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ENTREVISTA Biólogo

Enric Sala: “Es histórico que, tras siglos de destrucción sin piedad, los países acuerden parar la extinción de especies”

El biólogo marino Enric Sala.

Guillermo Prudencio

Toronto —

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Tras dos semanas de cumbre y un intenso fin de semana de negociaciones, los gobiernos de casi 200 países firmaron en la madrugada del lunes en Montreal (Canadá) un acuerdo para darle la vuelta a la crisis de extinción que sufre la naturaleza por la acción humana. Una de las claves del acuerdo es el compromiso de proteger un tercio del planeta para 2030, el llamado 30x30, una meta para la que será necesario duplicar la superficie protegida en tierra y cuadruplicar la de los océanos.

El biólogo marino Enric Sala (Girona, 53 años) es una de las personas que ha estado peleando en Canadá para alcanzar ese objetivo. El explorador residente de National Geographic Society y director de su proyecto para preservar algunos de los últimos rincones salvajes del océano, Pristine Seas, se muestra muy optimista.

¿Cuál es su valoración del acuerdo alcanzado en Montreal?

El acuerdo es histórico. Después de tantos siglos de destrucción de la naturaleza sin piedad, por primera vez en la historia los países del mundo se ponen de acuerdo en parar la extinción de especies, proteger al menos el 30% del planeta, restaurar el 30% de las zonas que hemos degradado y dedicar 30.000 millones de dólares al año para 2030 de nuevo dinero para la conservación. Nunca había habido ese consenso para proteger la naturaleza. Hay cosas que se podrían mejorar, pero en general el acuerdo es muy bueno. Es el equivalente para la naturaleza del Acuerdo del Clima de París.

¿Qué ha hecho falta para llegar al compromiso de proteger el 30% del planeta en 2030?

Cuando empezamos a empujar lo del 30x30 en la Cumbre del Clima de Madrid en 2019, habíamos conseguido reclutar a cinco países. Costa Rica fue el primero, fue el campeón. Pero había cinco países hace cuatro años, y ahora todos los países del mundo están de acuerdo en proteger el 30%. Así que el progreso hecho ha sido extraordinario. 

¿En qué lugares debe centrarse esa protección?

Primero tenemos que proteger todos los lugares donde haya ecosistemas que todavía están intactos, como el núcleo de la selva amazónica, por ejemplo, o la cuenca del Congo, o el bosque boreal en Rusia y Canadá. Los ecosistemas que quedan todavía vírgenes, de gran tamaño, son absolutamente críticos. Tenemos que asegurarnos de proteger todos esos ecosistemas. 

¿Y a nivel nacional?

Cada país tiene una naturaleza que es única, que no está representada en ningún otro sitio del mundo. Aparte de esas grandes zonas salvajes todavía intactas, cada estado tiene la oportunidad de proteger ecosistemas únicos, que tendrían beneficios también locales.

Un modelo que funciona son las reservas marinas donde no se pesca. Generan unos beneficios económicos enormes, la vida marina se recupera y hay mejor pesca alrededor

En el mar, nuestros estudios muestran que cada país tiene alguna zona que está en ese 30% de prioridades a nivel global. Cada país tiene oportunidades, y también la responsabilidad de proteger zonas que no solamente protejan la vida marina, sino que también ayuden a producir esos otros beneficios, como la pesca o la captura de carbono.

¿Debería llegar esa protección a lugares como el Mediterráneo?

Por supuesto. Solo el 1% del Mediterráneo está protegido de la pesca, en España y en cualquier otro país. Hay muchas zonas, por ejemplo en los archipiélagos griegos y turcos, con poblaciones de foca monje donde se podrían crear reservas grandes. Pero el Mediterráneo es un mar muy poblado, con muchos usos y mucha pesca. Un modelo que funciona son las reservas marinas donde no se pesca. Generan unos beneficios económicos enormes, la vida marina se recupera y hay mejor pesca alrededor. Además de ser ecológicamente un éxito, esas reservas son tan buen negocio que cada municipio costero o cada región del Mediterráneo debería tener sus propias reservas marinas. Es un negocio buenísimo que ahora mismo se está desaprovechando, el capital natural se está destruyendo por la sobreexplotación y la contaminación de los hábitats costeros. 

¿Es compatible esa protección con una población humana de 8.000 millones de personas?

La industria nos ha vendido el mito de que no se puede proteger más porque tenemos que alimentar a la población humana que crece. Hoy en día, a nivel mundial, la mayor parte de las poblaciones de peces están sobrepescadas. Pero sabemos que cuando protegemos áreas de la pesca, se reproducen tanto los peces allí, que generan un derrame que ayuda a repoblar las áreas aledañas. Nuestros estudios demuestran que si protegemos el 30% adecuado, no solamente evitaremos la extinción de especies, sino que ayudaremos a que haya más productividad y capturas pesqueras. También sabemos que cuánta más vida hay en el mar, más carbono puede secuestrar la vida marina, mitigando el cambio climático. 

Las poblaciones costeras están sufriendo mucho y no es debido a la conservación. El peor enemigo de la gente que depende del mar es la sobrepesca y el calentamiento global

Enric Sala, explorador residente de National Geographic Society

¿Y para las comunidades costeras?

Las poblaciones costeras están sufriendo mucho, y no es debido a la conservación, porque hoy en día solo el 3% del mar está cerrado a la pesca. El peor enemigo de la gente que depende del mar es la sobrepesca y el calentamiento global.

El texto del acuerdo reconoce que deben respetarse los territorios indígenas. ¿Es un paso importante?

Es un cambio de paradigma por dos razones: reconoce los derechos de los pueblos indígenas y su liderazgo, que no existía ningún otro acuerdo de la naturaleza, lo cual es un paso gigante. La segunda es que son los pueblos indígenas los que están pidiendo más conservación. El otro día en la conferencia de prensa teníamos a una representante de 10.000 naciones indígenas de todo el mundo, hablando con una sola voz y apoyando el objetivo de 30x30. Ellos saben que es un mecanismo para asegurar los derechos sobre las tierras donde viven, y evitar la explotación industrial, que es el riesgo mayor para los pueblos indígenas hoy en día.

¿Por dónde empezar a partir de ahora?

Tenemos la ciencia. Tenemos los datos necesarios para saber cuáles son las áreas que proteger. Algunos países deberán hacer más que otros, depende de donde estén. La cuestión ahora para implementar el acuerdo no es técnica, la cuestión es que los recursos que se han comprometido estén disponibles rápidamente, y que haya voluntad política de los países para implementar el acuerdo, para que no sea un acuerdo de papel. 

¿Lograremos con este acuerdo que haya más vida en los océanos dentro de ocho años?

Eso es lo que esperamos. Hemos estado trabajando en los últimos cuatro años para conseguir esta meta del 30x30. Ahora tenemos que trabajar durísimo para duplicar la superficie terrestre que ya está protegida, y cuadruplicar la superficie marina. Es un reto enorme, pero al menos tenemos el acuerdo y el compromiso político. 

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