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Esparto, palmito y pita: el taller de los oficios olvidados en Tolox

Artesanía.

Nacho S. Corbacho

En una habitación de apenas diez metros cuadrados, Antonio Vera guarda buena parte de la sabiduría popular de la Sierra de las Nieves. La pequeña sala es un tesoro para los antropólogos, una fortuna para la etnografía. Rodeado de herramientas, es en este pequeño espacio donde se sienta a trabajar con materias primas que encuentra en su propio territorio: esparto, mimbre, madera, palma, pita, cuero. “Son elementos que antes utilizaban todas las familias de la zona, pero ya prácticamente son artesanías olvidadas”, cuenta este vecino de Tolox, un bonito pueblo del oeste de la provincia de Málaga. 

En la pared, cuelgan escofinas y gubias. Herramientas que viven su ocaso, como sus denominaciones, que conforman un vocabulario en camino de la desaparición junto a aperos y herramientas de labranza. A su lado, lijas, hachas y un sinfín de utensilios que ayudan a Antonio a dar forma a multitud de objetos con sus manos. “Son tareas que requieren de mucha paciencia, de tranquilidad”, subraya. 

Entre sus materiales preferidos se encuentra el esparto, una planta que recoge en el Parque Natural Sierra de las Nieves tras solicitar los permisos necesarios. Un cojeor (un estrecho palo de madera) le ayuda a cosecharlo y, luego en casa, lo puede trabajar verde, seco o majado. En este último caso, Antonio  cuece la planta en agua durante 21 días para posteriormente utilizarla: al machacarlo se consigue un material resistente y manejable para urdir diferentes objetos.  

Antes eran objetos imprescindibles

Espuertas, cestas para las verduras, hueveras, ondas para las cabreros, lámparas, cubiertas para botellas de vino de Málaga, pleitas para los quesos, maceteros, serones para transportar mercancías... “Con el esparto se pueden hacer muchas cosas”, cuenta Antonio, que en su minúsculo taller dispone también de un buen catálogo de ellos. Algunos no se usan ya, pero este artesano recuerda que antes “eran imprescindibles en las casas”. Hoy el plástico ha sustituido a la mayoría, empujando a estas materias naturales a un segundo plano. Principalmente decorativo, como un recuerdo de viaje. “Y es una lástima que este arte se esté perdiendo”, destaca.  

Antonio recuerda cómo en su familia, años atrás, todos aprendían casi a la fuerza cuando vivían en un cortijo cerca del nacimiento de río Verde. “Se hacían sus propias alpargatas de esparto, era la única forma de no ir descalzos”, subraya el toloxeño, que rememora cómo en su infancia, ya en el pueblo, cuando llovía era habitual escuchar el sonido de los golpes que muchos de los vecinos del pueblo imprimían al esparto para majarlo. “Hoy ya no pasa nunca”, insiste.  

La artesanía era no hace demasiado una forma de vida y, también, un sustento económico para muchas familias de la Sierra de las Nieves. Muchos de los objetos que él realiza son hoy más habituales de ver en un museo que en una casa, aunque algunos se siguen utilizando. Un buen ejemplo son los capazos que sirven para extraer el aceite y que, por ejemplo, se pueden ver en la fiesta de los rondeles del municipio cercano de Casarabonela

Sabiduría familiar

Fue su padre el que le enseñó a él y a sus hermanos toda la sabiduría. Como la que destila mientras da forma a una cuchara en un trozo de madera de encina. Con gran certeza acierta a dar la forma con el hacha, perfila cuidadosamente con la escofina, escarba poco a poco con la gubia, elimina cualquier mínima aspereza con la lima para dar el toque final. “Es un trabajo de muchas horas, hay que ser muy perfeccionista”, añade el toloxeño, que asegura que también le gusta investigar, probar cosas nuevas.  

De hecho, también ha mejorado su técnica gracias a internet. “En Youtube he aprendido muchas cosas. He establecido contactos con otras personas que también saben estas artesanías. Así mejoramos todos. Mi padre se quedaría asombrado de ver lo que puedo hacer ahora”, relata Vera. Esparto tintado de colores o la forma de trabajarlo en diferentes números de ramales son algunos de sus nuevos conocimientos con base en la red.   

En su taller también hay pieles de cabra, que él trabaja hasta convertirlas en zurrón. Trozos de madera de nogal y olivo esperando a convertirse en cubiertos, platos o fuentes. Hojas de palma aguardando a convertirse en escobas, sombreros o seretes para recoger higos. Algunos de estos objetos tendrán que tomárselo con tiempo, porque Antonio no dedica actualmente demasiado tiempo a estos materiales, pero de vez en cuando sí que acepta encargos.  

Internet es la manera más sencilla de dar con él, a través de la página de Facebook Artesanía Arte Serrana, que desarrolla su pareja, quien trabaja el cuero. Igualmente Antonio participa en diferentes iniciativas y talleres donde transmite sus conocimientos y en ocasiones vende su trabajo. Eso sí, lo mejor es hacer lo que recomienda el Grupo de Desarrollo Rural de la Sierra de las Nieves en su página web al visitar cualquiera de sus municipios: “Pregunte, porque el boca a boca le conducirá hasta ese artesano que no trabaja para su sustento económico sino por el anhelo de toda una vida dedicada a su digno quehacer”.  

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