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La localidad de Ricla se moviliza para evitar el derribo de su cárcel y su horno medievales

Los deteriorados edificios de lo que fueron el horno comunal, la carnicería y la cárcel de Ricla albergaban las reuniones del concejo local en el siglo XIII

Eduardo Bayona

Zaragoza —

Ricla se enfrenta a la posibilidad de perder tres edificios históricos que forman un conjunto único en Aragón: la antigua cárcel y la carnicería y el horno de pan comunales, datados entre la Edad Media y el siglo XVIII y ubicados en la plaza conocida como de la Carnicería o de la Lonja.

El estado de abandono en el que se encuentran desde hace años ha provocado un notable deterioro que ha llevado al Ayuntamiento a ordenar su derribo a los propietarios de los edificios, ya que su estado, cercano a la ruina, ha provocado el riesgo de que puedan desplomarse sobre la plaza a la que dan forma.

Las dueñas de los edificios acordaron con el Ayuntamiento el derribo tras visitar los inmuebles acompañados por un técnico, después de que algunos vecinos alertaran del riesgo que supone su estado.

“Han estado abandonados mucho tiempo, desde que se dejó de usar el horno a principios de los años 80. Hay partes totalmente hundidas”, explican fuentes de la Plataforma para la Recuperación del Patrimonio de Ricla. Sin embargo, carecen de ninguna figura de protección pese a que la posibilidad de impulsar su catalogación llegó a ser debatida en el ayuntamiento hace unos años.

Edificios de uso comunal desde la edad media

El uso comunal de los edificios en los que se encuentran la cárcel, el horno y la carnicería viene de la edad media, ya que bajo los cobertizos en los que después se habilitó esta última se reunía el concejo local ya en el siglo XIII, según explican desde la plataforma, que reclaman la intervención de las instituciones para evitar su demolición.

No existe certeza sobre la fecha en la que fueron construidos los edificios que ahora amenazan ruina, aunque sí está datado que el horno fue trasladado allí en 1730 desde la plaza de la iglesia cuando esta fue reorientada. Fue reformado a principios del siglo XX. El espacio que ocupaba la carnicería fue utilizado como leñera, para lo que se cerró el soportal.

El horno y la carnicería fueron dos de los negocios históricos de los señores de Ricla desde la declaración de su abolengo: eran de uso exclusivo y obligatorio por el vecindario (no se podía cocer pan ni comprar carne en otro establecimiento) y los gestionaban los comerciantes a los que se les alquilaba, una situación que se mantuvo hasta las desamortizaciones de mediados del siglo XIX, cuando fueron “privatizados”, cárcel incluida.

Su último dueño fue la Casa de Alba, a la que llegó tras emparentar con los condes de Ricla, un título creado por Felipe II en 1589.

“Pretendemos que alguien haga algo para protegerlos”

En el caso de la cárcel, las paredes conservan grafitis y dibujos de espadas y de puñales, e incluso la representación gráfica de una pelea de gallos, además de varios textos de temática religiosa.

“Están en lo que fue la principal plaza de Ricla hasta que se construyó el ayuntamiento”, explican desde la plataforma. En esa zona se levantaban las casas de las órdenes del Hospital y del Temple. “Es el cogollo histórico de Ricla junto a la iglesia, el ayuntamiento y la casa palacio del castillo”, anotan.

“Pretendemos que alguna institución haga algo por protegerlos y conservarlos. Hasta ahora nadie ha hecho nada”, indican.

La situación es similar a la que se dio con el castillo, transformado en palacio tras su abandono en el siglo XVI y que acabó en manos del ayuntamiento tras cedérselo el propietario al no poder asumir los costes que requería la rehabilitación de las techumbres de madera. El consistorio inició hace unos días los trabajos tras recibir una subvención de la Diputación Provincial de Zaragoza.

El deterioro del castillo motivó la constitución de la plataforma, que ahora se ha reactivado para tratar de evitar la pérdida de los edificios históricos de la plaza de la Lonja.

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