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Cuando los partos salieron de las casas: la historia de María Victoria García Ochoa, “la matrona” de Monreal del Campo

María Victoria García Ochoa en su orla

Isabel Traver

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Recién salida de la facultad, María Victoria llegó a Monreal del Campo a mediados de los años 50, para la que sería su primera toma de contacto con la profesión. A partir de entonces, su nombre siempre quedaría ligado a un alias, el de “la matrona”. Dedicó su vida a ayudar a mujeres en el parto, hasta que este pasó de la esfera privada, -de un ámbito familiar con partos en las casas, asistidos o no- a la esfera pública, con la hospitalización de las embarazadas. Entonces su vida tomó un rumbo un poco distinto, aunque también ligado al cuidado y la salud, María Victoria se sacó la oposición de practicante y ejerció hasta 2007, cuando se jubiló con 70 años.

Pero el documental que se presentó hace solo una semana en Monreal, el pueblo que vio desarrollarse profesionalmente a la protagonista y donde ha vivido casi 50 años, se centra únicamente en esa primera etapa como matrona. La periodista Elisabeth López Orduna, que investiga y estudia la maternidad en el siglo XX, quiso reflejar en un biopic la labor fundamental que llevó a cabo María Victoria en la localidad, y cómo su presencia supuso un cambio importante en la atención sanitaria a los partos.

En aquellos años, disponer de una matrona en el pueblo era casi un privilegio, y la excepción a la regla. Solo los municipios de mayor tamaño disponían de una y por aquel entonces, Monreal del Campo contaba con unos 3.000 habitantes. En las localidades más pequeñas las mujeres dependían del practicante o de las parteras, vecinas que tenían ciertas habilidades y asistían en los partos, pero que no contaban con conocimientos médicos. Esta fue también la dinámica en Monreal, hasta que un anuncio en los periódicos de la época solicitando este servicio hizo que María Victoria empaquetase sus pertenencias y desde Zaragoza, pusiera rumbo a esta localidad del Jiloca turolense. 

Para Elisabeth López Orduna, directora del documental “La matrona”, la labor que realizaba García despertó su admiración y respeto. Ella ha dedicado parte de su carrera a estudiar sobre la maternidad en el siglo XX e incluso elaboró otro documental previo en el que entrevistaba a mujeres de su pueblo, Lécera, que narraban sus experiencias de cómo había sido parir en casa. En muchos de estos casos los relatos eran muy duros, con partos sin asistencia o con la ayuda de vecinas, con infecciones y complicaciones posteriores que habían puesto en peligro la vida del bebé y de la madre.

Elisabeth y María Victoria se conocieron precisamente en la presentación de este documental en Monreal del Campo y a la periodista le impresionó conocer el testimonio de esta matrona, con experiencias tan diferentes a las que le habían contado hasta entonces las mujeres de Lécera y alrededores. “Me hablaba de una manera de proceder que no tenía nada que ver con lo que yo había escuchado de las otras mujeres, y tras hablar con ella y conocer su historia empezó a gestarse este documental, propuse a María Victoria contar esta etapa de su vida con imágenes y ella aceptó”, explica la periodista.

Una vida dedicada a cuidar de otras mujeres

El biopic narra, en primera persona, la historia de cómo llegó a ser matrona. María Victoria explica que procedía de una familia muy humilde de Allo, un pueblo de Navarra. Ya entonces escuchaba a su tía y a su madre hablar sobre cómo esta primera atendía y asistía en algunos partos. Los buenos resultados que obtuvo en el colegio y sus capacidades ya entonces patentes, hicieron que las monjas y curas del municipio sufragasen sus estudios de bachiller y universitarios. Así es como pudo pagar hasta dos carreras, la de matrona y la de practicante. El segundo año de carrera y las prácticas las llevó a cabo en el hospital de la Maternidad, en Zaragoza, allí fue donde leyó el anuncio que la llevaría hasta Monreal. 

Después, el documental se centra en sus años de profesión, con anécdotas como cuando María Victoria debía asistir a mujeres que vivían alejadas del pueblo, en masadas, y caminaba hasta ellas acompañada de su perro. También de cómo hacía seguimientos a sus vecinas antes y después del parto para comprobar que todo marchase bien. Incluso se narra cuando María Victoria pudo comprarse su primer coche, un 600, lo que le evitó sus largos paseos para visitar a sus pacientes. Tampoco faltan testimonios de los partos, algunos complejos y duros, que también formaron parte de su carrera, pero que ella afrontaba con mucha confianza en sí misma.

“María Victoria es una mujer muy valiente, que lo dio todo por el bien de su profesión y que nunca dejó de formarse. Era muy avanzada para la época y motivaba a otras mujeres a estudiar porque le dolía ver cómo trabajaban en el campo y luego su labor seguía en casa, donde se hacían cargo de todo. Veía esas diferencias entre hombres y mujeres y no le gustaban”, cuenta López Orduna.

En Monreal no hay nadie que no conozca a María Victoria y la labor que desempeñó por el pueblo. “Ella siempre se ha mostrado muy orgullosa de su pueblo de acogida y en Monreal la quieren y aprecian muchísimo. No solo por su desempeño como matrona, ella era una persona muy humana, muy cercana y atenta”, apunta la directora del biopic.

El cariño hacia la protagonista se hizo notar el pasado sábado en Monreal. Al estreno acudieron tantos vecinos que tuvo que proyectarse hasta tres veces, con una sala completamente llena.

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