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El abrazo entre el comunista Alberti y el franquista Pemán, ¿algo más que una foto?

Foto del encuentro entre Rafael Alberti y José María Pemán durante el Carnaval de Cádiz de 1981. / Joaquín Hernández Kiki

Alejandro Luque

25 de octubre de 2021 21:15 h

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Joaquín Hernández, Kiki, es hoy uno de los fotógrafos gaditanos más veteranos, pero en aquel febrero de 1981 apenas comenzaba en el oficio. Era el primer carnaval que cubría, y su misión de aquella tarde era seguir el cortejo del pregonero por la ciudad. El poeta Rafael Alberti, ya regresado de su largo exilio, asumía ese honor subido a un coche de caballos junto al concejal del PC Pepe Mena y las ninfas de aquel año.

“Recuerdo que lo paraban a cada rato, y él alternaba con la gente. Le prestaban cosas, como una nariz de Carnaval, y él se lo ponía todo hasta llegar a la plaza de San Antonio, donde tendría lugar el pregón. Después de tanto tiempo fuera de Cádiz, se lo estaba pasando bomba”, evoca. Hasta que se produjo el encuentro inesperado: al bajar del escenario, Alberti se encuentra con José María Pemán, que vivía en la misma plaza, y el saludo fue inmortalizado por la cámara de Kiki.

“En poesía no hay color”, dicen que dijo Pemán a los testigos oculares, entre los que se encontraban el también escritor Fernando Quiñones, amigo de ambos; el secretario de Pemán, Antonio Llaves, el doctor Cortés y muchos otros gaditanos anónimos. “Nadie esperaba ese momento, se abrazaron, intercambiaron algunas palabras… Posaron para los fotógrafos y siguieron hablando. Se veía que era una charla cordial”, añade Kiki.

Ese abrazo entre el escritor que había encarnado la intelectualidad del franquismo y el viejo comunista retornado fue interpretado como la reconciliación de las dos Españas, en un tiempo   -los albores de la Transición– en que los símbolos tenían mucho peso. Luego, como todo, quedó como una anécdota para aficionados de la memoria de la ciudad.

Actos de desagravio

Hasta que el pasado mes de junio, el Ayuntamiento que encabeza José María González, Kichi, en aplicación para algunos demasiado estricta de la Ley de Memoria Histórica, retiró un busto de Pemán, su nombre del teatro del Parque Genovés y –lo que ha sido más controvertido– la placa de su casa natal, obra del escultor Juan Luis Vassallo. Y el autor de El divino impaciente, que languidecía en las bibliotecas entre la indiferencia y el olvido, volvió a ocupar titulares.

El escritor Antonio Burgos, que saludó en su día la foto de Kiki como un acontecimiento, ponía el grito en el cielo en las páginas de ABC: “Es como si Cádiz borrara a Hércules Fundador de su escudo. Cádiz tiene otro fundador. Un fundador literario, un acuñador de duros antiguos de elogios y ensoñaciones sobre la ciudad: don José María Pemán. Y por la venganza de la Revancha, que no Memoria Histórica, a Pemán lo están borrando, lo han borrado de la memoria de Cádiz”, escribió.

En respuesta, la Junta de Andalucía, gobernada por el popular Moreno Bonilla, se apresuró a organizar en el Oratorio de San Felipe de Cádiz un acto de desagravio presidido por la consejera de Cultura, Patricia del Pozo, en el que participaron familiares del escritor. Pero además, se anunció la celebración de un encuentro anual que bajo el rubro Letras para la Concordia esperaba contar con la colaboración de las familias de Pemán y Rafael Alberti.

Dicho encuentro aún no tiene fecha, pero se da por hecho que tendrá lugar en 2022. Por otro lado, mientras que los representantes del apellido Pemán son bien conocidos en Cádiz, se ignora todavía quiénes acudirán en nombre de Alberti a esa cita. Parece poco probable que lo haga la viuda del poeta, María Asunción Mateo, muy desvinculada en los últimos tiempos de los actos públicos relacionados con su esposo. Fuentes de la Junta de Andalucía consultadas sobre este particular aseguran que se trata de una información confidencial por petición expresa de los parientes del poeta, lo que no deja de ser insólito.

Un escritor sin demanda

Lo que no parece que tenga mucho remedio, con polémica o sin ella, es el camino hacia la irrelevancia que parece haber emprendido la obra pemaniana desde hace años. Juan Manuel Fernández, propietario de Manuel de Falla, librería de referencia para temas gaditanos en la ciudad, explica que a Pemán se le lee y se le compra “muy poco”. En segunda mano sí puede haber más libros suyos, pero aquí solo tenemos dos: su Andalucía y su Historia de España contada con sencillez. De vez en cuando algún cliente solicita algún libro suyo y se queja de lo difícil que es encontrarlos, pero la verdad es que su obra carece de demanda“.

Una suerte que no comparte Rafael Alberti, quien “está mucho más vivo en el catálogo”, dice el librero. “Con todo, sospecho que este tema Pemán-Alberti no es literario, sino político. Y en todo caso, es un tema muy local: si hablas de Pemán en Lugo, se descubre que lo conoce muy poca gente”.   

Mientras tanto, la batalla de los símbolos continúa. Recientemente, el alcalde de El Puerto de Santa María, Germán Beardo (PP), inauguraba un parque en la Urbanización El Águila con el nombre de Pemán, como “un símbolo del abrazo de confraternidad que se dio con Rafael Alberti”. Pocos días después, el rótulo era vandalizado con espray.

¿Basta una foto para rescatar a un escritor? ¿Se puede desligar su figura de los pasajes más crudos de su escritura, sobre todo los relacionados con los primeros tiempos de la Guerra Civil española? No parece, desde luego, que la polémica vaya a cesar. Y entre partidarios y detractores, Kiki, la cámara que captó el abrazo de las dos Españas, aporta su reflexión: “A mí me parece bien que la memoria histórica denuncie los abusos de los bandos de la guerra y que todo sirva para curar heridas. Creo que aquel día Alberti y Pemán dieron una pequeña lección, porque se tenían respeto y lo mostraron. Eso sí, preferiría que ese recuerdo no sirva como arma. Si no va a servir de verdad para algo, si solo quieren instrumentalizarlo, entonces no lo veo bien, la verdad”.

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