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Sobre este blog

El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

Escucha a otras especies

Curious Mosquito Blog

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Hace aproximadamente un año, cuando los coches y los aviones se detuvieron durante unas semanas a causa de las restricciones de movilidad derivadas de la pandemia del COVID-19, muchas personas creyeron reencontrarse con otros animales. Quienes tenían la suerte o el privilegio de tener una ventana al exterior, pudieron detenerse a escuchar el canto de los pájaros, y recordaron, o descubrieron, que hay un mundo vivo más allá de nuestras miserias.

Este sábado 27 de marzo, tendrá lugar la actividad Escuchas humanas y no humanas en Medialab Prado, un espacio cultural del Ayuntamiento de Madrid actualmente amenazado. Una actividad organizada para nuestra manera de sonar y escuchar a otras especies, y con la intención de defender espacios públicos que, como Medialab, apoyan el debate y la práctica artística como formas de conocimiento.

También durante la pandemia pudimos escuchar a la filósofa francesa Vinciane Despret desarrollar el concepto de phonoceno. El phonoceno hacía referencia al silencio que dejaron las humanas y que, durante unas semanas, fue habitado con mayor intensidad por otros animales. Millones de motores se detuvieron, como la nevera que deja de zumbar repentinamente en la cocina y, en aquel silencio, fuimos conscientes del ruido que acababa de detenerse.

Chris Watson, un reputado fonografista británico, tuvo los recursos para montar en un barco en el Atlántico en medio de la cuarentena global y lanzar un micrófono al océano para descubrir que las ballenas azules habían comenzado a comunicarse en frecuencias hasta entonces desconocidas. Y es que, durante los últimos setenta años, las humanas solo han estado escuchando el océano a través de hidrófonos, así que un receso en el tráfico marítimo y del sonido de los motores de los buques había dejado un paisaje marítimo desconocido para la mayoría de científicas y también para los cetáceos más jóvenes.

El arte de los sonidos lleva tiempo ocupándose de otros animales, como ha resumido recientemente Chris Cuttler en su siempre fascinante podcast Probes, para Radio Web Macba. Sin embargo, históricamente, las humanas no se han fascinado por igual con el sonido de todos los animales. Un capítulo aparte han sido siempre los pájaros y su reconocible gorjeo, los lobos y su misterioso aullido, y los cetáceos con sus complejas vocalizaciones. Parte de la humanidad disfruta proyectándose en animales por su aparente independencia o por su sofisticada sociabilidad, cuando, a cierta escala, las humanas resultan genuinamente gregarias.

Susana Jiménez Carmona ha estudiado el trabajo de artistas como Jana Winderen, que han centrado su trabajo en “animales a los que somos sordas” y lo ha analizado desde los textos de Ursula K. Leguin o Rosi Braidotti, “tejiendo diferentes pensamientos, sonidos y narraciones para reflexionar sobre si el arte que escucha a seres vivos no humanos puede ayudarnos no solo a escapar de la parálisis que nos amenaza y atenaza en estos tiempos de catástrofe, sino también para abrir posibles que hagan de este un mundo más habitable para los diferentes seres que lo puebla”.

Resulta curioso cómo los animales a los que estamos más ligadas son, sin embargo, aquellos que más nos disgustan. Además de perros, gatos y otros animales que se han ganado el privilegio de ser nuestra mascota, la manera de vivir de las humanas en ciudades incuba y hace florecer gigantescas comunidades de palomas, ratas, cucarachas y, recientemente, cotorras. No por casualidad la actual “plaga” de cotorras en algunas ciudades españolas se está dando en las urbes más habitadas. Y es que las cotorras, o perico monje, han sido introducidas en las ciudades europeas por la misma especie que ahora quiere deshacerse de ellas. La especie humana.

Las cotorras son animales sociales que, como las humanas, se agolpan en grandes poblaciones agotando los recursos vegetales y desplazando, y eliminando, a otros animales. ¿Qué puede aprenderse escuchándolas más atentamente? De modo valiente, la filósofa estadounidense Donna Haraway señaló el acuciante problema que implica la existencia de once mil millones de personas sobre la tierra. El mundo, dice Haraway, está lleno de “refugiados, humanos y no humanos”, que necesitan que la humanidad entable más relaciones de familiaridad con otros seres, pero también que deje de dar a luz a tantos bebés.

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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

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