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Yass coño, Manué, al final te fuiste, gracias por todo

Cartel de 'La última y nos vamos', el show de despedida de Manolo Vieira

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Querido y admirado Manolo, al que muchos en la calle paraban y te “asaltaban” con un Manué al que tú siempre correspondías con una sonrisa o con una mirada de agradecimiento. No sé ni como empezar a escribir o como continuarán estas líneas sin saber a dónde me llevará la mente o el teclado, ni siquiera sé si lo mandaré al periódico o si se publicará, simplemente estoy llorando mientras intento asimilar que ya no estás físicamente con nosotros.

Y recalco lo de físicamente porque tú, Manolo, SIEMPRE estarás en el alma de nuestra gente de las ocho Islas Canarias, de esos que veíamos en ti al maestro que era capaz, usando las palabras como instrumento, de contar las cosas mejor que nadie. Nos reflejabas en muchas de tus historias, que como contabas en tus espectáculos, no eran más que las de todos los que te rodeábamos. Yo nací en La Isleta, en la calle Prudencio Morales, y aunque mis padres se mudaron a la antigua Cícer cuando yo era niño, siempre he sentido que ese barrio era mi casa. Ya en la pubertad fui “un lechuguino” de esos que estudiamos en el Instituto de La Isleta, salimos a las calles en manifestaciones durante varios meses e incluso aprobamos (que no aprendimos) latín con Cafalé. 

Tuve la suerte de conocerte “de siempre, mi niño” cuando ambos hablábamos e intentábamos poner punto de inicio a nuestra relación. Es cierto que fui de esos jóvenes que hacíamos cola en Chistera esperando tener la suerte de entrar a reírnos y beber antes de salir de fiesta al Puerto, cuando el Puerto era el Puerto. Tuve el enorme privilegio de coincidir contigo hace muchos años en el Hotel Taburiente de Santa Cruz de Tenerife horas antes de una actuación tuya en lo que era la Discoteca Q (creo que se llamaba así, perdónenme si me he equivocado) y tomándonos un pisco en el hall del hotel me dijiste, “vente pa’ la actuación y así verás que los piques entre islas los cura el humor”. Juro por dios que se me ponen los pelos de punta recordando esos momentos donde en una discoteca llena de gente joven, el silencio para escucharte solo era el preludio de las carcajadas y los aplausos. 

Sé que en Madrid te querían mucho, cada actuación tuya en la capital o en esas retransmisiones de Fin de Año en la RTVC eran el precedente a decenas de mensajes de amigos madrileños o de canarios afincados por la península riendo y diciéndome que por un rato habían viajado a Canarias. Eso eras tú, Manué, uno de los grandes cronistas de nuestro tiempo, es más, creo que eres el gran cronista de nuestra sociedad desde el siglo XX hasta ya este bien entrado siglo XXI.

Tuviste la suerte de sentirte querido, admirado y reconocido por tu gente. En la presentación de tu último espectáculo decías que “te ibas más feliz que el carajo”, y yo, que tuve el honor de estar presente el 18 de noviembre pasado en la puesta de largo del que sería tu último show, La última y nos vamos, pude comprobar en primera persona cómo tu talento no tenía edad y nos cautivaba a todos por igual, dando igual edad, condición social y sexo. A ti se te permitía seguir contando las historias de toda la vida, sin entrar en ese forzado lenguaje inclusivo que no siempre tiene sentido y al llegar a casa el corazón me pidió volver a escribir sobre cultura en lo que jamás pensé fuera mi artículo de despedida hacia ti. 

Me llamaste al leerlo, lo que hablamos quedará entre nosotros como siempre sucedía, porque nuestra relación fue casi más a distancia que en persona. Recuerdo como a veces me escribías para preguntarme por algún restaurante “donde comer bien, no tanta mariconadas como a veces te leo, y que no me claven la cartera, que te conozco”. Estuvimos muy cerca de quedar a comer en La Isleta, teníamos esa mesa pendiente en Camino al Jamonal para sentarnos en la barra y disfrutar. Hoy siento que te la debo y si algo “te reprocho” es que te hayas ido un poco antes de tiempo y ahora la arrancadilla me la tenga que ir a tomar yo solo.

Pero como decía Frank Sinatra en su canción “My Way”, tú viviste a tu manera, fuiste feliz a ratos como te gustaba decir y nos hiciste felices a muchos durante muchísimos ratos, como a mí me gustaba contestarte. Escribiendo me he puesto el disco que sonaba en Chistera antes de tu último show, Dos Pájaros de un Tiro, donde dos grandes maestros como Serrat y Sabina cantaban a dúo. Hoy, el primero se ha retirado y el segundo prepara su gira de despedida mientras tú, querido Manué, has dicho adiós como siempre habías querido, con el micro en la mano, el chaleco puesto y la sonrisa de tu público que te quería, en la cara.

Mientras escribo las últimas palabras de este artículo estoy escuchando Cope Canarias mientras Santi Falcón se emociona y describe a Manolo como nadie, “me vino a buscar hace 31 años y para mí ha sido todo en la vida. Creo que Manolo Vieira ha sido el gran referente como monologuista ya no de Canarias, sino de España y casi te diría que de toda Latinoamérica, contaba las historias como nadie”. Continuaba recordando Santi como “en Chistera se han sentado a disfrutarlo y aprender los más grandes humoristas del mundo a partir de su arte. Nosotros en Canarias somos conscientes de lo grande que era Manolo, fue un genio que nació en chabolas, de un origen humilde y que aprendió de su madre. Su genialidad le desbordaba y a veces eso le costaba entenderse”. Terminaba Santi con lágrimas en la palabra diciendo que “a veces a Manolo le costaba ver el inmenso artista que era, su capacidad narrativa, interpretativa y escénica era mucho más grande que la que él tenía de sí mismo. 41 años de carrera con sus altos y bajos pero jamás con un fracaso”. Terminaba Santi con la voz entrecortada recordando que “Manolo puso a La Isleta en el mapa, fue de los primeros en hablar de la inclusión usando con humor los vocablos de peninsulares y peninsularas, hizo que la gente hablara con respeto de un barrio humilde, el suyo”. En la conversación surge la figura de Victor Santana, el otro fiel amigo y escudero de Manolo que junto a Santi viajaron juntos por el mundo durante más de dos décadas siempre llevando a Canarias con honor y orgullo.

Kike Pérez se queda sin palabras ante el adiós de su maestro pero ojo a esto que dice, “Manolo es el gran culpable de tener esta camada de cómicos en Canarias porque no hemos tenido que ir a buscar fuera el maestro que teníamos dentro” concluía confesando que “ahora cumpliremos lo que nos pidió en la última reunión entre amigos que tuvimos, toca hacer poco y querernos mucho”. No puedo dejar de pensar en otro gran amigo de ese grupo como es “su sobrino” Dani Calero. Esos 20 minutos de La Mañana de Cope Canarias se convirtieron en el mejor y más sentido homenaje que podríamos escuchar a Manolo Vieira. Se ha sentido a Pepe Moreno, Jaime Pérez Llombet y al propio Mayer Trujillo emocionados, sinceramente les invito a que recuperen ese audio porque salió improvisado y del corazón, lo que el propio Manolo solía hacer sobre el escenario, improvisar para salir por la puerta grande, no se me ocurre mejor recuerdo para su figura.

Parece una broma del destino que el mismo día que el Cabildo de Gran Canaria te nombra Hijo Predilecto de la isla, te nos vayas dejándonos huérfanos. Termino de escribir esta despedida poniéndome la camiseta retro de la UD Las Palmas para ir a despedirme de ti, amigo, y como decía Kike Pérez en antena, en mí y en todos estará Alexis, Maruca, Carmelo, Cuco o Fefo entre otros muchos, pero no quiero despedirme sin darle el abrazo más grande del mundo a su pareja, familia, amigos y todo su público, que podrán despedirse de él en el Tanatorio San Miguel, sala 109, hoy jueves de 11 a 20:30. 

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