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Natalio Grueso: el gestor cultural que pasó de 'fichaje' del Niemeyer y de Ana Botella a prófugo de la justicia

Natalio Grueso, Mario Vargas Llosa y Ana Botella.

Pilar Campo

Oviedo —

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Rodeado de su grupo 'New Orleans Jazz Band', el neoyorquino Woody Allen arrancaba los primeros sonidos de su clarinete ante más de diez mil personas que le ovacionaban en el Centro Cultural Internacional Óscar Niemeyer, en la localidad asturiana de Avilés. “Hoy no estoy aquí como cineasta, sino como horrible músico”, declaró el 25 de marzo de 2011, en el espectáculo con el que se inauguraba el complejo avilesino y al que había acudido, entre el público, Carlos Óscar Niemeyer, nieto del arquitecto.

Woody Allen había llegado a Asturias de la mano de Natalio Grueso, el gestor cultural y 'fichaje estrella' que ejerció como director general de la Fundación del Centro Niemeyer entre los años 2006 y 2012. Él asumió el reto de introducir a Avilés dentro del circuito cultural asturiano que hasta entonces copaban Oviedo y Gijón.

Su agenda de contactos y su capacidad gestora, atrayendo a numerosas personalidades nacionales e internacionales de distintos ámbitos a la comunidad autónoma asturiana, le llevaron hasta Madrid durante el mandato como alcaldesa de la popular Ana Botella, que puso bajo su responsabilidad el área de Programación de Artes Escénicas.

En apenas una década, Natalio Grueso ha pasado de las luces a las sombras: de gestor de reconocido prestigio y 'fichaje estrella' a ser buscado por las Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado como prófugo de la justicia.

La Audiencia Provincial de Asturias tiene vigente contra él una orden de busca y captura para ingresar en prisión y cumplir una condena de ocho años como responsable de los delitos continuados de malversación de caudales públicos y falsedad de documentos oficiales y societarios. No pudo justificar alrededor de 78.819 euros en la contabilidad del Niemeyer.

El despegue de Avilés en la oferta cultural con el Niemeyer

La presencia de Woody Allen en Avilés, la tercera ciudad más poblada de Asturias, en aquel mes de marzo de 2011, fue todo un acontecimiento social y las cifras de turistas atraídos por el gran plantel de personalidades que acudían a la llamada de Natalio Grueso se dispararon.

Al cineasta neoyorquino le seguirían, entre otros, el actor estadounidense Brad Pitt, el escritor brasileño Paulo Coelho, el vicepresidente de Google Vinton Cerf, y el científico inglés Stephen Hawking, premio Príncipe de Asturias de la Concordia 1989.

En sus primeras declaraciones, el gestor cultural confiaba en que el centro Niemeyer generara “algo parecido al efecto que en su momento tuvo el Guggenheim en la ciudad de Bilbao”.

Las cifras avalaban la nueva oferta cultural: más de 400.000 personas habían visitado el centro tres meses después de la apertura oficial. El aforo se completó en apenas unas horas en los conciertos de John Mayall, Tejedor, Luz Casal o Avishai Cohen; así como en el Gastro con el menú de Juan Mari Arzak, o en el cine en el Ciclo Imprescindibles de Woody Allen, con el pase de la película “Rashomon”.

Todos los géneros musicales tenían cabida en el complejo: del jazz al blues, el soul, el pop indie o el rock. Y en tan corto espacio de tiempo ya había acogido 15 congresos que atrajeron a la ciudad a más de 2.000 participantes, entre ellos el Foro España-EE.UU. Las exposiciones “Luz” de Carlos Saura y “Polaroids” de Julian Schnabel, acumulaban cientos de visitas.

Natalio Grueso contó desde un principio con el apoyo del entonces presidente del Gobierno regional asturiano, el socialista Vicente Álvarez Areces, y del reconocimiento público por llevar a Avilés a tantas figuras del panorama cultural nacional e internacional.

Su desembarco en Madrid de la mano de Ana Botella

A finales de 2011, Francisco Álvarez-Cascos relevó a Álvarez Areces y con su llegada a la Presidencia del Principado se empezó a cuestionar la figura de Natalio Grueso: tanto su manera de actuar como el presupuesto del complejo avilesino.

El ejecutivo de Foro instaba al director general a entregar unas cuentas que éste no facilitaba, lo que empezó a levantar las sospechas del partido que gobernaba entonces en el Principado. En esa fecha el consejero de Cultura era Emilio Marcos Vallaure, quien convocó una reunión del Patronato en cuyo orden del día figuraban tanto la suspensión de las últimas decisiones realizadas en el anterior mandato como la fiscalización de las cuentas e incluso se llegaba a reclamar los contactos de la Fundación, es decir, la agenda personal de Natalio Grueso.

La convocatoria provocó una auténtica tormenta política. Así, mientras Foro defendía que a través de la reunión se podría conocer “el planteamiento del Principado para el Niemeyer” e interpretaba que el Patronato era el órgano adecuado para realizar el debate, desde el PSOE se veía como una muestra más de Álvarez-Cascos contra la gestión de su antecesor socialista.

Al relevar Francisco Álvarez-Cascos al socialista Álvarez Areces, en la presidencia del Principado de Asturias, en 2011, la figura de Grueso comenzó a cuestionarse, tanto por su manera de actuar en el centro cultural como por el presupuesto del complejo

Pilar Varela, que en aquella época era alcaldesa de Avilés, arremetió duramente contra la manera de proceder del Gobierno que lideraba Francisco Álvarez-Cascos ya que entendía que Marcos Vallaure no tenía poder para convocar el consejo: “El Niemeyer tiene un presidente elegido por unanimidad que se llama Manolo Díaz”, llegó a afirmar en referencia al productor musical.

Otra discrepancia surgió al mostrarse Foro contrario a la cesión de los edificios por cincuenta años, que defendía el anterior gobierno de Álvarez Areces. Mientras el debate seguía vivo en Asturias, Natalio Grueso negociaba su desembarco en Madrid donde al frente del consistorio se encontraba Ana Botella.

La alcaldesa del Partido Popular (PP) acababa de ofrecer la Concejalía del área de las Artes a Fernando Villalonga, quien antes de su incorporación al ayuntamiento madrileño había ejercido como cónsul de España en Nueva York.

En marzo de 2012, Villalonga anunciaba la incorporación a su equipo de Natalio Grueso para sustituir a Mario Gas al frente del área de Dirección de Programación de Artes Escénicas del consistorio madrileño. Entre sus nuevas responsabilidades tenía el proyecto de diseñar un modelo para los espacios escénicos municipales: Teatro Español, Teatro Fernán Gómez, Teatro Circo Price y las Naves del Español de Matadero Madrid.

Sin embargo, el Tribunal Constitucional (TC) declaró nulos en 2013 los nombramientos de los concejales no electos en una sentencia que afectaba a Fernando Villalonga, que se vio obligado a dejar su cargo municipal y volvió a desempeñar tareas diplomáticas en el Ministerio de Exteriores. Su puesto en el ayuntamiento lo ocupó Pedro del Corral.

Natalio Grueso ponía fecha a su decisión de dejar el cargo al frente de la gestión de los espacios escénicos municipales: el 1 de junio de 2014. Afirmó que iba a comenzar una nueva etapa profesional con un “ilusionante proyecto dedicado a la creación y producción artística y literaria”.

En sus últimas declaraciones como responsable de la programación madrileña, agradecía a Botella, Villalonga y Pedro del Corral “su generosidad y colaboración en estos maravillosos años en una de las ciudades más vibrantes culturalmente del mundo”.

La judicialización del caso Niemeyer

Paralelamente a la etapa madrileña de Natalio Grueso, en Asturias se materializaban los primeros pasos para la judicialización de la causa sobre las posibles irregularidades en su gestión al frente del Niemeyer.

Así, en diciembre de 2012 dos denuncias llegaban a los juzgados de Avilés: por un lado, Foro Asturias y por otro la propia consejera de Cultura, la socialista Ana González, que en aquella fecha era a su vez en virtud de su cargo la presidenta del Patronato de la Fundación Niemeyer, planteaban los primeros indicios sobre una contabilidad irregular.

Foro Asturias, el partido que tras abandonar el PP fundó Francisco Álvarez-Cascos, expresidente del Principado y exvicepresidente del Gobierno durante la etapa de José María Aznar, marido de Ana Botella, no citaba explícitamente a nadie.

Afirmaba “desconocer quién o quiénes fueron las personas que materialmente realizaron los hechos así como la forma en la que internamente se actuaba o funcionaba en la Fundación”, pero sí solicitaba a la Fiscalía que citara a declarar a los anteriores responsables del centro, entre los que figuraban Natalio Grueso y el exsecretario de la Fundación, el abogado José Luis Rebollo.

Durante la etapa de Vicente Álvarez Areces todo había ido sobre ruedas, pero al llegar a la presidencia del Principado el también socialista Javier Fernández nombró a Ana González como consejera de Cultura. Cuando ella pidió la contabilidad de la Fundación Niemeyer apreció la posible existencia de irregularidades y las puso en conocimiento del juzgado.

La 'caótica' situación contable, según el perito fiscal

El titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Avilés, Ricardo Badá, asumió la instrucción de la causa y solicitó un informe a Hacienda. El perito fiscal confirmó las irregularidades en la contabilidad de la Fundación del Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer. En su informe señaló las facturas falsas, con el cobro duplicado de algunas de ellas y una situación contable que en su momento definió como “caótica”.

En este informe destacó que, entre 2007 y 2010, más del 60% de las facturas emitidas por Viajes El Corte Inglés –el proveedor de la Fundación– eran anómalas y se facturó y pagó con fondos de la Fundación Niemeyer gastos que no le correspondían, como los ocasionados por la exmujer de Natalio Grueso, Judith Pereiro, a la que consideraba como “una de las principales beneficiarias de estos gastos”, dice. En total 160.706 euros en facturas, en poco más de dos años, que se cargaron a la Fundación “por una serie de servicios que no le son propios”.

El juicio del caso Niemeyer se saldó con la condena de Grueso, del exsecretario de la Fundación, José Luis Rebollo, y del exagente de Viajes El Corte Inglés José María Vigil. La exmujer del exdirector general y el exjefe de producción fueron absueltos

Una vez que el caso pasó al juzgado, la Fundación Niemeyer se personó en la causa como acusación particular y amplió la denuncia hasta en cuatro ocasiones.

El magistrado, una vez finalizada la instrucción, dictó el auto de apertura de juicio oral que sentó en el banquillo de los acusados de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Asturias al propio Natalio Grueso, a su exesposa Judith Pereiro, al exsecretario de la Fundación el abogado José Luis Rebollo, al exresponsable de Producción Marc Martí y al exagente de Viajes El Corte Inglés José María Vigil.

Los tribunales de justicia, sin embargo, sólo enjuiciaron las posibles responsabilidades penales y no entraron a valorar las posibles responsabilidades políticas. De eso se encargaría el Parlamento asturiano, que aprobó una comisión de investigación a la que llamó 'el caso Niemeyer'.

El dictamen de esa investigación parlamentaria señalaba como responsables políticos a los que estaban al frente del Gobierno asturiano en aquella época, bajo la presidencia de Álvarez Areces.

Del banquillo de los acusados al recurso ante el Tribunal Supremo

De la apertura del juicio oral se dio traslado a las partes y se notificó a los acusados para su comparecencia en la vista oral. Sólo Natalio Grueso fue imposible de localizar. El tribunal de la Sección Tercera dictó en 2018 una orden de busca y captura contra él. La Sala declaró que estaba en paradero desconocido ya que había comunicado dos domicilios y no se correspondían con ninguno que fuera suyo.

Natalio Grueso se entregó voluntariamente cuando conoció, según su versión, a través de los medios de comunicación que estaba siendo buscado por la Policía Judicial. Fue detenido e ingresado en prisión para garantizar su comparecencia a la vista oral.

El juicio en la Audiencia Provincial duró seis meses. En 2020, el tribunal de la Sección Tercera hacía pública la sentencia: imponía una pena de ocho años de cárcel a Natalio Grueso: cinco años por un delito continuado de malversación de caudales públicos en concurso medial mercantil y oficial y otros tres años por un delito continuado societario. Además se acordaba su inhabilitación para la contratación con las administraciones públicas o entidades del sector público durante ocho años.

También condenaba a José Luis Rebollo a dos años de cárcel por delito continuado societario, y a siete años y seis meses a José María Vigil, exagente de Viajes El Corte Inglés, por malversación, falsedad y estafa.

La Sala absolvía a la exmujer de Grueso, Judith Pereiro, y al exjefe de Producción del Centro Niemeyer, Marc Martí, de un delito continuado de malversación en concepto de cómplice y un delito de malversación respectivamente.

A través de 355 páginas, la Sala relataba, paso a paso y factura a factura, cómo operaba. Ratificaba como hechos probados que Natalio Grueso, director general de la Fundación de 2006 hasta 2012, generó gastos ajenos a los fines de la Fundación Niemeyer durante todo el tiempo que duró su relación laboral, “disponiendo de sus fondos en beneficio propio, de sus familiares, amigos y terceros de su entorno, como si de su propiedad fueran, en detrimento de la Fundación Niemeyer”.

Con el apoyo de Vigil, a quien unía una relación de amistad, también ocultó gastos de desplazamientos y estancias hoteleras de familiares y allegados “con facturas falsas o alteradas a nombre de trabajadores de la Fundación o por conceptos ficticios”, señalaba el fallo.

Según los magistrados, sirviéndose de la colaboración del agente de viajes, Natalio Grueso “ordenaba y autorizaba el gasto que suponía la contratación de desplazamientos por vía aérea y terrestre, y estancias hoteleras a favor de familiares y allegados de su entorno y con la finalidad de lograr que las facturas y demás documentos acreditativos del gasto no reflejasen la auténtica realidad del servicio prestado, la verdadera identidad de las personas que disfrutaron del mismo, la correcta fecha en la que fue prestado o sus costes globales”.

Ambos, “se concertaron para crear, unas veces facturas totalmente falsas y, otras, con alteración sustancial de sus conceptos con indicación de viajes a nombre de trabajadores de la Fundación Niemeyer que aquellos no habían realizado, lo que permitía que unas no se reflejasen en las cuentas anuales, y otras se reflejasen como conceptos ficticios”.

La Sección Tercera también vio probado que Natalio Grueso alteró la realidad contable y financiera de la Fundación Niemeyer “con la participación activa desde el año 2009 del entonces secretario de la fundación José Luis Rebollo”.

Para los magistrados, se originó “una ficción de normalidad en su situación económica y de eficacia de gestión que no se adecuaba a la realidad, ni reflejaba la verdadera dimensión de la crisis por la que atravesaba la Fundación Niemeyer”. Según la sentencia, José Luis Rebollo, desde su cargo, “participó en forma proactiva en la proyección distorsionada de la Fundación, que no se correspondía con la realidad”.

Los dos principales condenados eran condenados a indemnizar a la Fundación Niemeyer con 78.819 euros, cantidad en que se valoraron los daños y perjuicios causados a la entidad e imponía además al agente de viajes 36.452 más. En ambos casos, la responsabilidad civil subsidiaria recaía en la agencia de viajes.

La sentencia fue recurrida en casación y el Tribunal Supremo (TS) ratificó los ocho años de prisión a Natalio Grueso, por delitos continuados de malversación de caudales públicos, falsedad documental y societario, los dos años a José Luis Rebollo, por delito continuado societario, y rebajó de siete años y seis meses a seis años de prisión la condena a José María Vigil por malversación, falsedad y estafa.

La defensa del principal condenado ha emprendido una batalla judicial para que su representado no entre en prisión mientras se resuelve su petición de indulto ante el Ministerio de Justicia

Con la sentencia firme, Vigil decidió ingresar voluntariamente en el Centro Penitenciario de Asturias, donde cumple actualmente la condena. Rebollo logró la suspensión de la ejecución de la pena durante tres años y Natalio Grueso emprendió una nueva batalla judicial para evitar su prisión por una doble vía: por un lado, su abogado defensor, Francisco Miranda, solicitó el indulto ante el Ministerio de Justicia refrendado por numerosas personalidades del ámbito cultural y, por otro, recurrió ante la Audiencia Provincial para pedir la suspensión de la ejecución de la condena en tanto se resuelva esta medida de gracia. La petición de indulto cuenta con la oposición de la Fiscalía asturiana.

El letrado Francisco Miranda, basa su petición de indulto, entre otras “razones de peso”, en la “utilidad y conveniencia pública y la protección de la vida e integridad física y mental” dado que la inmediata ejecución de la pena “haría ilusoria la finalidad perseguida por la gracia solicitada”.

Además, incide en la “contribución al desarrollo y el impulso de la esfera cultural española” de Natalio Grueso y recuerda que ya hizo frente a la responsabilidad civil y a las multas. También asegura que el perjuicio económico ocasionado a la Fundación Niemeyer ascendía a 78.819 euros, que ya ha abonado y que, según la defensa, “supone el 0,17 por ciento del gasto total gestionado” por el exdirector general, que superó los 50 millones.

Natalio Grueso, sin embargo, está considerado oficialmente como un prófugo de la justicia y tiene actualmente vigente una orden de busca y captura para su inmediato ingreso en prisión.

Un 'prófugo reincidente' en busca y captura

Para la Audiencia Provincial no cabe duda alguna de que Natalio Grueso está oficialmente en paradero desconocido al no haber comparecido para recoger las notificaciones del tribunal, ni primero en 2018 ni cinco años después, en agosto de 2023. En ninguna de las dos ocasiones se le ha podido entregar personalmente las citaciones, primero para su comparecencia en el juicio y actualmente para su ingreso en prisión, al no estar localizado en los domicilios que había comunicado.

En 2018, al conocer a través de los medios de comunicación que era buscado por la Policía Judicial de la Guardia Civil, compareció voluntariamente e ingresó en la cárcel de Asturias. En esta segunda ocasión no se ha presentado ante la Sala y contra él tiene vigente una orden de busca y captura.

Por el caso Niemeyer sólo cumple condena actualmente en la cárcel asturiana José María Vigil. José Luis Rebollo ha logrado la suspensión de la ejecución de la pena durante tres años y Natalio Grueso sigue sin aparecer.

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