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Arte a ciegas o cómo beberse la Giralda

Arte a ciegas en la casa y estudio del pintor Amalio García del Moral, Sevilla.

Miriam Lorenzo

La casa y estudio del pintor Amalio García del Moral (Granada, 1922-Sevilla, 1995) no es un museo al uso. Hace tiempo que en el número siete de la sevillana Plaza Doña Elvira, en pleno barrio de Santa Cruz, se rompieron las barreras de prohibiciones levantadas en la mayor parte de los museos conocidos. “El arte se puede descubrir de muchas formas. Una obra se puede tocar y respetar a la vez”, apunta Sergio Raya, gestor cultural. Y con esta filosofía nacen las visitas a ciegas. La próxima, a mediados de febrero. “Normalmente en los museos no se puede hablar, gritar, reír, oír música… Pero en este caso sí. Aquí no estamos solo en un museo, estamos en la casa de Amalio y por eso vamos a hablar, comer y reír”.

Amalio García del Moral destacó durante su etapa creativa, a mediados de los sesenta, como un luchador por los derechos sociales. “Muy vinculado con el movimiento del andalucismo y con la lucha de clases, la dignidad del pueblo gitano o la lucha por un salario y condiciones de vida dignas, Amalio consiguió en sus obras burlar la censura del régimen franquista pese a sus críticas voraces”, asevera Raya, copropietario de Engranajes Culturales, la empresa encargada del proyecto.

Solo unos pocos podrán disfrutar la experiencia, un máximo de dieciséis personas por sesión y solo la mitad con los ojos vendados, el resto actuará de guías. Los cuadros se volverán materia para ser sentida en las manos, en los oídos, en la boca o en la nariz. El visitante podrá beber la Giraldabeber , palpar las frutas de un bodegón y oler el azahar, la podredumbre o las flores que salpican los paisajes que cuelgan en las paredes del museo. “Amalio hizo tacto-pinturas, entre ellas la 'Giralda bebestible' en la que la protagonista es una botella de anís”, describe el encargado del proyecto. “El visitante bebe directamente de esa botella original mientras escucha poemas con los que intentamos estimular su oído. El resultado es que, cuando se quita la venda, reconoce haberse imaginado algo parecido a la imagen plasmada en el cuadro. Es divertido recrear en tu imagen visual aquello que has imaginado en tu cerebro”.

Pero la finalidad de esta actividad no es solo estimular los sentidos, reconoce Sergio Raya. “Se trata también de descubrir que todos podemos aportar riqueza a la interpretación del arte y, por supuesto, dar a conocer a un pintor desconocido cuyos cuadros están llenos de contenido y valores muy actuales pese a estar realizados cuarenta años atrás”. Lo cierto es que las obras de Amalio García del Moral son hoy documentos históricos, un fiel reflejo de la evolución urbana de la Sevilla de los años cincuenta y sesenta. Como pintor figurativo y modernista supo plasmar en sus cuadros la esencia del paisaje sevillano con la Giralda siempre como referente. “Precisamente compró la casa que hoy es su museo, en la plaza Doña Elvira, por las vistas a la Giralda”, explica el gestor cultural. “Pintó Sevilla por los cuatro costados”.

Para preparar esta actividad los organizadores han contado con la colaboración de una profesora de arte invidente. “Ella nos enseñó que las tacto pinturas de Amalio las puedes imaginar a la perfección: los pliegues de las telas, el frío metal, la textura de las ceras o pinturas, la madera… Es un gran ejercicio mental que te demuestra que las cosas se pueden ver a través de los dedos. Si te concentras puedes despertar sensibilidad en sentidos que creíamos atrofiados”.

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