Cada año en la fecha de hoy celebramos el Día Internacional del Libro y, a menudo, nos quedamos en una mera visión de la portada del mismo. Es decir, reconocemos en el discurso la importancia de su disfrute y de su acceso, pero no escarbamos más allá para darnos cuenta del privilegio que significa el poder descifrar todo lo que en ellos se contiene.
Los libros, casi todos, son pequeños tesoros que acercan conocimiento, realidades, sentimientos, culturas, vidas, historias de aquí y de allá que nos invitan a viajar, descubrir, amar la diversidad y aceptar las diferencias, que nos construyen como individuos en lo cognitivo y en lo afectivo. La lectura es, por tanto, un aprendizaje que nos enriquece desde la infancia y que puede ayudarnos a integrar la comunicación de valores que son imprescindibles para construir socialmente un mundo equitativo y sostenible.
Mucho se ha teorizado en los últimos tiempos sobre la importancia de educar en valores desde la infancia, pero a veces olvidamos que lo primero es que todos los niños y niñas puedan al menos educarse. Los libros ayudan a transmitir valores clave como la empatía, el diálogo, la tolerancia, la resolución pacífica de los conflictos, la solidaridad. Sin embargo, todo ello solo se construye firmemente si somos conscientes de que no sirve igual si yo lo disfruto pero hay gente que se queda en el camino.
Para millones de personas la lectura es una experiencia que les está negada, pues el derecho fundamental a la educación no lo tienen garantizado. El analfabetismo entre la población adulta sigue siendo un dato preocupante, alcanzando a más de 780 millones de personas y, si además ponemos el acento en la brecha de género, leemos entre líneas que dos terceras partes de las personas adultas analfabetas del mundo son mujeres. Todavía hoy, según el último informe de la Unesco, 58 millones de niños y niñas están sin escolarizar, y otros 100 millones no terminan la enseñanza primaria. En el año 2000, cuando se firmaron en Dakar los compromisos para lograr la Educación para Todos y Todas en igualdad (EPT), se pensó que el objetivo se lograría en 2005, pero lo cierto es que solo el 60% de los países lo han alcanzado en la educación primaria y solo un 38% en la educación secundaria.
Ver hoy estos datos nos debería hacer conscientes de que la tarea aún es mucha, y de que la apuesta definitiva por la educación y por la alfabetización solo será real cuando existan compromisos económicos por parte de los gobiernos. Hace falta que se destine presupuesto suficiente para garantizar una educación básica universal, de calidad, equitativa e inclusiva para todas las personas, así como una garantía de formación continua.
Si trabajamos para que los derechos humanos, y los de la infancia en particular, sean intocables y universales, aún más servirá que leamos libros que educan en valores a nuestros niños y niñas en nuestros hogares y escuelas. Así, trabajar por el derecho a la educación como palanca de erradicación de la pobreza y las desigualdades, nos acerca a unaser ciudadanía global, comprometida con las personas de todo el mundo. Lo nuestro y lo de otros es la misma batalla, pues somos corresponsables en la creación de un marco de justicia social a nivel mundial. Malala Yousafzai (Nobel de la Paz 2014) en uno de sus discursos, dijo: “Tomemos los libros y las plumas porque son nuestras armas más poderosas”. Eduquemos entonces a nuestros niños y niñas en igualdad, siendo conscientes de que la educación es un derecho que debe disfrutarse en cualquier rincón del planeta.
Educar en valores en el Día del LibroLa educación para el desarrollo, para Ayuda en Acción, es un proceso integral de formación y una herramienta para comprender que el progreso debe tener como motor y centro a las personas. El reto de una sociedad democrática es crear las condiciones para que todos los alumnos y alumnas puedan adquirir y expresar sus talentos, así como crear las condiciones que permitan al alumnado su pleno desarrollo personal y profesional, y su participación efectiva en los procesos sociales, culturales y económicos de transformación. Por eso, es fundamental que la infancia tenga voz desde el principio, desde la edad temprana. Situarnos en el mundo tomando conciencia de las desigualdades que en él habitan es el primer paso; para después localizar alternativas de trasformación social con un modelo de desarrollo más humano y sostenible. Dar el paso para sentirnos comunidad y participar socialmente, es imprescindible para un cambio global.
Para plantar una semilla de lecturas que transformen y eduquen en valores, desde Ayuda en Acción proponemos una actividad para trabajar en familia el Día del Libro. Wedu, el personaje que acompaña a los niños y niñas en la aventura solidaria de apadrinar, quiere crear una “Weduteca” llena de historias con personajes que hacen algo por mejorar la vida de los demás, cuentos en los que el compañerismo o el trabajo en equipo marquen la diferencia, historias de niños/as que superan las dificultades en las que viven...
Mediante esta actividad, en la que pedimos a grandes y pequeños que sugieran libros de educación en valores para crear una gran “Weduteca” virtual, las familias pueden poner en práctica un aprendizaje activo al destacar los valores de solidaridad, compromiso e igualdad de las historias elegidas. Para conocer la propuesta y participar, consulta Celebra el día del libro en familia; una participación que, en colaboración con Fnac, puede tener premio.
Demos la oportunidad a todos los niños y niñas de que rellenen sus páginas en blanco, de que escriban su propia historia, de que cuenten su relato, narren su vivencia y dibujen sonrisas. Garanticemos su derecho a la educación y apostemos por educar en valores, abramos un mundo de posibilidades a través de la alfabetización en todos los lugares del mundo, para que la cultura pueda poner luz allí donde hay oscuridad. Ojalá todas las personas puedan disfrutar de la magia de los libros y sus saberes para lograr en el futuro el ejercicio pleno de ciudadanía y su autorrealización.
Sobre este blog
Ayuda en Acción es una Organización No Gubernamental de Desarrollo independiente, aconfesional y apartidista que trabaja en América, África y Asia con programas de desarrollo integral a largo plazo en diferentes ámbitos para mejorar las condiciones de vida de los niños y niñas, así como el de las familias y comunidades a través de proyectos autosostenibles y actividades de sensibilización.
