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Sobre este blog

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.

La sociedad lusitano-romana más allá de Emerita Augusta

descubridores de altares

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La capital de la Lusitania romana, Augusta Emerita, fue fundada por los veteranos de varias legiones después de las guerras contra cántabros y astures en el 20 a.C. en un territorio ocupado por pobladores indígenas, y posiblemente también comunidades de origen itálico que se habían asentado en la zona en época republicana. El ejemplo paradigmático de esta ocupación previa del territorio es la fundación de Metellinum, por Claudio Metelo en el 79 a.C. No trataré del desarrollo de la colonia de la Augusta Emerita por ser este bien conocido gracias a los trabajos de compañeros del Instituto de Arqueología, Mérida (IAM), y por supuesto de los profesionales trabajadores y trabajadoras del Consorcio de Mérida. 

El trabajo que realizo en Extremadura gracias al programa de Atracción de Talento de la Junta de Extremadura desde 2019 se ocupa del impacto del mundo romano en el medio rural, más allá del territorio que se dividió regularmente y asignó a los nuevos colonos. El interés principal de mi propuesta, titulada Re-Rom (Resiliencia y Romanización), es comprender qué sucede en los márgenes del territorio más cercano a la colonia. Es decir, cómo se organizó el mundo rural en un territorio previamente ocupado por otras comunidades indígenas. Y en la medida de lo posible, cómo se integraron ambas comunidades en un nuevo sistema fuertemente controlado por Roma.

Para hacer este trabajo hemos planteado un trabajo basado en la aplicación de métodos no-destructivos que nos permitan reconocer los lugares de habitación y uso del territorio desde la Edad del Hierro a la época tardorromana, y en ocasiones incluso en época visigoda y emiral. Porque el paisaje es un palimpsesto, un contenedor de historias de todos los que lo han habitado y trabajado.

¿Qué hacemos y cómo trabajamos? Los métodos de trabajo han de adaptarse a un medio particular, el paisaje agrícola del valle del Guadiana y a la dehesa, el bosque esclerófilo del sur-oeste peninsular. En estos ámbitos hemos planteado varias actuaciones. En primer lugar, realizamos prospecciones para localizar las zonas de ocupación y de uso a partir del elemento más disponible para las comunidades antiguas, la cerámica. Posteriormente hemos estudiado las formas del territorio a través de los datos LiDAR que nos permiten estudiar el terreno sin la vegetación y reconocer algunas de las trazas, cicatrices, dejadas en el terreno por sus antiguos pobladores. Y finalmente, el empleo de métodos geofísicos podemos observar la propia estructura de los yacimientos arqueológicos y otorgarles un significado o una función.

¿Dónde realizamos este trabajo? En primer lugar, partimos de la zona ubicada al norte de Mérida. En el pequeño municipio de El Carrascalejo hemos tenido la oportunidad de estudiar lugares donde la destrucción de la dehesa ha sacado a luz algunos yacimientos muy relevantes para comprender a las sociedades rurales en los márgenes de los lugares de poder. Es importante, además, valorar la estabilidad de paisajes como el bosque abierto de la dehesa y cómo su preservación también ayuda a la preservación de la cultura, patrimonio natural y cultural que en este caso se da la mano muy cerca de nuestra ciudad. 

La búsqueda de nuevos espacios de trabajo para comprender el mundo rural nos ha llevado también al otro lado de la frontera, a Portugal, donde la dehesa se llama montado, y donde nuestros colegas de la Universidad de Évora y de la Cámara Municipal de Estremoz nos han permitido colaborar en sus proyectos de investigación a través de iniciativas apoyadas por el CSIC, como el proyecto EstremHUB donde participan investigadores ingleses, belgas y portugueses y con el que analizamos lugares impresionantes como el castro de Castelo Velho de Veiros, el yacimiento rural romano de Silveirona, y la villa tardorromana de Santa Vitoria de Ameixial.

Las iniciativas conjuntas con los investigadores portugueses nos permiten comprender un territorio que, lejos de ser marginal, en la antigüedad estaba plenamente conectado con los lugares desde donde se ejercía el poder. Y donde aparte de los propietarios de las grandes villas habitaban campesinos romanos e indígenas cuya historia está por descubrir.

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