Iconoclastia

La derechita pusilánime

0

La ultraderecha española es más cruel y despiadada de lo que yo pensaba. No solo propugna medidas contra los extranjeros, los homosexuales, los pobres, los ancianos y los jóvenes, sino que martiriza y tortura a un viejecito de 89 años para que dé la cara por ellos en el Congreso de los Diputados durante las dos maratonianas sesiones que duró la estrafalaria moción de censura presentada por Vox. 

La ultraderecha presentó como candidato a Ramón Tamames, un abuelete adorable cuasi nonagenario que se quejó en todo momento de que las intervenciones fueran tan largas y duraderas. 

Tiene bemoles que el propio candidato a la presidencia del Gobierno en una moción de censura se queje de que las intervenciones de réplica del presidente del Gobierno de España sean demasiado largas para su gusto. 

El bisabuelo llegó al hemiciclo ayudado de un bastón, un ujier y Abascal, que estuvo todo el tiempo a su lado para traducirle algunas expresiones parlamentarias que no entendía a pesar de haber estado dos legislaturas en el Congreso durante la transición democrática.

Don Ramón echaba en falta algunas cortesías cortesanas de antaño cuando era diputado comunista y economista. Aquello fue un esperpento, por lo que Ramón Tamames se asemejaba a su tocayo Valle Inclán. Algunos pedían mejor trato para un señor tan mayor pero ese viejecito estaba en sus cabales cuando aceptó la invitación de Abascal y por lo tanto sabía en la guerra en la que se metía. La egolatría tiene un precio. 

La moción de censura presentada por Vox fue la crónica de una muerte anunciada pero los fachas están ávidos de protagonismo porque se sienten ninguneados por la otra derecha de la que se escindió en su día por ser demasiado cobarde para su gusto.

Y efectivamente, el PP, el principal partido de la oposición, volvió a mostrar su cobardía y pusilanimidad al huir a Bruselas su presidente, Núñez Feijóo, que dejó encargado a su grupo que se abstuviese, no fuera a pasar lo mismo que le ocurrió a Pablo Casado, que, tras oponerse a la anterior moción de censura de Vox en la actual legislatura y despotricar sin ambages de su líder Abascal, cayó en desgracia después de enfrentarse a la presidenta de la Comunidad de Madrid por un quítame de aquí estas pajas y estas mascarillas millonarias para su hermano Tomás. Toma, Tomás, todo para ti, y dale Ramón, dale Ramón, chuta más fuerte que eres todo un campeón. Un negocio redondo que para la Fiscalía no es nada, como los veinte años del tango de Gardel.

Isabel Díaz Ayuso teatralizó ayer una sonora ruptura con el grupo de Vox en la Asamblea de Madrid y con su líder, Rocío Monasterio. Ayuso mandó al carajo al único grupo que le había apoyado en esta legislatura para poder sacar sus asuntos adelante ya que el PP de Madrid no cuenta con la mayoría absoluta que sí tiene el de Andalucía. 

Es muy cobarde y deshonroso aprovecharse durante la legislatura del apoyo de la ultraderecha y el último día parlamentario escenificar una abrupta y fingida ruptura que no engaña ni a los espectadores más tontos. Solo faltaron las lágrimas de Magdalena que la presidenta de la Comunidad reserva para casos excepcionales, como cuando posa para el periódico El Mundo como la Dolorosa, ahora que estamos en vísperas de Semana Santa. 

Ayuso montó la escenita electoral para distanciarse de la ultraderecha pero sabe que después de mayo la volverá a necesitar si quiere gobernar la Comunidad de Madrid, siempre que el bloque de la derecha gane al de la izquierda, que aún está por ver. Los de Vox están en mis antípodas pero cada día empiezo a creer más que tienen razón cuando denominan al PP la derechita cobarde. Aunque lo de ellos no tenga nombre. No sé qué es peor. 

Etiquetas
stats