Por qué los apagones se ceban con La Palma: un sistema aislado y una central térmica de hace medio siglo

Foto de archivo de la central eléctrica de Los Guinchos, en La Palma. EFE/Luis G. Morera

Toni Ferrera

13 de junio de 2025 22:25 h

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El cero energético que sufrió La Palma hace unos días ha vuelto a poner el foco en la antigüedad de su central térmica más importante, que cuenta con algunos motores con más de cincuenta años de actividad y escasas alternativas ante incidentes simples.

La isla presenta un sistema eléctrico aislado, al igual que el resto de territorios en Canarias salvo Lanzarote y Fuerteventura, que sí están interconectadas (se espera que La Gomera y Tenerife también lo estén pronto).

Es una red frágil y poco mallada, es decir, con escasas conexiones para distribuir la energía. Cuenta con una central térmica con una potencia de 96 megavatios (MW), algunos parques eólicos (7,9 MW) y fotovoltaica (3,4 MW).

Pero La Palma es la isla con menor penetración de renovables de todo el Archipiélago (solo un 11%). Y depende casi de manera exclusiva en una central ubicada en Breña Alta, en la zona este de la isla, donde cerca de un tercio de su generación, alrededor de 30 MW, se produce por motores diésel de hace más de cincuenta años que han superado su vida útil regulatoria (25 años).

Cuando esta central falla, puede haber problemas. Y todo apunta a que eso fue lo que pasó el pasado martes, cuando “un disparo [desconexión] de un grupo generador” en dicha central, denominada Los Guinchos, provocó que cayera todo el sistema, dejando sin luz a más de 50.000 personas durante tres horas. Red Eléctrica ha defendido que las reservas programas para ese día superaban lo exigido.

“[El cero energético] nos da a entender que seguimos siendo una isla que no está en el primer mundo”, ha dicho el presidente del Cabildo insular, Sergio Rodríguez, de Coalición Canaria. “La Palma ya ha sufrido demasiado como para seguir sufriendo estas situaciones”, remachó.

La mitad de La Palma sigue sin luz tras cinco horas de apagón

El motivo de esa desconexión es aún incierto. Las causas pueden ser “infinitas”, sugiere Kumar Mahtani, profesor de Ingeniería Industrial en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), incluyendo un fallo mecánico o en algún sistema auxiliar, una mala configuración de un relé, un fallo eléctrico, una sobrecarga o un incendio (como el que se produjo en La Gomera en 2023).

El director territorial de Endesa en Canarias, Pablo Casado, ha dicho que “se están analizando bien todos los registros para reconstruir con precisión la secuencia exacta de los hechos y encontrar el origen del incidente”.

Otro directivo de la compañía eléctrica en las Islas, Carlos Lafoz, ha agregado por su parte que “un fallo en un solo grupo generador no debería provocar el apagón total de una isla. Puede ser el detonante, pero no la causa”.

La crítica, igualmente, se ha centrado en la edad de los grupos de generación térmica en La Palma, con algunos de los equipos más antiguos de toda Canarias. Dos motores de 3,82 MW cada uno sobrepasaron su vida útil regulatoria en 1998, otro de 2,9 MW en el año 2000, otro de 4,3 MW en 2005, uno de 6,69 MW en 2008 y otro más, también de 6,69 MW, en 2020.

En Los Guinchos asimismo hay una turbina de gas, la única en toda la isla, pero tiene una limitación de 500 horas de funcionamiento al año por motivos ambientales. Y los cuatro motores restantes, de 11,5 MW cada uno, finalizan su vida útil en 2026, 2028 y 2031.

Esto y unos pocos megavatios más de eólica y solar conforman el mix energético en la Isla Bonita. ¿Es la antigüedad de sus grupos un motivo directo de los apagones recientes? Ha habido un total de cinco en las últimas semanas y siete generales en los últimos veinte años, “todos ellos con un denominador común: fallos estructurales en la red de generación y distribución eléctrica, envejecida y carente de la necesaria inversión”, ha insistido el Cabildo. Pero los expertos matizan esa afirmación.

Semáforos apagados en La Palma este martes, durante el apagón.

Mahtani detalla que la vida útil regulatoria de los grupos eléctricos es tan solo un parámetro económico, no técnico, que regula el tiempo en que las empresas perciben un incentivo económico por algunos costes, como los gastos de inversión o el transporte del combustible.

Durante 25 años, las empresas productoras de energía en Canarias (Endesa, principalmente) no solo cobran por el precio al que venden su producto en el mercado eléctrico, sino también por ese régimen retributivo adicional. Pero “con un adecuado mantenimiento”, destacó el experto en un artículo en The Conversation, los equipos “pueden seguir operando con seguridad mucho más allá de los 25 años”.

El problema es que han perdido el incentivo económico para renovarlos o ampliarlos. Y no fue hasta el año pasado cuando el Estado convocó el concurso para reforzar los sistemas eléctricos aislados de Canarias, Baleares, Ceuta y Melilla, paralizados desde la aprobación de una ley impulsada por el exministro de Industria José Manuel Soria (PP) en 2013 que generó una maraña administrativa incapaz de agilizar los trámites.

“No se han podido realizar las inversiones necesarias porque no se han dado las condiciones administrativas para ello”, admitió Lafoz esta semana. “La viabilidad económica de las grandes inversiones en las centrales eléctricas canarias va de la mano del régimen adicional”, agrega el profesor de la UPM, que reitera, eso sí, que no es utópico mantener a los que han superado los 25 años. Se apoya en el sector automovilístico para intentar explicarlo.

“Hay coches Toyota de hace 30 años que funcionan perfectamente. ¿Por qué? Porque no tienen electrónica, no tienen plástico… En aquel momento se hacían con otros materiales, y hay vehículos mucho más robustos de hace décadas que alguno salido hace cinco de fábrica”.

La investigadora Itziar Santana, del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de La Laguna (ULL), utiliza el mismo símil. “¿Qué es más eficiente, el Volkswagen Golf del año 1990 o el Land Rover de 2025? Seguramente funciona mejor el motor del primero”, indica.

Foto tomada este martes de la central eléctrica de Los Guinchos, en La Palma, en la que se ha producido el problema que originó el apagón. EFE/Luis G. Morera

Santana recuerda que las centrales térmicas cuentan con planes de mantenimiento correctivo para determinar cuáles son los elementos que más fallan. Son periódicos y ocurren decenas de veces al año. Pero puede ser que, “al tratarse de una isla menor”, esos tratamientos “no lleguen en tiempo y forma y se pospongan”. “Es la complejidad que tiene no solo ser un sistema aislado, sino ser una isla menor”, concluye la investigadora.

“Yo puedo tener un coche del año 2021, pero no le he hecho el cambio de aceite ni de filtros nunca. Y después tengo un motor de 1990 al que se lo he hecho todo perfecto. A lo mejor este falla menos que el primero”, continúa Santana. “Si un equipo tiene cincuenta años, pero casi todas las piezas por sustitución y reparación son nuevas, realmente no tiene cincuenta años”, subraya.

Las incidencias en el Archipiélago, al menos en la red de transporte de energía eléctrica, no han aumentado. En 2023, el último año con datos, hubo 40, casi las mismas que en 2022, con 38, y menos que en 2015, por ejemplo, con 54, según el anuario energético. Pero el sistema de La Palma cuenta con un solo circuito de 66 kilovoltios que une ambos lados de la isla. Y la desconexión total de este implica sí o sí corte de suministro, alertó Red Eléctrica en un informe reciente.

Esa línea de tensión tiene una longitud aproximada de 15,75 kilómetros y consta de sesenta torres. Tiene treinta años de antigüedad y “no se puede dejar fuera de servicio para realizar su mantenimiento sin afectar al suministro”, reconoce el operador del sistema, que redactó un proyecto en mayo de 2016 para mejorar sus accesos.

Una farmacia afectada por el cero energético este martes en La Palma

Es precisamente eso, la dificultad de realizar mantenimientos en las centrales sin que se vea afectado el suministro, una preocupación expresada por Red Eléctrica en múltiples documentos. Lo ha resaltado en las islas de Gran Canaria y Tenerife, donde dice que “es inviable o muy complejo” llevarlos a cabo sin que se produzcan problemas de cobertura.

Y es en esas dos islas capitalinas, además de Fuerteventura, donde el Gobierno de Canarias ha proyectado ocho centrales que suman 120 megavatios. Para La Palma, de momento, no hay nada en marcha. Aunque Red Eléctrica cree que son necesarios 52 MW de aquí a 2028 para sustituir los grupos más viejos.

El Cabildo insular ha enviado una carta al Ministerio de Transición Ecológica exigiendo “soluciones urgentes ante la inestabilidad del suministro eléctrico”.

“Es normal”, razona Mahtani, “tú no vas al médico a verificar si te duele o no la barriga. Vas en el momento en que te duele. Lo cual no quita que, por defecto, tengas que realizarte las revisiones periódicas que procedan para detectar cualquier problema con suficiente antelación y tomar las medidas necesarias para paliarlo. Lo mismo ocurre con el sistema eléctrico”.

La idea de levantar en La Palma pequeñas centrales térmicas que sumen 52 megavatios (pretensión que extiende Red Eléctrica a toda Canarias), no es vista con malos ojos por los expertos consultados, a pesar del uso de combustibles fósiles en plena lucha contra la crisis climática.

“No son una mala opción. Nos ayudarían contra estos apagones nocivos y podrían hacerse con una pequeña modificación para que funcionen con hidrógeno en el futuro”, reflexiona Santana. “Aunque hay cosas más importantes que hacer antes, creo, como montar plantas de almacenamiento de renovables”.

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