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Con doble cara de tonto
En estos días vuelve a la actualidad la imprescindible reforma del Sistema de Financiación Autonómica. Un sistema caducado desde el año 2014 y al que se le ha dado una patada para adelante constantemente en los últimos años.
La ministra de Hacienda María Jesús Montero ya ha dicho, coincidiendo con el inicio de las negociaciones con nacionalistas y soberanistas, que hay que reformarlo. Y Compromís se ha apresurado a decir, inteligentemente, que eso y la deuda histórica Valenciana serán condición para su apoyo a la investidura.
Hasta ahí todo entra dentro de lo esperable. Pero, como decía la canción de Jennifer López, ¿Andalucía pa' cuando?
Y es que aunque en el Congreso que se conforma este mes de agosto no haya ninguna fuerza andalucista. En este tema Andalucía tiene mucho que decir. Y mucho que gritar, si hiciera falta. Porque realmente nos va la vida en ello.
El actual sistema de financiación autonómica es injusto para Andalucía. Ese sistema mantiene a nuestro autogobierno y nuestros servicios públicos infrafinanciados y sin poder desarrollarse para garantizar los derechos de la mayoría. Es decir: nos deben dinero.
No lo olvidemos, cuando los servicios públicos no están a la altura, lo sufrimos las que van a la escuela pública, los usuarios de la sanidad pública, las que necesitan la ayuda de la dependencia o las trabajadoras públicas
Y no lo olvidemos, cuando los servicios públicos no están a la altura, lo sufrimos las que van a la escuela pública, los usuarios de la sanidad pública, las que necesitan la ayuda de la dependencia o las trabajadoras públicas. No lo sufren aquellos que pagaban el (ya derogado) impuesto de sucesiones, sino aquellas que no tienen más herencia que unos servicios públicos de calidad. Por tanto, es también una cuestión de clase.
En Andalucía este sistema nos deja a deber cada año al menos 4.000 millones de euros y acumula una deuda histórica multimillonaria. No son datos de ningún bolchevique andaluz, son las cifras aprobadas por el Parlamento de Andalucía en el año 2018. Y fue apoyado por PSOE, PP, lo que hoy es Sumar, y negociada y defendida por la hoy Ministra de Hacienda. Las vueltas que da la vida.
Ni siquiera se cumple, una cuestión de mininos y poco ambiciosa, pero recogida en el Estatuto de Autonomía, que dice que si tenemos el 18% de la población tenemos que tener el 18% de las inversiones. Que oye, tampoco parece como muy loco, ¿no? Pues ese déficit inversor va acumulándose y se calculó que asciende ya al menos a 5.500 millones.
Aviso a los navegantes de San Telmo: hablar de Financiación Autonómica (SFA) sin hablar de fiscalidad sería hacernos trampas
Pues posiblemente no haya nadie que tenga las manos libres (ni el interés, quizás) para decir alto y claro en el Congreso que si no se cuenta con Andalucía en este nuevo Sistema de Financiación Autonómica se estarán cachondeando de Parlamento y de las clases populares de Andalucía. Si no se garantiza un Sistema que dé a Andalucía lo que merece, estaremos en la antesala de otra nueva traición a Andalucía.
Pero un aviso a los navegantes de San Telmo: hablar de Financiación Autonómica (SFA) sin hablar de fiscalidad sería hacernos trampas. El SFA es, por decirlo de manera simple, cómo se reparte la tarta entre las diferentes CCAA. Pero hay una parte de la que nunca quieren hablar los dos grandes partidos: ¿cómo se hace la tarta y quién pone los ingredientes?
Tiene que haber una reforma del SFA que sea justa territorialmente, que compense las desigualdades y que impulse a las tierras que más lo necesitamos, fruto de un reparto económico de régimen que ha condenado a Andalucía al subdesarrollo permanente.
Pero esa reforma del SFA tiene que ir acompañada de una profunda reforma fiscal. La tarta está mal repartida. Pero también sucede que la mayoría de los ingredientes de la tarta los ponen las clases trabajadoras de todo el Estado, cuando no tienen la mayoría de la riqueza.
La mayoría de lo recaudado en el Estado Español proviene de las rentas del trabajo, de la gente que tiene una nómina, y de impuestos indirectos que pagamos igual si tienes el salario mínimo que si eres el hijo de la Botín. Sin embargo, no disponemos de la mayoría de la riqueza. Es decir, en este país los ricos y las grandes empresas no ponen apenas ingredientes a la tarta. No pagan.
Desgraciadamente, apenas habrá ningún partido en el Congreso (con alguna excepción unipersonal) que plantee la necesaria revolución fiscal que ponga un poco de justicia en este tema.
Reforma del SFA para que Andalucía tenga lo que se merece y empezar a salir de la condena del subdesarrollo. Revolución fiscal para que la gente que tiene más pague verdaderamente más (otro día hablamos del origen de esa riqueza), y para que los que generan esa riqueza y nunca heredarán grandes patrimonios puedan disfrutar de servicios y derechos de calidad.
Estas podrían ser dos condiciones para la investidura de Pedro Sánchez.
Me temo que ninguno de los 61 diputados andaluces las planteará. Ojalá me equivoque.
Por eso, a los que somos andaluces y además de clase trabajadora, cuando escuchamos este debate en la televisión en estos calurosos días... se nos pone doble cara de tontos.
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