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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Rodea el Parlamento de Andalucía: “Las mujeres ni somos un peligro de salud ni tenemos culpa de la pandemia”

Elaboración de pancartas ante la puerta principal del Parlamento andaluz.

Antonio Morente

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La pancarta, de un morado rabioso, se ha colocado en la reja exterior del Parlamento andaluz, frente a la fachada principal. Seis altavoces de gran tamaño difunden cada cierto tiempo, y alternados con canciones reivindicativas, los mensajes consensuados por Feminismos Diversos Sevilla para sus acciones de este Día Internacional de la Mujer, que han arrancado con un llamamiento a rodear de manera simbólica la sede parlamentaria.

-Perdona, ¿tienes una copia del manifiesto?

A la petición, la vocera (“no tenemos portavoces ni representantes, sino voceras”, han aclarado antes) entrega un contundente documento de siete páginas. La cara del que recibe el texto lo tiene que decir todo, porque la vocera se ve impulsada a dar una explicación.

-Es gordo, sí, por eso lo leemos por partes.

“Fuimos culpadas de una pandemia”, reza el manifiesto en su primer párrafo. “Porque el problema no es la multitud, el problema somos nosotras”, continúa, para abrochar estas primeras líneas con una advertencia clara: “Pues bueno, lo seguiremos siendo”.

Ganas de reivindicar

La cita era al mediodía, pero las consignas y los mensajes reivindicativos no entienden de horarios, así que un buen rato antes ya ha cogido el acto velocidad de crucero. Un centenar de asistentes, calculan las organizadoras, pero lo cierto es que conforme pasan los minutos se va incorporando más y más gente, lo que lleva a los agentes de la Policía Nacional allí desplazados a pedir que se deje un espacio en la acera para que pasen los transeúntes, que si no se tienen que bajar a la calzada y no es plan. Al final se forman dos hileras entre las que desfilan los peatones, aunque los policías seguirán insistiendo una y otra vez intentando que los manifestantes se acerquen más a la valla y así liberar más espacio de acera.

“La Policía nos está metiendo para adentro, que no lo termino de entender porque esto es una concentración, pero bueno, nos estamos llevando bien”, señala Rosaria Sessa, otra de las voceras y que forma parte de la Asamblea Feminista Unitaria Sevillana (AFUS). “Con la pandemia llegaron las fuerzas de seguridad, que cayeron más duramente sobre compañeras racializadas y en situación de calle”, pregona en ese momento a toda voz la lectura (fragmentada) del manifiesto.

Hay que estar en la calle

Se han repartido cartones con mensajes de lo más variopinto, aunque hay una idea que se repite en las declaraciones una y otra vez: pese a la pandemia, hay que mantener la presencia en la calle. Con actos que no sean masivos, con mascarillas (abundan las de color morado), con distancia de seguridad, pero “es importante no renunciar a la calle”, redunda Rosaria Sessa. Todo lo contrario, coinciden, es renunciar a un espacio de visibilidad que tanto ha costado conquistar y, de paso, dárselo en bandeja a la ultraderecha.

La megafonía anuncia que ahora vamos con las sevillanas feministas, una versión tuneada para la ocasión del ‘Sueña la margarita’ de los Amigos de Gines. “Sueñan las feministas con sus derechos”, arranca la primera, y una pareja de mujeres se anima a bailarlas junto a la pancarta principal, la que proclama que ‘Si las mujeres bajan los brazos, se cae el cielo’. “Y yo hermana digo que todas juntas y yo hermana, digo que todas juntas somos manada”, remata el estribillo de las dos primeras.

A la escena asiste muy tranquilo, con su pañuelo lila claro al cuello, Osín, que es el perro guía de Susana Falcón, que cuenta que “el año pasado ya vino, a él lo que le gusta es ver gente y alboroto”. Osín llegó poco antes para darle el relevo a Imelda, que fue su guía durante años pero se tuvo que prejubilar porque está enferma, aunque se quedó con ella. “Compañía no me faltó en el confinamiento”, recuerda, al tiempo que resalta la importancia de que se hayan dado cita también mujeres con diversidad funcional como ella misma, que tiene dificultades visuales. “Pero eso que te lo cuente Coral”, anima.

Lazos morados de distancia

Para llegar hasta Coral hay que pasar de la primera a la segunda fila, en las que los asistentes (básicamente mujeres, pero también algún que otro hombre) guardan la distancia sosteniendo por cada extremo lazos morados. El ambiente es festivo, alternándose en los altavoces la lectura del manifiesto con canciones de mensaje feminista, aunque de vez en cuando la megafonía para y se aprovecha para cantar. “El feminismo camina palante, el machismo camina patrás”, se grita ahora. 

Antes de alcanzar a Coral, Esperanza Luengo pide que le hagan una foto con su móvil. “Que se vea bien la pancarta”, ruega. “Siempre vengo el 8M, pero este año, como se estaba poniendo el foco en que la protesta de las mujeres parecía el único problema, me parecía importante asistir a cualquier acto”, apunta. “Esto es una manera de criminalizar al movimiento feminista, cuando las mujeres somos las grandes cuidadoras de esta sociedad, nunca vamos a ponerla en peligro”, apostilla.

Emergencia social y feminismo

Y es cierto, la distancia de seguridad se mantiene, y si los espacios se estrechan es porque la Policía sigue insistiendo en aclarar la zona. ‘Ante la emergencia social, el feminismo es esencial’, reza la pancarta. “Por favor, intentemos no ocupar todo el acerado”, dice una de las voceras.

A todo esto, Coral es Coral Hortal, de la Asociación de Personas con Diversidad Funcional, que ha acudido a la cita en su silla de ruedas junto a Eugenia Carrasco. “Mientras no haya igualdad hay que seguir saliendo a la calle”, cuenta, y este 8M no iba a ser menos. “Las acusaciones que nos han hecho por nuestras concentraciones son un agravio comparativo con otros colectivos”, lamenta, por eso “hoy es una obligación estar en la calle”. “Las mujeres ni somos un peligro de salud ni tenemos culpa de la pandemia”, remata.

Sensibilidades del feminismo

A las filas se suman la concejal de Adelante Sevilla Sandra Heredia y el parlamentario Nacho Molina, que empezó la legislatura en Adelante Andalucía y ahora es diputado no adscrito por aquello de las cuitas internas. ‘Sin trans y sin putas no es feminismo’, proclama una pancarta cerca, con lo que queda claro el posicionamiento de las convocantes dentro de las distintas sensibilidades del feminismo.

Ahora suena el ‘Bella ciao’ con letra para la ocasión. Hay recuerdos constantes para las compañeras de Madrid, donde se han prohibido las concentraciones. “Si nosotras paramos se para el mundo, porque paramos los cuidados y el consumo”, prosigue el manifiesto. Las filas crecen y al final acaban formando una ‘U’ de considerables dimensiones, con un brazo por la calle Don Fadrique y otro por San Juan de Ribera, hasta la puerta lateral del Parlamento. Vale que no se ha rodeado por completo y que la propuesta era simbólica, pero no está nada mal la cosa. Se suceden las consignas, algunas de corte clásico y otras más bien subidas de tono, pero nadie se va a ruborizar por eso. Se canta y se baila con aires de fiesta, aunque sin perder el tono reivindicativo que lanzan pancartas como la que recuerda ‘8M. Todos los derechos. Todos los días. Todas las mujeres’. Carteles así tienen que verse y por eso, repiten, es tan importante estar en la calle con pandemia y todo.

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