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429 días en lista de espera para una operación de espalda que está catalogada como 'preferente'

Ana Isabel González Varela lleva 429 días en lista de espera para ser operada en el hospital de Cabueñes, en Gijón.

Pilar Campo

Oviedo —

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Ana Isabel González Varela necesita someterse a una intervención quirúrgica de espalda para acabar con los dolores crónicos que le impiden realizar las actividades cotidianas. Lleva 545 días de baja laboral y cada vez que contacta con Atención al Paciente del hospital de Cabueñes, en Gijón, le confirman que sigue incluida en lista de espera y que hay “mucha cola”.

Hoy, martes, tiene que incorporarse de nuevo a su puesto de trabajo como charcutera en un supermercado, a pesar de que aún no la han llamado desde el hospital para realizar el preoperatorio y sin que los médicos le puedan garantizar que su estado físico le permita aguantar una jornada completa.

Durante este tiempo, sus visitas al médico han sido frecuentes. Cuando el 6 de febrero de 2023 acudió a la consulta y el facultativo le extendió un volante donde reflejaba que era “preferente” y donde fijaba un plazo para ser llamada para hospitalización de 30 días creyó que su pesadilla ya se iba a acabar. Nada más lejos de la realidad.

En estos 429 días que lleva incluida en la lista de espera ha pasado por todos los estados de ánimo: decepción, impotencia, rabia, ira y finalmente frustración, según ha explicado a elDiario.es Asturias.

Ana tiene 49 años y vive con su madre, de 79 años, que ha dejado atrás el pueblo para instalarse con ella en Gijón y ayudarla en las tareas diarias más cotidianas. Cuenta que le da mucho coraje pensar que su progenitora que “está para que la cuiden” tenga que ocuparse de ella porque sus problemas de salud le impiden llevar una vida normalizada.

Asegura que hay actividades domésticas que no puede hacer. Tiene muchos días “malos” donde apenas se sostiene de pie. Tampoco puede coger pesos, hacer una cama o limpiar son tareas imposibles y conducir ya ni se lo plantea.

Tengo una Discopatía L4-S1 tras una artritis séptica. Me tienen que operar para fusionar de manera permanente dos o más huesos en la columna vertebral y conseguir calidad de vida o al menos mejorar los dolores crónicos que me impiden hacer una vida normal

La última vez que vio una estadística del hospital de Cabueñes y el Hospital de Jove, ambos radicados en Gijón, donde figura que el tiempo medio de espera para someterse a una operación no supera los 95 días, no daba crédito.

“Estoy de baja en mi empresa desde octubre de 2022, después de años con pruebas médicas. Tengo diagnosticada una Discopatía L4-S1 tras una artritis séptica por lo que me tienen que operar de una artrodesis vertebral, una cirugía para fusionar de manera permanente dos o más huesos en la columna vertebral para conseguir calidad de vida o, al menos, mejorar esos dolores crónicos que me acompañan en los últimos años y que me impiden realizar la mayoría de los movimientos cotidianos”, comenta.

Un progresivo empeoramiento muscular

Ana teme que si no se opera cuanto antes, su estado de salud evolucione desfavorablemente, especialmente porque nota un progresivo empeoramiento muscular.

“Apenas me puedo mover y cualquier esfuerzo implica que la medicación tiene que aumentar lo que me debilita física y psíquicamente”, expone.

Ana quiere incorporarse de nuevo al trabajo, pero no desea hacerlo en las condiciones físicas actuales. Dice que no está convencida de que pueda aguantar la jornada laboral completa.

“Estar en esta disyuntiva de no estar bien físicamente, poder perder mi trabajo, mis ingresos, no estar amparada y apoyada por las instituciones supone un desgaste mental y psíquico. Estoy emocionalmente agotada y cuesta mucho lidiar con un panorama así”, indica.

Cada vez que esta gijonesa preguntaba en el hospital de Cabueñes cómo iba ascendiendo su nombre en la lista de espera, la respuesta que obtenía era siempre la misma: “Sigue habiendo cola por delante”, ratifica.

Siete medicinas diarias para aguantar el dolor

Y, entre tanto, ella sigue esperando a que paulatinamente la lista vaya disminuyendo porque recela de que pueda aguantar y atender correctamente a los clientes.

“Con los dolores que tengo y en mi estado no me imagino cogiendo un jamón de siete kilos o descargando un camión en alguna de las funciones habituales en mi trabajo”, relata.

Ana toma a diario unas siete medicinas entre antiinflamatorios y opiáceos y cada cuatro horas debe tomar otra medicación específica para la espalda. Siempre procura mantener la mente despejada, aunque admite que tanta ingesta de medicación le hace a veces estar como aletargada.

Ahora espera, entre temerosa y preocupada, la prueba de fuego cuando se incorpore al trabajo sin estar operada y compruebe si su estado físico no le condiciona para seguir en activo en el mercado laboral.

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