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El vuelo a Nueva York desata un nuevo capítulo de la rivalidad Sevilla-Málaga y pone en un aprieto al PP sevillano

Antonio Muñoz y Francisco de la Torre, en Málaga el pasado agosto.

Antonio Morente

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Málaga se ha llevado el gato al agua de un vuelo directo con Nueva York, confirmado este miércoles por United Airlines, lo que implica que la capital costasoleña (y con ella Andalucía) recupera una conexión que ya tuvo hasta 2019 en el que es el aeropuerto más importante de la región. Hasta ahí, todo dentro de una cierta normalidad que sin embargo no se ve igual desde Sevilla, donde estaban más que convencidos de sus opciones para hacerse con una línea en la que llevaban años trabajando con la casi certeza de que esta vez iba a ser la definitiva. A todo esto se le añade una deriva política que ha puesto en un aprieto al PP por partida doble: por un lado, el candidato popular a la Alcaldía sevillana, José Luis Sanz, ha vuelto a ensalzar a Málaga para desmerecer al regidor hispalense, el socialista Antonio Muñoz; y por otro, el gobierno local ha denunciado que la Junta de Andalucía (gobernada por el PP) “está gestionando la política turística por interés político en contra de Sevilla”. Y de fondo, la ancestral rivalidad entre ambas capitales.

El anuncio de que United Airlines se lleva el vuelo a la Costa del Sol ha caído como un jarro de agua fría en Sevilla, donde Antonio Muñoz venía repitiendo últimamente su convencimiento de que se conseguiría a corto plazo. El varapalo fue aprovechado por José Luis Sanz vía Twitter para cargar contra el regidor: “Parece que Málaga vuelve a adelantar de nuevo a Sevilla. Y la culpa la tiene el alcalde, incapaz de gestionar nada ni atraer el vuelo a Nueva York. Muñoz lleva desde 2017 anunciándolo, y tras cinco años tenemos otro fracaso y otra oportunidad que se aleja”.

No es la primera vez que Sanz juega la carta de la comparación entre Sevilla y Málaga, contraponiendo lo que a su juicio es un desastre a los mandos del PSOE con la fortaleza de Málaga gracias a la gestión del PP con Francisco de la Torre al frente. El argumento es habitual en la estrategia del candidato popular a la Alcaldía hispalense, como cuando puso a Málaga como ejemplo de “limpieza y uniformidad en el paisaje”, cantando sus bondades frente a lo mal que ve a Sevilla. El gobierno sevillano replicó entonces que no estaba dispuesto “a entrar en una guerra de comparaciones entre ciudades”.

Málaga, modelo para Sevilla

La jugada no está exenta de un cierto riesgo para Sanz, que se expone a que tanto halago a Málaga no sea muy bien entendido en Sevilla, por mucho que estemos en el contexto de unas elecciones municipales que se celebrarán en mayo del año que viene. El candidato popular intenta vender que su modelo de gestión es el mismo que el de la capital de la Costa del Sol, y que de hecho es el que asegura que implantó en el municipio de Tomares en los 14 años que fue su alcalde. Pero una cosa es decir que Sevilla está más sucia que Málaga (lo que pueden compartir muchos sevillanos) y otra esgrimir el vuelo a Nueva York, lo que desde el Ayuntamiento hispalense se ha visto como hurgar en la herida.

Y si el PP intenta hacer equilibrios en el ámbito local para que las referencias a Málaga no se entiendan como un menoscabo a Sevilla, el otro frente que se le ha abierto es el del agravio por parte del Ejecutivo andaluz, en manos populares con Juan Manuel Moreno al frente. Tras años en los que era Málaga la que esgrimía el argumento del favoritismo a Sevilla de la Junta gobernada por el PSOE, ahora la situación es justamente la contraria. Y así lo ha expresado el Ayuntamiento sevillano con un comunicado que no deja mucho margen a la ambigüedad, en el que al hilo del vuelo a Nueva York ha lamentado que la Junta de Andalucía “está gestionando la política turística por interés político en contra de Sevilla”.

De paso, ha aprovechado para cargar contra el PP sevillano para que “exija” al Gobierno andaluz “el mismo ímpetu que ha tenido con otras conexiones aéreas porque el turismo en nuestra comunidad autónoma no es sólo Málaga”. De hecho, Muñoz ya había pedido expresamente el apoyo de la Junta para que llegasen al aeropuerto de San Pablo el vuelo de Nueva York y algunos de Asia, al hilo de cuando el anterior consejero de Turismo, Juan Marín (Ciudadanos), apoyó líneas de Sevilla con Buenos Aires y Santiago de Chile. Aquello fue antes de la pandemia, y propició una reacción fulminante por parte del alcalde malagueño, Francisco de la Torre: “Si la Junta deja de lado al aeropuerto de Málaga, tendrá que explicarlo”.

Una “traición del PP”

El malestar del Consistorio sevillano también lo alimenta el hecho de que la Junta está presente en la Mesa de Conectividad Aérea del aeródromo hispalense, de ahí que incida en una “traición del PP por interés puramente político” y lo interprete como “un desprecio absoluto al propio sector turístico de la ciudad”. Por ello, el gobierno local ha anunciado que “seguirá trabajando con o sin apoyo de la Junta de Andalucía” para lograr la conexión aérea directa con EEUU.

La potencia de ambos aeropuertos no admite comparaciones, porque en el prepandémico 2019 (aunque 2022 ya camina en términos muy similares) el Málaga-Costa del Sol rozó los 20 millones de pasajeros y San Pablo rondó los 7,5 millones, aunque ahora ha aumentado su capacidad con la vista puesta en alcanzar los 10 millones. Eso no quita para que desde Sevilla se entienda que el perfil del viajero que llega desde Nueva York conecta mejor con su oferta turística.

A todo esto, las relaciones entre los dos ayuntamientos son formalmente exquisitas, como externalizaron ambos regidores en una reunión informal en agosto en plena Feria malagueña. De la Torre no ve tan claro como Muñoz lo de aplicar una tasa turística, aunque su postura ya no es tan contraria como antes, pero de lo que no quiere ni oír hablar es de la ley de capitalidad que reclama Sevilla, y que la Junta ha admitido abordar en una mesa institucional de nueva creación. En definitiva, nada nuevo en el pulso tradicional entre ambos capitales, con la novedad de que esta vez es el PP el que se ve obligado a hacer más equilibrios políticos para no quedar mal ni con unos ni con otros, lo que parece complicado a siete meses de las elecciones municipales.

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