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Los más de 70 elementos de la tabla periódica de un iPhone: analizamos el compromiso de Apple de ser neutra en carbono

Presentación del iPhone 11.

Laura Rodríguez

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Apple se apunta a la ola reciente de declaraciones ambientales de las grandes corporaciones. En un informe que publicó el 21 de julio, la compañía tecnológica más grande del mundo se compromete a ser neutra en emisiones en 2030 y proclama importantes medidas para reducir su huella ambiental, como un futuro sin minería.

Se trata de una promesa muy sustancial. Al contrario que Microsoft y Amazon, ambas también con planes de emisiones cero para el futuro presentados este año, Apple no solo ofrece servicios sino que manufactura sus propios productos electrónicos, una actividad que necesita mucha más energía y requiere de múltiples materias primas. De hecho, como señala la propia compañía en su informe, el 76% de las emisiones de Apple (25,1 millones de toneladas métricas en 2019) se producen durante la fabricación. Pero, por eso mismo, sus planes parecen más difíciles de cumplir.  

Según advierten algunas organizaciones, es complicado que una empresa que vende más de 200 millones de iPhone y 40 millones de tabletas al año pueda prometer productos de impacto cero sin cambiar su modelo de negocio. A pesar de los esfuerzos que se publican en el informe de usar energías renovables (desde 2015, Apple ha reducido un 35% sus emisiones), de mejorar la eficiencia del uso sus aparatos (de media, sus aparatos usan un 73% menos de energía) y de invertir en proyectos de conservación de sabanas o manglares para compensar sus emisiones (una manera controvertida en la que supuestamente el CO2 que se emite lo absorberán los bosques o ecosistemas que se protegen), es difícil que la producción pueda considerarse sostenible si continúa creciendo.

Además, Apple se enfrenta a las acusaciones de las asociaciones de reparaciones, que desde hace años reclaman a la compañía que facilite los recambios de sus piezas para reducir el consumo, y de la Unión Europea, que ha intentado en vano que la compañía adopte cargadores universales para reducir los residuos electrónicos.

“El modelo circular que sugiere Apple [de uso de energía renovable y materiales reciclados] implicaría un paso hacia un modelo de servicio”, explica Andrew Bloodworth, director científico de Minerales y Residuos del Instituto Geológico Británico (British Geographical Survey en inglés). “Es lo que han empezado a hacer algunas compañías como Rolls-Royce, que ya no vende el motor del avión sino las horas en funcionamiento de ese motor. En una economía circular, el beneficio no se generaría vendiendo el teléfono sino ofreciendo servicios como música o almacenamiento, que es al final lo que quiere la mayoría”, añade.

En el informe, sin embargo, el modelo de negocio de Apple no se menciona. Y algunas de las medidas que se proclaman como soluciones, a pesar de sus buenas intenciones, todavía resultan inviables con la tecnología que tenemos. La cuestión es si las promesas, entonces, no serán simples palabras que suenan bien.

Minería cero

Desde hace tres años, Apple viene asegurando un futuro de minería cero. En sus planes, avanza que sus aparatos incluirán cada vez más materiales reciclados hasta que no necesiten nuevas materias primas. En algunos casos, los pasos son prometedores. Desde 2006, Apple ha empezado a usar aluminio reciclado en algunos de sus productos, lo que supone un ahorro energético muy importante ya que se trata de un material que genera grandes emisiones cuando se extrae del mineral. Pero, según los expertos, la idea de teléfonos y ordenadores fabricados 100% con materias recicladas se trata de una visión más cercana a una aspiración ya que a corto plazo no es posible de conseguir.

Daisy y Dave, los nuevos robots de reciclaje que Apple ha presentado en 2018 y 2020, son dos enormes artilugios de brazos articulados capaces de desmontar hasta 200 iPhone por hora. En el caso de Dave, la máquina de última generación, puede desarmar una de las piezas clave de los teléfonos, el Taptic Engine, uno de los componentes que permiten las respuestas táctiles de estos teléfonos y que contiene algunos de los elementos raros que son más difíciles de recuperar. Preguntada por la cantidad de aparatos que estos enormes robots han desmontado, la empresa no lo precisa.

Apple incluye en su informe que hasta el 100% de los elementos raros del Taptic Engine en algunos de sus productos (el iPhone 11, iPhone 11 Pro y iPhone 11 Pro Max) provienen de materiales reciclado . Sin embargo, para Antoni Dorado, investigador del Departamento de Ingeniería Minera, Industrial y TIC de la Universidad Politécnica de Cataluña, aunque es algo que suena muy atractivo, hoy en día la idea de reciclar todos los metales de los aparatos electrónicos está muy lejos de cumplirse.

“Los aparatos electrónicos son un residuo muy complejo porque en cada modelo, incluso de la misma compañía, la composición de los metales varía muchísimo y, por lo tanto, no puede usarse un mismo sistema de recuperación”, explica por teléfono. “Si a eso le unes que los metales están todos mezclados y algunos se encuentran en cantidades muy pequeñas podemos ver que la complejidad es muy grande”.

El iPhone, por ejemplo, incluye más de 70 elementos de la tabla periódica, según han señalado algunos científicos (más de la mitad de todos los elementos conocidos) y cada año presenta alguna innovación que es muy probable que cambie su diseño interno. “Reciclar al final es separar cada elemento uno a uno”, concluye Dorado. “Y con los aparatos electrónicos, esto es un reto enorme”.

Pero, además, el reciclaje de los aparatos se enfrenta a un problema que, aún siendo posible de resolver, encuentra grandes obstáculos: los teléfonos y los ordenadores deben devolverse cuando dejen de usarse para que se puedan reciclar.  En sus planes, Apple nos explica en un email que contempla este desafío con un programa de incentivos en algunos países donde ofrece dinero por devolver tu iPhone. Sin embargo, los estímulos de momento no son suficientes. “Por ahora, tanto en Europa como en el resto del mundo, muchas personas siguen apilando sus teléfonos y aparatos electrónicos en un cajón en el armario”, dice Bloodworth, “para tener un buen sistema de reciclaje necesitas que estos productos se devuelvan y lleguen a un mismo lugar”.

Dificultades para reparar

Nathan Proctor, director de la campaña de derecho a reparar del Grupo de Investigación de Interés Público de Estados Unidos (U.S. PIRG), lleva mucho tiempo reclamando a Apple que facilite la reparación de sus productos. Para su asociación, como para muchas otras que luchan por este derecho, Apple es una de las compañías tecnológicas que ha puesto mayores obstáculos en este sentido. El diseño de sus aparatos que se componen de grandes piezas soldadas o pegadas difíciles de abrir, la exclusividad de sus componentes (incluso los tornillos son específicos) y el control que mantienen sobre quiénes pueden arreglar sus productos suponen un impedimento para que los aparatos electrónicos se usen el máximo tiempo posible.

“Apple se merece reconocimiento por prometer un cambio drástico hacia la energía renovable y los productos más sostenibles”, explica Proctor, “Pero para conseguir esos objetivos, necesita cuestionarse su enfoque sobre las reparaciones. Hoy en día, es una de las compañías que más se opone a las legislaciones que promueven el ‘derecho a reparar’, y la idea de reparar y reusar está fuera del informe que ha presentado. Esto necesitaría cambiar”.

Para Ugo Vallauri, fundador de la asociación Restart Proyect, Apple promueve además reemplazar los productos en vez de arreglarlos al tener unos precios tan elevados por sus piezas sueltas. Según la página Web, un arreglo de un iPhone XS está en 591 euros y de un iPhone11 en 431 euros. “Excepto para el recambio de batería y pantalla, tienes que pagar más de la mitad de lo que cuesta un aparato nuevo. Lo cual es extremadamente problemático”, explica desde Londres.

Apple insiste, sin embargo, en que con sus innovaciones será capaz de vender productos sostenibles que no tendrán ningún impacto ambiental. No porque reducirá la actividad que genera sus mayores emisiones y uso de recursos, la fabricación de los aparatos, sino a través de una tecnología futura que todavía no existe y que, según los expertos, tardará tiempo en desarrollarse. Los datos, en cambio, advierten que las soluciones para ahora pasan por usar más tiempo los iPhone y los iPad. “En un estudio que publicamos este año, encontramos que si los estadounidenses mantuviéramos un año más nuestros teléfonos móviles equivaldría a quitar 636.000 coches de la carretera”, dice Proctor. Por el momento, esta opción todavía no aparece en el informe ambiental.

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