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Sobre este blog

Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.

Lo que cada uno se juega en estas urnas

Papeletas electorales

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Desde el mismo día de su convocatoria –el 10 de marzo pasado, y por sorpresa–, las elecciones que este martes 4 de mayo se celebran en la Comunidad de Madrid se han concebido e interpretado en clave nacional. Son unas autonómicas, sí, incluso de poco recorrido temporal –la Asamblea que salga de estas elecciones sólo tiene un mandato de dos años, hasta las autonómicas ordinarias de mayo de 2023–, pero la excepcionalidad de la situación política, con las crisis sanitaria, económica y social generadas por la pandemia de coronavirus, han convertido las urnas madrileñas en la primera gran batalla de la España postpandemia, polarizada en dos grandes bloques. “Libertad o comunismo”, clama la derecha. “Democracia o fascismo”, replica la izquierda. ¿Y el centro, ese centro en el que hace nada crecía Ciudadanos, un partido bisagra que pactaba a uno y otro lado y que desbarató y demolió uno de sus propios impulsores, Albert Rivera? Ese centro parece ahora tan deshabitado que la mayor sorpresa de estas urnas probablemente fuera que alcanzara el 5% de los votos.

Tanto han convertido los diferentes partidos las autonómicas de Madrid en una batalla campal de ámbito nacional que todos realmente la afrontan como si fuera la madre de todas las batallas, aquella en que todo se puede ganar y todo se puede perder. Hay algo de realidad, sí, pero hay también bastante de exageración.

Quizás sea Ciudadanos quien más se juegue. Si, como indican la mayoría de las encuestas, no pasa el listón del 5% de los votos emitidos y se convierte en extraparlamentario en la región madrileña, el proyecto estatal de reconstrucción de la formación que impulsa Inés Arrimadas quedaría herido de muerte. A la dirigente que heredó de Rivera un partido zombi sólo le quedaría negociar con el PP la capitulación y los honores funerarios. Si, por el contrario, Ciudadanos entrara en la Asamblea madrileña y fuera decisivo para formar Gobierno, Arrimadas saldría reforzada en su intento de darle una nueva vida a la formación naranja en toda España.

En la izquierda, Unidas Podemos parece que salva los muebles, pero a un alto precio. Cuando Isabel Díaz Ayuso convocó las elecciones, la formación morada corría un serio riesgo de no superar el 5%. El paso dado por Pablo Iglesias de renunciar a la Vicepresidencia Segunda del Gobierno central para bajar a la arena autonómica ha disipado aquella duda, pero probablemente haya también acelerado la retirada de la política activa del que ha sido el gran dinamizador de la vida pública española en los últimos años. Nadie ve a Iglesias ni como jefe del tercer partido de la oposición en la Asamblea madrileña ni como vicepresidente segundo –si pudieran y se lo ofrecieran– de Ángel Gabilondo o de Mónica García. Su probable retirada, por otra parte, puede suponer también la eclosión definitiva de Yolanda Díaz como lideresa a la izquierda del PSOE, lo que también abrirá unos nuevos horizontes en la política nacional.

Gobierne o vaya a la oposición, Más Madrid y su cabeza de lista, Mónica García, se perfilan como claros beneficiarios de la jornada electoral. Si se confirman los pronósticos de las encuestas, el propio líder estatal de la formación, Íñigo Errejón, se vería reforzado en sus expectativas para las próximas generales, sean cuando sean.

El PSOE también se juega mucho en las urnas de este martes. Para el catedrático Gabilondo probablemente este sea su último cartucho en la política de primera línea. Para Pedro Sánchez, que ha estado muy activo en la campaña madrileña y que además ha involucrado –y no solo en la lista– a un buen número de nuevos nombres llamados a estar en breve en primera línea estatal, los comicios de Madrid son una prueba relevante. Una derrota severa le crearía a Sánchez algunas incertidumbres en su modelo, y reforzaría en la derecha su idea de que 'el sanchismo' ha llegado a su fin y estamos ante un nuevo ciclo electoral.

También PP y Vox ponen este 4M mucho en juego. El Partido Popular se juega el poder, que ya tiene en Madrid y que podría perder, y se juega si gana el modelo del partido, el posicionamiento y hasta la tan ansiada reunificación de la derecha. Si Ayuso mete en su Gobierno a Vox, quedará muy tocado el proyecto moderado de Pablo Casado, que rechazó con contundencia hace pocos meses la invitación de Abascal de sumarse a la moción de censura contra Sánchez.

Vox, que hace algunas semanas vio con alarma que el tirón de Ayuso les estaba quitando mucha parroquia, cree que después ha recuperado fuelle con las polémicas generadas por Rocío Monasterio y que ha espantado la hipótesis de un declive del proyecto incluso a nivel nacional. Si las urnas así lo confirman, venderá caro su apoyo al PP. Y el precio, desgraciadamente, es muy probable que lo pague en parte la democracia. Algunas conquistas de nuestra democracia, imperfecta pero avanzada, estarán en riesgo si la ultraderecha entra en el Gobierno madrileño. Esto es parte de lo que el 4M nos jugamos todos.

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Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.

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