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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

La inmigración como circo

Muelle de Arguineguín, con varias personas rescatadas de una patera por Salvamento Marítimo

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Arguineguín se ha convertido en un circo. El repunte migratorio provocado por una concentración de factores (cambio climático, conflictos locales, buena mar, pandemia, caducidad de los convenios internacionales), y la pésima gestión que ha hecho de sus consecuencias el Gobierno de España, han provocado que todas las fuerzas políticas hayan decidido hacerse populistas. 

Por el muelle de esa localidad moganera están desfilando autoridades de todo tipo y pelaje, y este mismo jueves ha asistido la nueva cara que el PP quiere presentar ante su más que previsible debacle, la veterana Ana Pastor. No se trata en la mayoría de los casos de que los partidos políticos estén preocupados en su conjunto por el bienestar de estas personas, literalmente tiradas sobre el asfalto del puerto, sino que todos han descubierto la usabilidad que tiene para meterle el dedo en el ojo al Gobierno.

Tampoco es que los de Pedro Sánchez lo hayan puesto difícil. Criticar la gestión que de esta crisis ha hecho el gabinete es lo más razonable teniendo en cuenta las evidencias. No solo se ha fallado en política internacional por la ausencia de renegociación de los convenios diplomáticos con los países vecinos emisores, sino que la respuesta ante la más que previsible llegada masiva de personas ha sido catastrófica. Ha tenido que pasar más de un mes para que el Ministerio de Defensa se haya dignado plantearse ceder instalaciones ociosas, y un poco menos para que se habilitaran establecimientos turísticos cerrados por la crisis para darle una respuesta digna a esas personas.

Al ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, no le ha parecido grave el problema como para ajustar su agenda y colocar este asunto entre sus prioridades. No ya para darse un salto hasta la periferia, sino para ejercer sus competencias y resolver desde el primer momento la situación generada. Sus palabras tan poco delicadas no han hecho más que demostrar la prevalencia de ese secular desprecio que algunos políticos de la metrópoli tienen hacia todo lo que exceda de la M-30.

Forzado por la presión mediática y política, hasta el presidente de Canarias se vio obligado a acercarse a Arguineguín a hacerse una fotografía con el delegado del Gobierno, Anselmo Pestana, al que no han parado de lloverle críticas por la desidia de Madrid. Ángel Víctor Torres se había resistido a prestarse a ese juego, pero acabó sucumbiendo.

Tiene razón sin embargo el juez de vigilancia del CIE de Barranco Seco, el ex senador socialista y comisionado de la UE Arcadio Díaz Tejera, cuando dijo que no hace falta ir por allí a ver a las personas migrantes, sino dar las órdenes precisas para resolver la precariedad de su hospedaje y el trato denigrante al que han sido sometidas. Pero el caso es que lo dijo in situ, es decir, en plena visita igualmente innecesaria que solo sirvió para darle más oxígeno a la alcaldesa de Mogán, de dudosa vocación humanitaria y mucha ambición política con ribetes racistas y populistas. Onalia Bueno quiere hacer política fuerza de los límites de su municipio a través de Coalición Canaria, y por eso no ha tenido el menor recato para exigir un pleno monográfico sobre la cuestión migratoria ¡en el Senado!, justo la cámara en la que desarrolla su reconquista del poder el presidente in péctore de ese partido, Fernando Clavijo.

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