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¿Las mejores zapatillas? Las más cómodas (así de simple)

Josiah Mackenzie

Martín Pérez

¿Qué es lo más importante a la hora de escoger unas zapatillas para correr? ¿Debemos seleccionar aquellas que reducen el giro natural del pie hacia adentro para evitar lesiones? ¿Aquellas que mejoran el impacto de nuestra pisada? Un reciente estudio afirma que todo este tipo de criterios ‘técnicos’ son superfluos y difíciles –por no decir imposibles– de demostrar y propone un criterio más sugerente: la comodidad, un hecho simple que, en ocasiones, se ignora.

Benno Nigg, profesor emérito de Kinesiología en la Universidad de Calgary y uno de los principales expertos mundiales en Biomecánica, se preguntó si había algún fundamento científico en la idea de que un calzado adecuado puede alterar y corregir la forma de correr de una persona y reducir sus lesiones.

Para ello, con un grupo de investigadores, revisó de manera metódica la profusa literatura científica en torno al tema, un trabajo que este verano publicó en el British Journal of Sports Medicine.

Descubrieron que la mayoría de las afirmaciones sobre el impacto del calzado en la carrera no se sostenían. Por ejemplo, según Nigg y sus colegas, la pronación –el giro natural del pie hacia adentro cuando caminamos o corremos– no parece ser un problema que necesite ser corregido, al contrario de lo que proponen muchos fabricantes de zapatillas deportivas.

Revisaron un estudio con 1.000 corredores novatos y descubrieron que los que no giraban el pie en exceso se lesionaban más que los que sí lo hacían. Su conclusión: si a algo ayuda la pronación es a reducir lesiones. ¿Para qué corregirlo con calzado?

Otro de los mitos es la fuerza de la pisada. Si es excesiva, dice la leyenda, el corredor puede sufrir daños y dolores. Los investigadores encontraron escasas evidencias de que cambiar el tipo de calzado altere dicho impacto.

Lo que Nigg descubrió que sí era importante es la comodidad. En un estudio de los analizados en su trabajo, los investigadores le ofrecieron a un grupo de soldados que escogiesen zapatillas con seis tipos de plantillas diferentes. Otro grupo de soldados utilizó calzado estándar. Tras cuatro meses, los que llevaban los zapatos con las plantillas se sentían más cómodos y sufrían menos lesiones.

La conclusión del trabajo es simple: “Un corredor selecciona intuitivamente un producto cómodo con su propio criterio de confort, lo que le permite permanecer en la trayectoria de movimiento preferido [a la hora de correr]”. Estos dos criterios son los que, según sus averiguaciones, reducen el riesgo de lesiones.

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