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Susana Díaz abre la caja de los truenos al plantear que en el PSOE no la quieren como candidata “por ser mujer”

Susana Díaz, este martes en el municipio granadino de Campotéjar.

Antonio Morente

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La campaña de las primarias del PSOE andaluz a la Presidencia de la Junta dio este martes un giro inesperado al poner sobre la mesa la candidata Susana Díaz una cuestión extremadamente sensible en un partido que ha hecho bandera de la lucha contra la desigualdad entre hombres y mujeres. Y es que la expresidenta andaluza ha planteado que en su partido no la quieren como candidata por el hecho de ser mujer, sugiriendo así que sufre un trato discriminatorio y a que en el PSOE hay pulsiones machistas.

Díaz tenía agenda este martes en Granada, visitando por la mañana los municipios de Nigüelas y Campotéjar, y desde allí llegó una nota de prensa que abría la caja de los truenos al denunciar que “hay compañeros a los que sí les ha permitido seguir pese a haber perdido las elecciones, y yo las he ganado y me piden renovación”. El latigazo lo dejaba a continuación en forma de doble pregunta retórica: “¿Por qué a mí no? ¿Porque soy una mujer?”.

Desde Ferraz y desde Andalucía

No hubo ni una sola mención más, y ningún comentario o mensaje en redes sociales en esta línea. Sólo una doble pregunta que supone abrir una senda muy espinosa, y es que ni más ni menos está denunciando actitudes machistas en el seno del PSOE. Y el destinatario del mensaje es múltiple, ya que esa renovación, ese reclamarle que dé un paso al lado, se le ha hecho tanto desde la dirección federal del partido en Ferraz como desde la propia Andalucía por no pocas voces.

Díaz enmarca sus acusaciones en una denuncia general de que no se la quiere como candidata, lo que se traduce por ejemplo en “las presiones que están sufriendo algunos compañeros de agrupaciones pequeñas para forzar su voto” y que no la respalden, dice la nota en tono acusatorio. “Así no debe continuar este proceso”, apostillaba este martes, entroncando de esta manera con la crítica que hizo de que el proceso de primarias se había abierto “a empujones”.

La primera presidenta de Andalucía

Sugerir que es víctima de machismo es una acusación especialmente simbólica viniendo de Susana Díaz, que en 2013 se convirtió en la primera mujer en alcanzar la Presidencia de la Junta de Andalucía, además de la Secretaría General del PSOE andaluz. Su doble nombramiento se proclamó entonces como un ejemplo del cambio de los tiempos, con la coincidencia general de que, tras más de 30 años de autonomía en la comunidad, ya tocaba que una mujer ejerciera el poder desde San Telmo.

La ahora candidata insiste una y otra vez en que, en contra de la sensación que se transmite, ella ganó en 2018 las elecciones y con bastante diferencia con respecto al PP. Y realmente, nunca ha sido derrotada en unos comicios: alcanzó la Presidencia de la Junta tras la renuncia de José Antonio Griñán, se impuso en 2015 y repitió victoria en 2018, con la diferencia (al margen de una progresiva pérdida de escaños) de que si en 2015 Cs le brindó su apoyo, en 2018 el partido naranja se alió con el PP y a ello se unió el apoyo extraparlamentario de la ultraderecha de Vox.

Una situación que vivió Espadas

Su argumento principal es el de que nunca ha sido derrotada, y que por eso tiene derecho a ser cabeza de cartel, algo que insiste en que le niegan muchos en su partido. En cambio, otros compañeros perdieron las elecciones pero no hubo discusión sobre su liderazgo, presentándose en los siguientes comicios. Es una situación que vivió por ejemplo Guillermo Fernández Vara en Extremadura... y el mismísimo Juan Espadas, su principal rival en estas primarias, en la lucha por la Alcaldía de Sevilla.

Espadas perdió en 2011 (el PP de Juan Ignacio Zoido sacó la mayoría absoluta más abultada de la historia democrática en unas municipales en la capital hispalense) y volvió a ser derrotado en 2015, aunque el hundimiento del PP y las alianzas posteriores con formaciones de izquierda le permitieron ser alcalde. Ya como regidor, en 2019 logró un holgado triunfo, aunque sin mayoría absoluta.

Al margen de la acusación velada de machismo en su partido, Díaz denunció este martes que lleva “dos años sufriendo ataques” para forzar su renuncia. Y en un mensaje que sí busca acuse de recibo en Ferraz, la candidata socialista ha recordado que “no se nos ha permitido hacer nuestro congreso como al resto, para hablar del partido y de los proyectos”. Una “adulteración del orden” de los procesos orgánicos con la que se querría evitar que “haya una autonomía total de los andaluces para decidir su presente y su futuro”, abundando así en la línea de que Espadas es un candidato teledirigido desde Ferraz para así hacerse con el control de la principal agrupación socialista de España, con más de 46.000 militantes.

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