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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

El Amazonas es un estorbo para la ganadería

Ganaderos en la Amazonía

Jerico Fiestas Flores

En las últimas semanas los incendios en la selva amazónica brasileña han devastado miles de hectáreas, han causado la muerte de miles de animales silvestres y han afectado a la salud de varias poblaciones humanas que viven en zonas aledañas. Si bien los incendios forestales suelen darse en la época seca del año en Sudamérica (julio, agosto, septiembre), la cantidad de incendios detectados hasta la fecha (más de 75.000) no ha tenido precedentes e indica que habría un solo gran responsable de todo este desastre: la ganadería industrial.

El método más utilizado para expandir las áreas de cultivos y los pastizales en los países amazónicos es la tala y quema, que, como su nombre indica, consiste en talar áreas de bosques para después de unos meses quemar la biomasa (hojas, troncos) y así nutrir la tierra para fines agrícolas o ganaderos. En el presente año, la práctica ilegal de este método se ha visto intensificada, principalmente en Brasil gracias a la política de expansión agropecuaria del gobierno de Bolsonaro, que busca aumentar la obtención de productos bandera como la carne de vaca y la soja. La repercusión de esta política ha sido un incremento del 83% de los incendios forestales en comparación al año 2018.

Con 1,64 millones de toneladas de carne de vaca exportadas en 2018 (el 20% del total) y con más de 20 millones de vacas, Brasil es el mayor exportador de carne de vaca en el mundo, por lo que la ganadería es una de las principales causas de deforestación y de los incendios en los últimos años. El crecimiento de la industria de carne brasileña se ha dado gracias a la demanda en países asiáticos como Hong Kong y China, quienes recibieron el 44% de las exportaciones de Brasil en 2018. Brasil busca expandir sus exportaciones a socios actuales como la Unión Europea, y a nuevos mercados como Tailandia e Indonesia, lo cual aumentaría aún más la presión ejercida en el bosque amazónico. Asimismo, dado que gran parte de los cerdos en China se ha visto afectada por la fiebre porcina africana, se espera que aumente la demanda de carne de vaca brasileña.

Otra de las principales causas de la tala y quema en el Amazonas es el cultivo de soja, que es utilizada como alimento en las industrias ganaderas de otros países. Entre el 70% y el 75% de la soja producida en el mundo es utilizada como alimento para cerdos, vacas y otras especies, ya sea para producción de carne o de derivados como leche y quesos. Brasil es uno de los principales productores de soja y, tal como con la carne de vaca, su principal importador es China, que podría incluso demandarle mayor producción de soja en los próximos meses considerando sus problemas comerciales con Estados Unidos.

La creciente demanda de China y otros países hace que Brasil necesite más tierras productivas que reemplacen el bosque amazónico. Dado que gran parte del sur y centro del país han sido transformados en campos de cultivo de soja, los productores de carne se han visto forzados a ir al norte para deforestar y crear áreas para el ganado, cerrando así el circulo vicioso de la industria ganadera. Aunque el gobierno de Bolsonaro argumente sin pruebas que los incendios son causados por las ONG para recaudar dinero, es probable que Brasil deba enfrentar posibles prohibiciones a sus exportaciones si no toma medidas para proteger sus bosques.

Los incendios en la Amazonia brasileña también impactan en Perú y Bolivia, cuyas poblaciones se ven afectadas por las humaredas en las zonas fronterizas. No obstante, en ambos países también existen pequeños agricultores que practican la tala y quema para la producción local. Esta práctica contribuye a la cadena productiva de la ganadería, que es responsable del 14% de las emisiones globales de dióxido de carbono (Co2), superando a las emisiones generadas por todos los medios de transporte utilizados por los humanos. Lamentablemente, las recientes declaraciones nacionalistas de Bolsonaro no muestran un horizonte esperanzador, por lo que depende del consumidor tomar cartas en el asunto.

De acuerdo al último reporte del Panel Intergubernamental en Cambio Climático (IPCC), cambiar las dietas actuales contribuiría al 20% del esfuerzo necesario para evitar que la temperatura se eleve en 2°C. Si la población disminuyera o dejara de consumir carne animal, no solo se reduciría drásticamente la cantidad de animales sacrificados, sino que también se reduciría la deforestación y a su vez las emisiones de CO2. El cambio a una dieta basada en plantas ayudaría a enfrentar el cambio climático y permitiría que el Amazonas pudiera darse, por fin, un merecido respiro.

Pero no todo puede quedar en manos del consumidor. No contamos con los tiempos que necesita el mercado y es necesaria una política responsable que determine qué vale y qué no vale en materia de producción de alimentos. Por otra parte, es verdad que el consumidor tiene poder pero mucho más poder tiene el ciudadano. Es inaceptable que nos hagan creer que solo tenemos poder para consumir, también lo tenemos para decidir, y desde el mundo estamos viendo con expectación y entusiasmo los debates públicos y participativos que se están dando al respecto en Suiza. Los consumidores suizos están tomando conciencia de los abusos perpetrados por la industria ganadera, un 87% de la población considera importante el bienestar de los animales. El think tank antiespecista Sentience Politics lanzó en 2018 la iniciativa 'No a la ganadería intensiva en Suiza', a la que se han sumado diversas organizaciones, entre ellas la Fundación Franz Weber, preocupadas por el cambio climático, el hambre en el mundo, la escasez de agua, la resistencia a los antibióticos y los principios constitucionales de la protección animal.

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