La venta de oro se dispara un 30% en Las Palmas de Gran Canaria por la crisis

Las subastas que se celebran en el Monte de Piedad de La Caja de Canarias son siempre de alhajas. En 2007 se celebraron unas 961, mientras que en lo que va de 2008 se han reañllizado unas 1.531. Eso supone un 59 por ciento más de subastas que el año pasado, lo que traducido en dinero son unos147.000 euros más que el año pasado.

El Monte de Piedad de La Caja de Canarias es la opción para los que necesitan un préstamo inmediato y pueden empeñar una joya de manera rápida y sencilla. Los préstamos suelen hacerse por un año, una vez cumplido el plazo, el cliente tiene la opción de rescatar su depósito o de renovar el préstamo. También puede renunciar a las joyas empeñadas, en cuyo caso salen a subasta.

Según el director de Obra Social y Comunicación de La Caja de Canarias, Miguel Ángel Suárez, “cada vez hay más prorrogaciones y menos cancelaciones, por lo que efectivamente la coyuntura económica actual se ha notado”. El representante de la entidad financiera agrega que “la situación económica actual y el aumento de la población inmigrante hacen que el servicio de préstamos tenga cada vez más actividad y que cada vez sean más los que solicitan aquí un préstamo dejando sus joyas como aval”.

Hace unos años, el número de solicitudes de préstamo no ascendía de los 8.000 y, como tónica general, se movían al año unos 500 kilogramos de oro al año en empeños en la provincia de Las Palmas. Sin embargo, El Monte de la Caja de Canarias tasó en 2006 unas 76.000 piezas. En cambio, durante el ejercicio siguiente pasaron por allí alrededor de 800 kilogramos de oro de los más de 10.000 préstamos concedidos y, según las previsiones, este año el incremento va a ser considerable, ya que la cartera de clientes está creciendo a un ritmo de vértigo.

El perfil de cliente que más utiliza este servicio atiende a edades comprendidas entre los 18 y los 35 años, por un lado, y la población de mayor edad (entre 50 y 65 años), por el otro. Desde hace unos años, con el aumento de la población inmigrante “estamos notando más movimiento”, comenta el director de Obra Social y Comunicación de La Caja de Canarias, Miguel Ángel Suárez.

En los comercios

A las 9:30 de la mañana pululan una treintena de personas esperando que abra un comercio de compra y venta de productos. Cash Converters es una empresa que compra todo lo que la gente no necesita en sus casas: consolas, electrodomésticos, oro e incluso material de construcción o herramientas. Juan Hernández, el gerente del comercio, señala que aproximadamente desde hace un año compra más mercancía de la que vende al público.

“Sin embargo, según el precio de venta del producto buscamos un margen de beneficio para ver en cuanto lo podemos vender”, indica, “el oro es el único producto que tiene precio fijo, compramos el gramo a nueve euros”. Hay otro método de compra con opción de recuperar en los próximos dos meses pero “con un coste de un 20 por ciento de lo que lo que lo cobró el cliente”, concluye.

Juan Hernández se va acostumbrando al trasiego de tanto clientes desde hace meses. “Me asombra estos días que cada vez hay más profesionales y autónomos que vienen a vender sus herramientas para hacer frente a los pagos o para incluso poder finiquitar a sus propios empleados”.

El perfil de los clientes que llegan hasta este establecimiento es el de un 55 por ciento hombres que venden herramientas y consolas de videojuegos y un 45 por cicento, mujeres jóvenes que ponen a la venta teléfonos móviles, mientras que las personas mayores de 45 años se acercan hasta allí para sacar algo de dinero por sus utensilios de cocina.

Hernández afirma que “el riesgo que sufrimos como negocio no es el mismo que tener en estos momentos una inmobiliaria, pero la inversión que estamos haciendo es grande ya que compramos más de los que logramos vender”.

'Compro oro'

Otros negocios que experimentan la misma situación hoy en día son las tiendas de 'Compro oro'. En Las Palmas de Gran Canaria hay una decena de establecimientos que se dedican a este sector. Algunos de sus propietarios afirman que fuera de lo que se pueda pensar no están haciendo su agosto en esta época de crisis.

Sabina García, empleada de la tienda situada en el barranco Guiniguada, afirma que “desde el mes de diciembre se ha notado un amento del 30 por ciento de clientes que acuden a la tienda para vender sus joyas”. Pero, advierte, “eso no significa que hagamos el agosto. Nosotros salimos adelante gracias a que enviamos la chatarra a mayoristas de la península que compran el oro destruido, para posteriormente fundirlo y crear nuevas piezas”, . Sin embargo han notado como han caído sus ventas estos últimos meses en un en un 20 por ciento.

El perfil de clientes que viene es de personas mayores en su mayoría mujeres y pensionistas “precisamente hoy llegó una persona que venía a deshacerse de gran parte de sus joyas para poder hacer frente a la crisis”, apunta García. “Ahora pagamos a 6,50 euros el gramo; hace una semana, a seis y hace un mes, a 5,50”, apunta. Los precios del oro dependen de la cotización que tengan ese día en la Bolsa madrileña. Pero cuando ese metal precioso se vende de nuevo al público, el valor del gramo ha aumentado hasta los 24 euros.

Eladio Estévanez es propietario de Oro La Peregrina, en el barrio de Vegueta, desde hace 27 años. La crisis le recuerda a la de los años 80. En este mes no ha entrado ni un solo cliente a comprar oro, simplemente se acercan a vender. “Vienen gente de todo tipo, desde los 18 hasta los 70 años, gente sin recursos y gente con mucho dinero”.

Estévanez se muestra disconforme con los medios de comunicación. “Dicen que nos estamos aprovechando de este momento de crisis, pero eso no es así, estamos en la ley del mercado y yo pongo los precios dependiendo de la Bolsa”, explica. “Sobrevivo vendiéndole al Estado, a la Sociedad Española de Metales Preciosos y por eso el gramo varía de precio dependiendo de la pieza”, añade. “Yo lo compro a ocho, nueve y diez euros y en estos días [de crisis] estoy comprando grandes cantidades; pero vender, nada de nada”, concluye.

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