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Opinión - Los secretos de alcoba del 23F. Por Carlos Fonseca

Ratificada la sentencia de Carmen y Carlos por participar en una protesta durante la huelga del 29M

Carmen y Carlos

Miguel A. Ortega Lucas

Los jueces de la Audiencia Provincial de Granada encargados ahora del proceso contra Carlos y Carmen (condenados hace un año, en primera instancia, por participar en un piquete informativo en jornada de huelga general) han considerado que no existen “fundamentos jurídicos suficientes” en sus alegaciones como para ser tomadas en cuenta. La Audiencia desestima el recurso y ratifica así su decisión, de mayo de 2013, de imponer a los dos manifestantes una pena de tres años y un día de cárcel, así como una multa 3.655 euros, por “un delito contra los derechos de los trabajadores”.

Quiere esto decir que los jueces de la Audiencia Provincial de Granada encargados del proceso contra Carlos y Carmen han considerado que tanto el estudiante de Medicina (con “un par de asignaturas” para acabar la carrera) como la trabajadora en paro de 53 años (sin prestación alguna desde el pasado mes de octubre) merecen ir a la cárcel por, como ellos mismos explican, haber gritado consignas en el interior de un local del centro de la ciudad, junto con medio centenar más de personas, durante algunos minutos de las primeras horas del 29 de marzo de 2012.

Fueron ellos dos prácticamente los únicos en ser identificados, de manera azarosa, por los agentes que intervinieron a petición de la dueña del establecimiento: como “no estaban haciendo nada ilegal” –dirían después– se quedaron tranquilamente para facilitar a la policía su trabajo. Fueron los últimos en abandonar el bar. Días después llegó la “sorpresa”, con la denuncia de la empresaria, las acusaciones de haber provocado daños e incluso de haberla amenazado a ella personalmente (variables y no respaldadas finalmente por ningún testigo) y la condena, impuesta hace un año, que ha tenido en vilo desde entonces a los dos acusados.

Tras la decisión del juzgado, Carlos y Carmen tendrán que echar mano de todas las vías posibles, una vez agotada la ordinaria, para no ir a prisión (la primera de ellas, por urgente, conseguir aplazar la ejecución de las condenas).

“Chapa y se acaba” es, según explicó luego Carlos, “la amenaza y coacción” por él proferida para que el juez le aplicase la primera sentencia.

“No es un caso aislado”

“Sorprendidos” es también lo menos que se han mostrado los integrantes de Stop Represión Granada, el grupo que ha apoyado a los dos acusados desde el principio, y que el pasado 13 de mayo, mientras los jueces deliberaban la sentencia hecha pública ayer, presentaban hasta 200 autoinculpaciones en los juzgados de Plaza Nueva como protesta, solidaridad y denuncia para con el caso “absolutamente desproporcionado” de Carmen y Carlos; “víctimas”, sostienen, de la “criminalización de los movimientos sociales” surgidos tras el 15 de mayo de 2011.

Portavoces del colectivo han declarado a eldiario.es/Andalucía que “no puede consentirse” una resolución de este tipo, ya que, amén de la “desproporción y la injusticia” de la sentencia, abre la puerta a que “pueda volver a pasar a cualquier persona, en cualquier momento”. “Vergonzoso”, dicen, “que de una protesta pueda derivar algo de este calibre”.

La Plataforma (que está “dispuesta a cualquier cosa” para evitar que Carmen y Carlos pisen la cárcel) se encontraba reunida en la tarde del martes para decidir los pasos a seguir, y ya han convocado una concentración de protesta el próximo viernes, día 30, a las 19 horas, en la sede de la Subdelegación del Gobierno en Granada.

En nota de prensa, Stop Represión Granada recuerda asimismo que no es éste “un caso aislado”: “Centenares de personas han sido condenadas por participar en piquetes durante la Huelga General del 29M por el mismo delito”. Sólo en 2014 “hay más de 40 procesos penales abiertos contra personas por participar en huelgas, sumando un total de más de 140 años de cárcel las peticiones de pena de la Fiscalía” señalan. “Sabemos que los fiscales tienen órdenes de llevar a los tribunales la represión policial de las calles. Sin duda alguna estamos asistiendo a una persecución contra las movilizaciones y luchas sociales propia de regímenes autoritarios”.

“No saben cómo pararnos”

“No saben cómo pararnos”“… No saben cómo pararnos”, decía Carlos, hace apenas dos semanas en las puertas de los juzgados de Plaza Nueva, ante los varios centenares de personas que se habían acercado a mostrarles su apoyo. Con faringitis y megáfono en mano: “Se han dedicado a acribillarnos a multas, pero como ven que seguimos saliendo a la calle, aun robándonos el sueldo, ahora nos meten miedo con la cárcel… No lo han conseguido”. La multitud aplaudió.

Unos metros más allá, y mientras en el edificio los jueces decidían lo que se acabó sabiendo ayer, Carmen se lamentaba de aquella decisión de haber esperado a la policía en aquel bar, aquella noche de huelga: “Hay que ver qué dóciles llegamos a ser, qué obedientes”, decía. “Como niños pequeños”.

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