Cuando el turismo se fusiona con el paisaje

Las posibilidades del turismo son infinitas. En nuestros viajes disfrutamos de monumentos y museos. Hay veces que optamos por el turismo deportivo y de aventuras. Otras por el gastronómico e incluso hay quienes convierten el turismo en una oportunidad para mimar la salud.

Igualmente cuando se trata de turismo nos servimos de nuestro entorno natural para disfrutar. El turismo de sol y playa es, sin duda, el más recurrente. Pero las opciones van más allá. El paisaje, por ejemplo, es un recurso turístico y de gran valor. Por ejemplo para disfrutar de un atardecer en Sierra Nevada, un paraíso blanco. Una empresa turística ofrece la posibilidad de disfrutar de la nieve y, al mismo tiempo, de unos atardeceres diferentes. Rutas de altura que permiten a los visitantes disfrutar del paisaje a casi 2.500 metros de altura.

El blanco es también el protagonista en la comarca almeriense de Los Filabres-Alhamilla. Es el color que tiñe los paisajes de la zona en esta época del año. Los responsables son los almendros en flor, un acontecimiento natural que se presenta como oportunidad para impulsar el turismo de interior. Para ello se ofrecen rutas para disfrutar de las estampas que dejan los almendros en flor. Una propuesta turística que, además de dar a conocer el paisaje de la zona, sirve para poner en valor el pasado histórico y cultural de la comarca.

El turismo se funde con la arqueología a través del proyecto MEMOLA. Dirigido por investigadores de la Universidad de Granada, se trata del primer estudio internacional de la arqueología del paisaje mediterráneo. El objetivo es conocer la formación histórica del paisaje como base de su conservación y desarrollo sostenible. Uno de los espacios de trabajo está en Lanteira, una localidad en la vertiente norte de Sierra Nevada. Para difundir los trabajos se organizan visitas guiadas por los yacimientos arqueológicos. Una manera de acercar la investigación a ciudadanía que, además, permite convertirse en arqueólogo por un día.

La riqueza del patrimonio paisajístico puede ser sinónimo de riqueza turística. Más allá de las propuestas turísticas habituales, nuestro entorno nos ofrece multitud de recursos para un sector con papel protagonista en la economía.