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La gestión política del amor

Víctor Bethencourt Rodríguez

La política muchas veces versa sobre los sentimientos. No me refiero a los sentimientos identitarios que están a la orden del día en América y Europa, no. Hablamos en esta ocasión de cuando la política interacciona con el ámbito privado e íntimo de nuestra vida y que abarca nuestra relación social con los demás y con nosotros mismos, con sus derechos y obligaciones, y que afecta nuestra esfera personal y sentimental, es lo que el profesor Ken Plummer de la Universidad de Essex ha venido en denominar ciudadanía íntima. La política también versa sobre la gestión de los asuntos públicos y la solución de problemas sociales mediante las políticas públicas.

Lo cierto es que pareciera que el nuevamente actual Isla Bonita Love Festival tenía en parte algo de estos dos elementos: una política pública desarrollada para fomentar el respeto y la tolerancia entre la ciudadanía ante lo diverso, o al menos así lo parecía en las presentaciones iniciales, sobre todo por destacar como acto de importancia la I Convención política y social a favor del colectivo LGTBI de Canarias. A este acto se le añadió ocio, gastronomía, moda, música, etcétera. El resultado final es que lo accesorio se convirtió en lo principal; la moda, la artesanía, la música devoraron lo social y reivindicativo, un caso de capitalismo rosa (a pequeña escala) de manual, sólo hay que echar un vistazo a la importancia posterior en medios de comunicación y a la perspectiva de la ciudadanía: el Love Festival es una pasarela, unos conciertos, poco más.

Pasarela, conciertos y poco más que casi llegan a los 200.000 euros de inversión, generando déficits y quejas del sector empresarial que hasta hace dos meses habían visto sus facturas impagadas. Pero, ¿qué nos podemos esperar en nuestro país donde la megalomanía está a la orden del día? En España hacemos aeropuertos sin tener aviones y pretendemos hacer unas Olimpiadas dándole la espalda al deporte base. Lo mismo ha sucedido aquí, se ha pretendido hacer una oda a la tolerancia y la diversidad sin haber trabajado tales cosas.

Con tamaño presupuesto La Palma podría poner en marcha actividades, de las que está necesitada, vinculadas al respeto de la diversidad sexual, que ya se ponen en práctica en muchas otras Comunidades Autónomas y entidades locales con un bajo coste y muy buen impacto: programas formativos en Institutos de Educación Secundaria, apoyo a los ayuntamientos (desde los más grandes a los más pequeños) en la organización de actividades de ocio como ciclos de cine, apuesta por las bibliotecas municipales dotándoles de material adecuado, coloquios con referentes LGTBI que abarcan desde la política, la judicatura, al cine o al deporte, entre otras. Actividades con carácter estable que ayuden a la formación y sensibilización durante todo el año.

La historia del colectivo LGTBI es una sucesión de luchas contra la intolerancia, la opresión, la discriminación de lo diferente, lo nuevo o lo extraño. Defendamos ese legado que inspiró y sigue inspirando a nuevos movimientos de defensa de los derechos civiles y ayudémosles diariamente y no durante cuatro días al año.

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