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La soledad: el problema de exclusión “más grave” en una sociedad que envejece

El 20 % de los habitantes de Zaragoza tiene más de 65 años

Marta Salguero

Zaragoza —

La soledad es el problema de exclusión “más grave” de la sociedad de este siglo, según la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes en Servicios Sociales. Los hábitos de vida imperantes, con núcleos familiares más pequeños y una mayor movilidad, favorecen esta realidad, que, aunque también afecta a los jóvenes, se agudiza en las personas de más edad.

Atender sus necesidades figura entre las prioridades de los ayuntamientos, que se enfrentan a dos tendencias al alza: el envejecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida. Un dato: en Zaragoza, el 20 % de los habitantes tiene ya más de 65 años, según el Instituto Nacional de Estadística.

Por ello, son muchos los programas prestados por los municipios para atender a sus vecinos. El servicio de teleasistencia es uno de los más extendidos. En Zaragoza, 10.129 domicilios cuentan con este dispositivo; en Huesca, 359 y, en Teruel, 500. A este servicio, se suman otros orientados a los cuidados y a la seguridad de las personas mayores, como la ayuda a domicilio, la colocación de dispositivos antiincendios, el protocolo de caídas con Policía Local o la Red de centros para personas mayores.

Medidas absolutamente necesarias, pero insuficientes para atender lo que desde la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales consideran el problema de exclusión más grave de la sociedad del siglo XXI: la soledad.

El comercio de proximidad y las asociaciones vecinales

“Los servicios sociales estamos preocupados y ocupados por la prestación de servicios que se pueden poner en un catálogo, pero nos olvidamos de esta otra dimensión más humana que es la compañía”, indica el responsable en Aragón de la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes en Servicios Sociales, Gustavo García.

Los elementos que favorecen una vida en soledad son fáciles de detectar. Familias con menos hijos; padres desbordados por la dificultad de conciliar la vida laboral y familiar y sin tiempo, por tanto, para atender a sus mayores; hijos que viven en ciudades o incluso países diferentes al de sus progenitores y, en general, una vida más individual y aislada del entorno más cercano.

Componentes a los que hay sumar el progresivo envejecimiento de la población y el descenso de la natalidad para comprender el cambio sustancial de la sociedad a corto plazo.

Ante esta realidad, García hace un llamamiento para crear redes de relaciones sociales. Para él, es primordial que la sociedad civil en su conjunto reaccione y que los ayuntamientos favorezcan ese acompañamiento de los mayores desde una posición más activa. Y ahí el comercio de proximidad se presenta como un “aliado fundamental” y el “sensor perfecto” para detectar a los vecinos que viven solos.

“El comercio es el lugar de encuentro entre vecinos y donde se conoce todo, saben quién vive solo, echan en falta si alguien lleva tres días sin aparecer a comprar el pan o sin ir a la farmacia a recoger la medicación el día que le toca…”, reflexiona.

Además del comercio, las asociaciones vecinales juegan también un papel determinante para tejer esas redes de colaboración dentro de los barrios. Si desaparecen las relaciones vecinales, se evapora también la vida local, que es la que, según García, sostiene a los mayores que viven solos. Además, “son planteamientos que benefician a todos, no solo a ellos, porque creamos sociedades más humanas e inclusivas”, comenta.

¿Qué hacen los Ayuntamientos de Zaragoza, Huesca y Teruel?

En Zaragoza, una de las ciudades que más gasto social dedica por ciudadano, se han puesto en marcha programas que van en esta dirección. Uno de ellos es el proyecto piloto ‘Nos gusta hablar’, iniciado en 2018 en el Centro de Convivencia de Santa Isabel para favorecer la comunicación entre mayores. Ha tenido tan buena acogida que se ha extendido a los centros de Salvador Allende y Terminillo, y se prevé llevar a otros barrios de la ciudad.

Los programas de envejecimiento activo; la red de comercios amigables de las personas mayores; los paseos cardiosaludables en colaboración con los centros de salud o el protocolo de caídas con la Policía Local son algunos de los proyectos dirigidos a este colectivo.

Pero son medidas centradas en los cuidados y en la seguridad de los vecinos, y no tanto en el acompañamiento. “Eso debe partir de la sociedad civil”, asegura la consejera de Derechos Sociales del Ayuntamiento de Zaragoza, Luisa Broto. No obstante, reconoce que los ayuntamientos pueden favorecer este tipo de iniciativas, sin dejar esa responsabilidad municipal de financiar medidas como el servicio de teleasistencia, el apoyo a domicilio o el protocolo anticaída. “A parte de todas estas medidas, está también el hecho de favorecer las relaciones vecinales bajo una política de dinamización de barrios”, recalca.

En Huesca, las políticas pensadas para personas mayores están también enfocadas a los cuidados materiales y personales. Cuentan con un servicio de teleasistencia, que prestan a 359 viviendas y otro de apoyo a domicilio para 308 domicilios. Además, se han colocado 96 detectores de humos y tienen previsto recuperar un programa que fue suspendido en 2011 por falta de recursos, que permitirá hacer un seguimiento más exhaustivo de las personas que viven solas, en coordinación con bomberos y policía local.

Y la capital oscense presume de una novedosa iniciativa para paliar la soledad, que, sin embargo, no ha tenido mucha acogida. Se trata del programa ‘Vive y convive’ que pone en contacto a los jóvenes que buscan una vivienda de alquiler con una persona mayor que reside sola. En la capital oscense, hay actualmente un joven universitario que convive con una persona mayor, explica la concejal municipal de Servicios Sociales, Ana Loriente.

En Teruel, estas medidas se centran en el servicio de teleasistencia (500) y ayuda a domicilio (403), y en las actividades de los centros de las personas mayores.

No obstante, desde el Consistorio aseguran que están estudiando, junto a las entidades sociales, la opción de crear una bolsa de voluntarios para acompañar a las personas que viven solas. Pero es todavía una idea pendiente de desarrollar.

De todas formas, este debate está abierto en el seno del Ayuntamiento y se intensificará cuando se conozcan las conclusiones del informe realizado por una consultora externa para adherirse a la Red de Ciudades Amigables con las Personas Mayores promovido por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

“De ahí saldrán también medias interesantes para poner en marcha”, concluye el concejal municipal Joaquín Tomás.

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