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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

El derbi más trascendental se tendrá que resolver en la vuelta

José León, celebrando el tanto frente a Las Palmas

José Miguel Galarza

Santa Cruz de Tenerife —

2

El primer capítulo del derbi canario más fratricida se lo llevó el Tenerife por la mínima en un ejercicio de fe del que sacó petróleo con el gol de José León. Antes, Las Palmas pudo marcar dos veces, como su rival, pero tener el balón para desplegarse mejor y someter una y otra vez a los locales en una primera parte notable no tuvo premio. Queda todo a expensas del segundo acto en el Estadio de Gran Canaria. Los amarillos estarán obligados a ganar y a los de Ramis les dará con defender el empate.

Más previsible que nunca, el clásico cumplió con el guion esperado. El Tenerife se apuntó a la intensidad perdida en el último mes de Liga y Las Palmas giró alrededor de la imaginación de Viera, el todocanchismo de Kirian, las conducciones de Moleiro y la profundidad de Álvaro Lemos para generar una superioridad manifiesta en el medio juego. Uno defendió como sabe y el otro atacó como lo hacen pocos en esta Segunda. Todo lo que no fuera esto habría chirriado a poetas y albañiles de las dos orillas.

En ese desarrollo esperable, comenzaron a operar los factores marginales, tan importantes cuando entre dos equipos antagónicos en sus propuestas, uno maximiza sus fortalezas para compensar la debilidad. Lo hizo, al cabo, el Tenerife, capaz de corregir en el último esfuerzo dos pelotas de Las Palmas que ya se colaban. Primero, un remate de Viera (m.27) tras ganar la espalda a Bermejo que no cazó Soriano, pero sí Moore para despejar de cabeza bajo los palos. Y en la prolongación (m.45+1), un segundo remate de Cardona, tras rechazar el portero el tiro de Moleiro, que salvó León en la línea con una acrobacia.

Entre tanto, el grupo de Ramis fue capaz de encarar a Álvaro Valles después de media hora dinámica y productiva de Las Palmas, capaz de desequilibrar la línea de medios blanquiazul cuando sumaba a los suyos por dentro para forzar el arrastre de Mellot, dejando la banda entera a Lemos en lo que Bermejo decidía con quién se iba y a Mollejo le cogía lejos el rebumbio.

Ensanchando el campo, desalambrado el eje Sanz-Corredera, Viera y Moleiro hicieron lo previsible. Del uno se puede pensar que juega caminando por indolencia, cuando lo cierto es que no necesita sino un esprint de diez metros para armarla. Y el tinerfeño domina las conducciones con una habilidad que sonroja, a veces con un punto de inocencia que cazó, veteranísimo, Carlos Ruiz. Cuando pudo la experiencia al candor, claro.

Al Tenerife le bastaron un par de dudas para sacarla jugada de Lemos o Navas para ahorrarse la salida desde su puerta que no posee y asomarse al área de la Unión Deportiva con peligro. Cuando se ahorra metros de recorrido en asociación, le amanecen las jugadas en la línea de tres cuartos y encuentra la inspiración de Corredera o los delanteros, el Tenerife de Ramis ha sido letal desde agosto.

Primero colgó un balón al área que cazó Gallego (m.30) con uno de esos remates violentos que solo detiene el larguero. Y tras el gol de León –una extraña combinación de los centrales del Tenerife enganchados en el área en una segunda jugada iniciada por Carlos Ruiz–, Mario pudo poner de cabeza el 2-0 (m.43) tras otro servicio espléndido de Corredera lanzando un saque de esquina. A la vuelta de ese remate, el mismo Mario firmó un eslalon salvando contrarios hasta asistir a Gallego, que conectó un disparo raso bien respondido por Valles.

La efervescencia del acto primero perdió burbujas tras la pausa. Pimienta quiso poner otra marcha sentando a Jesé y Mújica, pero la entrada de Maikel Mesa solo devino silbidos de la parroquia y la aportación de Rober no pasó de un túnel a Mellot (m.69) y el tiro siguiente que se topó con otra respuesta notable de Soriano. Cuando dio paso a Pejiño, Las Palmas había perdido un tanto de fe y casi toda la frescura.

El Tenerife, enchufado, siguió a lo suyo. Manejando bien el riesgo de una vuelta a campo abierto de Las Palmas que le agarrara en desventaja y viviendo de la solvencia de Mellot –cómo ha crecido este Mellot– en su flanco, tomó aire con el relevo de Sergio por Corredera y se avino a caer por las bandas. En una de esas, pudo resolver Andrés con una mansa que le puso Elady al área (m.80), pero no cogió puerta.

De más a menos, el clásico se enredó en una sucesión de faltas tácticas por el pánico del Tenerife a perder lo pescado y la inferioridad de Las Palmas cuando perdió el juego posicional y se vio con Mfulu defendiendo demasiado expuesta. El desconcierto tuvo un tercer promotor en la figura del árbitro, el único elemento que desentonó en una cita que valió la pena ver y solo ensució su empeño en dejar sin tarjetas faltas visitantes que lo merecían o un cabezazo con el balón parado de Álvaro Valles a Andrés. Si esta noche se jugaba el ascenso Iglesias Villanueva, puede que sea el único de los protagonistas al que se le haya escapado sin remedio.

(1) CD TENERIFE:  Soriano; Moore, Carlos Ruiz, José León, Mellot; Mollejo (Pomares, m.89), Alex Corredera (Sergio, m.65), Aitor Sanz, Bermejo (Elady, m.70); Mario González (Andrés, m.65) y Enric Gallego.

(0) UD LAS PALMAS: Álvaro Valles; Lemos, Eric Curbelo, Raúl Navas, Cardona; Kirian, Mfulu, Jonathan Viera, Moleiro (Pejiño, m.78); Mújica (Maikel, m.62) y Jesé (Rober, m.62).

ÁRBITRO: Ignacio Iglesias Villanueva (Comité gallego). Amonestó al local Moore (m.53).

GOL: 1-0 (m.36) José León.

INCIDENCIAS: Partido de ida de la semifinal por el ascenso a la Liga Santander, jugado en el estadio Heliodoro Rodríguez López ante 19.732 espectadores, unos 700 seguidores de la UD Las Palmas.

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