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Sobre este blog

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.

Con los pies en el suelo

Investigadores del IRNAS tomando muestras de suelo en la campiña sevillana

Patricia Siljestrom

Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (IRNAS) —

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¿Qué es el suelo? Crees que es solo el barro que se te pega en los zapatos? El suelo es mucho más que eso, es una fina piel que recubre a la Tierra y sin la cual no podríamos vivir, ya que esa capa forma un complejo ecosistema que aporta las condiciones óptimas para el asentamiento de todos los seres vivos.

El suelo se define como la parte superficial de la corteza terrestre, que proviene de la desintegración o alteración física y química de las rocas y de los residuos de las actividades de seres vivos que se asientan sobre ella. Por tanto es un sistema compuesto por materiales sólidos (minerales y materia orgánica), líquidos y gaseosos, capaz de soportar la vegetación y donde, normalmente, se distinguen una serie de capas llamadas horizontes originadas a partir de los procesos físicos, químicos y biológicos que han actuado a lo largo del tiempo. El conjunto en vertical de horizontes constituye un cuerpo de dos dimensiones, llamado perfil de suelo.

El suelo cubre a toda la superficie terrestre, salvo en zonas de afloramientos rocosos, nieves/hielo perpetuos, o aguas profundas. Según José Graziano da Silva, Director General de la FAO, “las múltiples funciones de los suelos pasan a menudo desapercibidas. Los suelos no tienen voz y pocas personas hablan por ellos. Son nuestro aliado silencioso en la producción de alimentos”. Por eso este año, 2015, es el Año Internacional del Suelo.

¿Porqué es tan importante el suelo? Los suelos retienen las sustancias minerales que las plantas necesitan para su nutrición vegetal y que se liberan por la degradación de los restos orgánicos. Pero también interviene en el ciclo del agua favoreciendo su retención, y/o liberación y evita la erosión gracias a las raíces de las plantas.

El suelo es un recurso no renovable, ya que la formación de 1 centímetro de suelo tarda entre 100 y 200 años, más tiempo mientras más árido sea el clima. Es, por tanto, un recurso natural muy valioso, ya que es la base para la producción de alimentos, combustibles y fibras, así como para el mantenimiento de ecosistemas forestales y agrícolas. La superficie natural de suelo fértil es limitada, y está expuesta a una gran presión por parte de la agricultura intensiva, pastoreo, urbanizaciones, usos industriales y otros aprovechamientos. La parte más fértil del suelo es el horizonte superficial, formada por la acumulación de restos vegetales transformados por la fauna subterránea. Aunque se ha intentado, no se ha conseguido hacer artificialmente.

El año Internacional de los Suelos pretende dar a conocer la importancia que este recurso tiene para una población que no para de crecer (en 2050 superará los 9000 millones de personas) y que tendrá una mayor demanda de producción agrícola. A esto hay que unir una mala gestión, tanto en los cultivos como en el medio ambiente, que ha provocado que un 33% del suelo mundial esté degradado ya sea por erosión, salinización, compactación, acidificación, o contaminación entre otras.

¿Tenemos soluciones? Como siempre, hay soluciones parciales y efectivas a medio-largo plazo que deben comenzar a implantarse lo antes posible. En primer lugar hay que concienciar a la sociedad a través de una política de educación a todos los niveles encaminada a una mayor protección de los suelos. Es fundamental detener la degradación de los suelos, e investigar cómo restablecer sus propiedades tanto físico-químicas como estructurales. Entre ellas hay que destacar la importancia de aumentar el contenido en materia orgánica, para lo que se sugiere cubrir el suelo de vegetación, que además protege el suelo contra la erosión, y no empobrecer el suelo de los nutrientes promoviendo, por ejemplo, la rotación de cultivos.

Nuestro objetivo debe ser conseguir una gestión sostenible de los suelos. No debemos verlo como algo sucio y molesto, sino como el sostén de la vida al que hay que proteger.

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