40 años de la Operación Manuel, el accidente aéreo en El Hierro que casi provoca un incidente diplomático

El avión P3B Orión, de la Marina estadounidense

Juan Ignacio Viciana

Valverde —

Base Aérea de Lajes (Islas Azores). 11 de diciembre de 1977. Son poco más de las 06:00 horas, aún no ha despuntado el día y todavía retumba en los oídos de los soldados el soniquete del Uso Show, un espectáculo musical que el ejército norteamericano traslada por Europa para animar a sus tropas desplegadas en el Viejo Continente en plena Guerra Fría.

Es el comienzo de un largo día de trabajo para el comandante James Charles Ingles, el piloto Francis McKeone, el navegante Mike Rowe, el operador de radar Marsh Cantrell y el resto de los 13 tripulantes del P3-B Orion de la US Navy que llevan meses entre las bases de Rota (Cádiz) y Lajes peinando los mares en busca de submarinos soviéticos.

A las siete en punto tienen conocimiento de su tarea del día: patrulla de vigilancia en superficie, con el radar y la radio apagadas para no ser detectados, nueve horas de duración en un área de casi 53.000 millas cuadradas, desde las mismas Azores hasta la esquina noroeste de la isla de El Hierro.

El comandante recibe la orden de no adentrarse en el territorio de otros países y de volar evitando las torres de control, y Mike Rowe la copia del mapa que escupe el plotter del centro de soporte táctico. Es el cuadrante noroeste del Archipiélago canario, en el que no aparecen las tres islas más a Occidente: La Palma, La Gomera y El Hierro.

Son las 10:36 de la mañana y el Orion despega de la base de Azores sin mayores contratiempos, rumbo sureste. Treinta y seis minutos más tarde informa de su paso por un punto convenido y se desconecta, comenzando a volar bajo su propio control para iniciar la misión encomendada. Nunca más volvería a establecer contacto con la base.

Mar de nubes

Es domingo y en El Hierro tarda en amanecer. Sobre todo en la zona de La Frontera, donde una densa lluvia y ese mar de nubes que ha decidido anclarse a las cumbres de El Golfo animan a prolongar la mañana abrigándose en las sábanas.

Es uno de esos días en los que literalmente no se ve a tres en un burro y definitivamente no iba a ser un domingo cualquiera para José Miguel León Padrón, que conducía un turismo junto a su esposa e hijos camino del Valle del Golfo para ir a visitar a unos familiares. Instantes antes de que salvaran la vida milagrosamente, un pescador miraba de reojo hacia aquel extraño avión que volaba demasiado bajo y se adentraba en la espesa niebla que envolvía la carretera de El Golfo para no salir jamás.

A las 12:45 de la mañana un estruendo sacude a La Frontera: el P3-B Orion de la US Navy y sus 13 tripulantes impactaban contra la Isla a una altura de 1.975 pies, dirección Sabinosa-Las Puntas, en una zona del Valle del Golfo donde la falda de la montaña alcanza una pendiente de 45 grados. Es un primer toque hasta acabar estrellándose 2.200 pies más adelante, una gran bola de fuego provocada por los 6.500 galones de combustible que contienen unas alas que acabaron desintegrándose.

Las crónicas cuentan que José Miguel León cogió unos “matos” e intentó sofocar, con riesgo de su propia vida, algunas de las llamas que salían de los restos del avión; y luego dio aviso a varios vecinos que a su vez avisaron a la Guardia Civil, ésta a las autoridades, y éstas al Ejército que destacó a un grupo de soldados hasta el lugar del suceso.

A todos los recibió un escenario de muerte: fuego, brumas, humo, restos de hierros retorcidos y esparcidos en un área inabarcable, lluvia y cuerpos mutilados dieron la bienvenida a varios sacerdotes que se trasladaron al lugar del suceso para cumplir con su sagrado ministerio, médicos, monjas y el pueblo herreño en su conjunto que dio una lección de solidaridad inolvidable.

Se multiplican las preguntas

Se desconoce qué tipo de avión se trata, si transporta o no materiales peligrosos, algunos de los testigos hablan de explosiones secundarias, incluso si pudiera haber supervivientes sin localizar en ese momento. Las autoridades deciden que la Guardia Civil y el Ejército se encarguen de establecer un perímetro de seguridad que además mantenga alejados a los curiosos.

¿Qué hace un avión militar norteamericano violando el espacio aéreo de Canarias en secreto? ¿Qué objetivo tenía? ¿Hay submarinos rusos surcando las aguas canarias? La imaginación se dispara y las preguntas se multiplican.

En ese contexto emerge la figura de un cabo de la Guardia Civil, que inspeccionaba los restos del avión y acabó encontrando unos papeles que consideró importantes puesto que según él delataban la existencia de una operación militar norteamericana contra objetivos españoles: “La Operación Manuel”.

El cabo lo comunicó a su sargento, éste, por conducto reglamentario, transmitió la noticia a su teniente, el teniente a su capitán y al llegar a las altas esferas el hallazgo de los extraños papeles se había convertido en una cuestión de Estado: ¿Por qué hay un avión americano antisubmarinos volando en las Islas? ¿Qué se esconde tras la “Operación Manuel”?

Crece el nerviosismo entre los mandos militares y en el propio Gobierno de Adolfo Suárez en Madrid. ¿Cómo es que nadie sabe nada sobre un avión americano en el espacio aéreo español? ¿Cómo es que no ha sido detectado por los radares? ¿Hay un agujero por el boquete de sombra que provoca el Pico del Teide?

La maquinaria diplomática se pone en movimiento tras el informe del agente, hay contactos entre el Ministerio español de Asuntos Exteriores y la Embajada de los Estados Unidos en Madrid, incluso con la Secretaría de Estado en la otra orilla.

Los americanos juran y perjuran que no hay ninguna operación abierta en cielo español, pero los españoles siguen pidiendo explicaciones. A última hora advierten con firmeza de que tienen los comprometedores papeles y están en poder de la Guardia Civil de El Hierro.

Un grupo de expertos se traslada a la Isla para interrogar al guardia civil y cuando le preguntan que de dónde había obtenido tan extraña información él contesta que la había recogido de entre las ruinas del aparato. Era una documentación que rezaba, en inglés, “Manual Operating”. Es decir, el manual de operaciones del avión que el miembro de la Benemérita, tradujo, en un exceso de celo, como “Operación Manuel”, provocando casi un conflicto diplomático de serias repercusiones.

La investigación oficial

La investigación que realizó la US Navy señaló directamente a negligencias cometidas por la tripulación como principal causa del accidente; así como a las horas previas al vuelo, donde los militares no cumplieron con la normativa de descanso, alargando la noche del sábado más de lo deseable, e incluso se señala una alta ingesta de alcohol, por lo que los miembros de la tripulación no estarían en las condiciones óptimas para volar.

Otro de los factores que pudo desencadenar el accidente según la investigación fue la deficiente información sobre la zona de patrulla, ya que en los mapas entregados a la tripulación faltaban las islas de La Palma, La Gomera y El Hierro.

Y por último, las lamentables condiciones meteorológicas con una espesa niebla y nula visibilidad, que no permitía una navegación visual y advertir la pared que forma la Cumbre en esta zona de la Isla.

Cuarenta años después, del accidente sólo queda el recuerdo, algunos trozos de avión que se aprovecharon en gallineros y establos de la zona, y saber si el guardia civil fue felicitado por su celo por los superiores o le obligaron a tomar un curso intensivo de inglés.

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