y PSOE y hoy definitivamente agotado, sin que dichos partidos hayan planteado alternativa alguna sobre la mesa. Una foto para llamar a la reflexión y la construcción de una política económica que cree nuevos horizontes para viejos objetivos: desarrollo, bienestar, modernización y retorno de los emigrados.

La tercera imagen, en cierto modo inseparable de las anteriores, es la de más de un millón de andaluces en la cola del SAE, perdido su empleo en la construcción o la hostelería asociada al turismo y sin facilidades para aprender otro oficio por la paralización de los cursos de formación decretada por Susana Díaz en 2012, ante la sospecha fundada de fraudes millonarios en su adjudicación. Esta foto representa cómo los avances conseguidos desde 1980 no sólo están amenazados por las políticas de austeridad, sino que además no han conseguido variar la posición relativa de Andalucía en los rankings europeosrankings: continuamos los últimos de la fila en desempleo, abandono escolar, población en riesgo de exclusión, pobreza severa, gasto sanitario y educativo por habitante. Acercar a Andalucía a la media estatal y europea en materia de bienestar y empleo fue el principal objetivo de quienes lucharon por la conquista de la autonomía y hoy debe volver a ser la brújula de quienes dirigen la Comunidad.

En conclusión, los resultados de Podemos Andalucía el 20D han despertado debates necesarios y abierto la puerta a nuevas ideas. Prueba de ello es que el Consejo Ciudadano Andaluz apostó por dos líneas de acción en su última cita: el refuerzo del municipalismo y la apuesta por la construcción de un nuevo proyecto autonómico desde y para Andalucía. Dos tareas que necesitan trabajarse colectivamente y que por eso tienden la mano a todas y todos aquellos que apuestan por el cambio político en Andalucía.

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