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“Lingüistas franceses y alemanes hacían tesis sobre el aragonés cuando era impensable en la Universidad de Zaragoza”

El historiador Óscar Latas.

Ana Sánchez Borroy

Zaragoza —

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¿Cuándo empezaron a impartirse asignaturas sobre la lengua aragonesa en las universidades? Es la pregunta que responde Óscar Latas (Sabiñánigo, 1968), licenciado en Geografía e Historia y diplomado en Magisterio, en su libro Precursores en la Enseñanza Superior de la Lengua Aragonesa. Para sorpresa de muchos, el pionero fue un francés nacido en Saint-Maurice-sur-Moselle, a más de la 1.000 kilómetros de la frontera francesa con Aragón: Jean-Joseph Saroïhandy.

¿El aragonés se enseñaba en las universidades hace ya un siglo?

Sí, la verdad es que también fue una sorpresa y una alegría para mí descubrir que hace justo un siglo el aragonés ya se impartía en las universidades. Se suele afirmar que el comienzo de la enseñanza superior de la lengua aragonesa es un fenómeno reciente en el tiempo, de los años 70 del siglo pasado; también que era una enseñanza optativa y precaria en la Universidad de Zaragoza y que se impartía en exclusiva en Aragón. Esto es cierto para la enseñanza reglada universitaria, pero no es menos cierto que hubo una serie de pioneros que realizaron sus primeros cursos de aragonés en enseñanza superior universitaria ya a comienzos del siglo XX y fuera de nuestras fronteras. En la Universidad de Zaragoza, históricamente, el aragonés sólo estuvo presente en la vida universitaria en Huesca en algunos actos lúdicos o festivos a finales del siglo XVII: alguna representación teatral que recogió el padre Simón Plaza, que era profesor de Retórica, de la Escuela de Gramática, de la Universidad Sertoriana. Modernamente, en la Universidad de Zaragoza, nos tenemos que ir al siglo XX para encontrar cuándo se introduce el aragonés, que fue en la Facultad de Filosofía y Letras, con una asignatura que se denomina “Filología aragonesa” en 1977. Posteriormente, en Magisterio, en Huesca, en 1986. Y luego, en cuanto a estudios de aragonés en la Universidad, desde el curso 2011 en Huesca se imparte el diploma de Especialización en filología aragonesa. Y desde 2020, hay una Mención en lengua aragonesa también en esta Facultad del Alto Aragón. También tendríamos la cátedra Johan Ferrández d’Heredia de Lenguas propias y la presencia del aragonés en los cursos de verano. Este año precisamente, hemos tenido uno sobre aragonés y catalán en la literatura de Aragón. 

¿Cómo surge la enseñanza de aragonés de hace un siglo?

El pionero es un francés, Jean-Joseph Saroïhandy, un lingüista que estuvo realizando encuestas en 135 localidades del Alto Aragón desde 1896 hasta 1913. Con esos datos obtenidos de lengua viva, elaboró un archivo que permanecía en Burdeos y que dimos a conocer hace unos años. Entre sus papeles, encontramos que había impartido unas clases de aragonés. Eran clases de aragonés, de catalán y de euskera que impartió en dos instituciones de París: en la École pratique des Hautes Études, y, sobre todo, en el Collège de France, entre 1920 y 1924, hace ahora justo un siglo. En concreto, impartió clases como profesor de una asignatura cuatrimestral de quince clases en tres cursos. Del curso 1919 al 1920, dedicó la enseñanza a los dialectos aragoneses; de 1921 al 1922, al aragonés antiguo y moderno; y del 1922 al 1923, al aragonés aljamiado. Posteriormente, un alumno de Saroïhandy, un vasco, Odón Apraiz Buesa, con sus apuntes de clase, realizó en 1933 un curso de aragonés en la Universidad de Barcelona, en doce sesiones, que titula: “Dialectos pirenaicos de Aragón”. Son los dos primeros cursos de aragonés que tenemos documentados: el de París en los años 20 y el de Barcelona en 1933.

¿Por qué Saroïhandy tuvo interés por conocer las lenguas del Pirineo?

Vino a estudiar expresamente el aragonés gracias a Joaquín Costa, porque leyó un artículo que Costa había publicado en 1897 sobre el aragonés. Al leerlo, Saroïhandy se trasladó para encuestar sobre esos dialectos de transición sobre los que nada se sabía en el mundo filológico de la romanística europea. Entonces, se encuentra con una lengua que él sólo conocía en los textos medievales. Empieza a investigar, a recopilar datos, a publicar y pasa toda su vida dedicado al aragonés y a las lenguas cercanas pirenaicas cercanas: el catalán, el euskera y el occitano. La documentación es muy interesante porque el aragonés a finales del siglo XIX tenía mucha más extensión territorial y estaba mucho menos castellanizado, claro. Era un aragonés mucho más puro que el que se conserva en la actualidad y, por tanto, se puede reconstruir el verdadero aragonés, aunque en esa época ya empezaba a estar castellanizado. 

De nuevo, como ocurre con el fotógrafo y pirineísta Lucien Briet, tuvo que venir un francés a descubrirnos parte de la riqueza de Aragón...

Suele pasar que hay siempre más aprecio por lo nuestro fuera de nuestras fronteras. La verdad es que resulta bastante curioso que viniera este lingüista francés, pero también que después vinieron a hacer tesis sobre el aragonés en todo el Pirineo alemanes, en los años 30. Por ejemplo, Fritz Krüger, Alwin Kuhn, Rudolf Wilmes o el inglés W. Dennis Elcock. Es decir, hubo una serie de personajes que vienen a hacer sus tesis sobre el aragonés, especialmente, hasta la guerra civil; cuando aquí todavía en la Universidad de Zaragoza era impensable.

¿Qué les atraía?

El desconocimiento que había sobre una lengua románica. Se habían estudiado el resto, pero el aragonés sólo se conocía por los textos medievales, no se sabía nada más. Entonces, claro, se encontraban con una nueva lengua románica y eso para ellos era un argumento para realizar tesis doctorales que en otras lenguas ya se habían escrito. 

¿Deberíamos desterrar la idea de dividir las lenguas entre lenguas cultas y lenguas populares?

Las lenguas son sistemas de comunicación. No son cultas ni no cultas. Son lenguas. Estudiar esta historiografía de la enseñanza del aragonés tiene un interés lingüístico y científico, pero también social: creo que es importante visibilizar a estos precursores de la enseñanza que impartieron estos cursos porque pone en valor que la impartición de la lengua aragonesa en la Universidad no es un capricho ni una moda, sino que es un fenómeno cultura académico con historia y, además, con un interés incluso internacional. Nos enraíza, nos da unos referentes históricos de que la enseñanza del aragonés no es una lengua que se hable en algunos valles del Pirineo donde la gente que se ha quedado allí lo habla de manera residual. No. Es una lengua románica, un sistema comunicativo que se enseñaba en las universidades europeas. Que ahora se esté recuperando en la Universidad de Zaragoza es un proceso normal y tardío. 

En ese sentido, ¿qué le parece la presencia que tiene hoy en día el aragonés en las universidades?

Creo que todavía es testimonial. Es cierto que se está avanzando lentamente. Al menos, ahora hace ya diez años que tenemos un Diploma de especialización en la Facultad de Huesca y hay una Mención en lengua aragonesa. Aunque llegan 20 o 30 años tarde, son iniciativas necesarias, pero son sólo un primer paso.

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