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Arbolado urbano y gestión de riesgos
El árbol urbano constituye una parte esencial de la infraestructura verde de la ciudad. Las funciones del árbol en la ciudad son muchas: secuestran de forma continua dióxido de carbono, constituyen un importante biofiltro de contaminantes gaseosos y particulados mejorando la salud, constituyen un apoyo esencial para biodiversidad, generan paisaje, atenúan los rigores estivales especialmente preocupantes en los escenarios previstos de cambio climático, las plazas arboladas son puntos de encuentro imprescindibles para la ciudad, por citar algunas.
Pero el árbol en la ciudad está alejado de su medio natural y frecuentemente gestionado de forma inadecuada, lo que conduce a que muestren aspectos alejados de su porte natural lo que conduce a manifiestas disfunciones. Durante esta semana la prensa de Sevilla se ha llenado de la información acerca de la tala masiva de árboles en la ciudad.
En el año 2015, cuando el actual Alcalde de Sevilla Juan Espadas accedió al poder municipal y nombró a Adolfo Fernández Palomares Director General de Medio Ambiente y Parques y Jardines, una primera cuestión que plantea el nuevo equipo de Gobierno es determinar el estado del arbolado de la ciudad. La importancia del árbol requiere los medios económicos y técnicos pertinentes, sin recortes que conducen a una peor gestión; los años anteriores hubo limitaciones en este sentido. El informe de Parques y Jardines de 2015, realizado con medios propios, puso de manifiesto de acuerdo con los técnicos, la existencia de 2.500 árboles en situación de riesgo. El Servicio de Parques y Jardines ha llevado a cabo una licitación con nuevos criterios que ha empezado a caminar este año, tras un retraso imputable posiblemente a lo prolijo de la misma donde se incluyen importantes mejoras para la gestión de la infraestructura verde de Sevilla: la previsión del Ayuntamiento de plantar 5.000 árboles en un año. El balance neto para Juan Espadas es que la ciudad cuenta con 2.600 ejemplares más desde su llegada al Consistorio.
Actualmente, Sevilla cuenta con más de 200.000 árboles, un gran patrimonio de toda la ciudadanía que hay que saber gestionar. El Ayuntamiento ha talado 1.600 árboles en tres años y plantea talar 500 más. El Alcalde de Sevilla se encuentra con un informe, elaborado en 2015 por los técnicos de Parques y Jardines, con dilatada experiencia en jardinería urbana, donde se manifiesta que hay 2.500 árboles, especialmente unos 1.600 que entrañan un alto riesgo. Evidentemente poco margen dejan al Alcalde de Sevilla, medioambientalista convencido. Su responsabilidad ante la ciudadanía le empuja a impulsar la tala. Igual le ocurre a Adolfo Fernández Palomares, que siempre ha reconocido la importancia del arbolado. Un grave dilema: seguridad vial frente a la función ecológica y social del arbolado. Talar árboles en verano no es conveniente para las aves que nidifican y la ciudad pierde sombra. ¿Quién asume la responsabilidad si pasa algo cuando hay un informe de riesgo del propio Ayuntamiento? Un grave dilema, ya que no existe el riesgo cero.
Hace falta mayor colaboración del Ayuntamiento con los centros del conocimiento, con la universidad. Es un error no establecer los adecuados caminos de transferencia de conocimiento. Hace falta una mayor pedagogía, una mayor información hacia la ciudadanía, un mayor contacto con los vecinos antes de ejecutar una acción. Hace falta un mayor conocimiento biológico del árbol. Los árboles de la ciudad tienen que tener su forma de crecimiento natural y no terminar en deformes remedos de árboles debido a la poda no justificada. Y también hace falta una corroboración externa por especialistas del nivel de riesgo del arbolado de Sevilla, aún reconociendo el generoso esfuerzo de los técnicos de Parques y Jardines, y así delimitar la situación real del riesgo. Quizás, sin caer en riesgos innecesarios de daño a la ciudadanía por caída de ramas, aún estemos a tiempo este verano en realizar una recalificación del arbolado con medios externos especializados. Podríamos salvar árboles y salvaguardar la seguridad de la ciudadanía. Pero hay que hacerlo rápido y con rigor, pero sin dudad no existe riego cero. Si un alcalde, o un responsable municipal del arbolado, ignorase un estudio de riesgos de caída de ramas y pasase alguna desgracia ¿qué diríamos? De la situación generada en Sevilla debemos aprender y caminar juntos hacia un escenario donde el árbol sea un valor incuestionable y no un peligro potencial.
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