El año con más agua en una década no logra recuperar el acuífero de Doñana
Doñana ha vivido su primer año húmedo en mucho tiempo, concretamente en 13 años, la mayor racha seca desde 1970. Y pese a que ha llovido hasta un 123% por encima de la media, lo cierto es que todo esto casi no ha tenido reflejo en la situación del acuífero que alimenta el enclave: su situación sigue siendo crítica por la sencilla razón de que se sigue sacando más agua de la que entra.
“Una recuperación del acuífero requiere no un año aislado, sino un nuevo periodo húmedo”, señala el último informe de situación elaborado por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG). Si no es posible encadenar varios ejercicios con agua, para que las cosas mejoren al menos es necesario volver a la “alternancia acostumbrada”, cuando el periodo medio entre años húmedos era de tres años. Pero esto no ocurre desde 2011/12.
La precipitación del últio año hidrológico (de octubre de 2024 a septiembre de 2025) ha sido de 671 mm, gracias sobre todo a que el invierno fue muy húmedo, un 205% por encima de la media. Pero no ha ayudado a que se ha vivido el segundo año más caluroso del que hay registros, con 19,2 grados (el récord está en 19,3), consolidándose un cambio de comportamiento el frío tardó mucho en llegar y el estiaje más fuerte empezó muy pronto, con un mes de junio superior a la media de julio.
Algo mejor para las lagunas
La conclusión meteorológica es que “no hay años frescos como los de antes, los medios son asi cálidos y los cálidos lo son más que antes”. Es decir, que el ambiente es más caluroso, lo que precipita a mayor velocidad la evaporación del agua. Esto propicia que el informe de la Confederación sea muy similar al del año anterior, alertando de que “hay indicios de deterioro” en el acuífero.
De hecho, en la mayoría de zonas hay menos agua subterránea de la que correspondería teniendo en cuenta lo que ha llovido. Resulta “especialmente preocupante” la situación del sector de las lagunas, “ya que se trata de una zona del máximo valor ambiental”. El valor promedio de la superficie inundada en estas masas de agua (de 22,1 hectáreas) ha sido en este último ejercicio un 70% de la media, que se sitúa en 30,6 hectáreas.
La única buena noticia la ha dado Santa Olalla, la más grande, que tras tres años seguidos secándose esta vez ha mantenido una amplia lámina de agua. A eso ayuda que tiene una cierta distancia con el asentamiento urbano de Matalascañas, ya que todas las lagunas que están más cerca han vuelto a secarse por las fuertes extracciones de agua que se registran sobre todo en verano.
La conclusión es que la tendencia a largo plazo “tiene una evolución desfavorable”. De los 16 sectores en los que se divide el acuífero, sólo dos presentan una situación que invita al optimismo, con lo que se calca lo ocurrido en el último año hidrológico. En 2012/2013, por ejemplo, era siete los sectores que estaban mal, encadenando ya tres ejercicios seguidos en los que se duplica esta cifra.
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