Enjambre en el Teide
¿Qué ocurre en el Teide?: un nuevo enjambre sísmico recuerda que Canarias son islas volcánicas activas

Las Cañadas del Teide, epicentro del enjambre sísmico de este martes, 12 de julio

Karen Estévez

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Más de 630 terremotos de muy baja magnitud registrados de forma rítmica este martes, al suroeste de Pico Viejo, en las Cañadas del Teide (Tenerife), han llevado a los canarios a preguntarse qué está ocurriendo en el Parque Nacional y si ese “repique de tambor” anuncia un cambio en el volcán dormido.

Carmen López, directora del Observatorio Geofísico Central del Instituto Geográfico Nacional (IGN), explica a Canarias Ahora que este nuevo enjambre sísmico “es una señal recurrente que viene a recordar que vivimos en una isla volcánicamente activa”. Estos microseísmos, que no han sido sentidos por la población, entran dentro de lo “normal”. “No hay ningún parámetro que preocupe, que no sea lo habitual”, zanja la experta.

No es la primera vez que se detecta un enjambre así. De hecho, se reportó un episodio muy similar el pasado 17 de junio, también el 14 de junio de 2019 o el 2 de octubre de 2016, como fechas más recientes. La primera vez que se localizaron terremotos similares en Las Cañadas fue en 1980, cuando se realizó la primera campaña de estudio de microsisimicidad, lo que demuestra que este tipo de actividad es “recurrente” y característica de esta zona.

Según explica el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan), es probable que el origen del enjambre sea hídrico, es decir, correspondería a movimientos de fluidos como vapor, gas o agua en el interior del sistema hidrotermal del volcán. “Este enjambre no implica una mayor probabilidad de una erupción”, enfatizan desde el instituto. Así, continua el IGN, la actividad analizada indica un reajuste de presiones en la parte inferior de la corteza, debido a la naturaleza volcánica del edificio insular y a los procesos magmáticos en profundidad. “Este tipo de actividad es esperable en islas volcánicas activas, y puede quedar a esa profundidad o puede dar lugar a una actividad sísmica más somera en el futuro, sin que esto apunte a un proceso eruptivo”, concluyeron en un comunicado.

El enjambre sísmico, que se ha presentado en intervalos casi regulares de tiempo en forma de “repique de tambor (drumbeat)”, ha sido detectado gracias a la tecnología de alta sensibilidad que emplea para esta causa el IGN, con su Red Sísmica de Canarias. Estos aparatos permiten elaborar informes muy precisos en los que se localiza con exactitud el lugar y el momento en el que se han producido los terremotos.

Sismicidad en el Valle de Güímar

La Red Sísmica de Canarias del Instituto Geográfico Nacional (IGN) también ha detectado en las últimas 36 horas algunos terremotos en la cumbre del Valle de Güímar. El de mayor magnitud, 2.0, tuvo lugar este lunes, 11 de julio, en el municipio de Arafo, a 13 kilómetros de profundidad.

Carmen López comenta que en esta zona es característica la sismicidad de fondo y se corresponde, en gran medida, a la sismicidad del volcán de Enmedio, ubicado en el fondo del Atlántico, entre Tenerife y Gran Canaria. En palabras de la experta, “a veces los terremotos se detectan en tierra, en el Valle; otras en el mar, entre las islas”.

Sobre este episodio, dentro de la “normalidad”, tampoco hay que preocuparse.

Los terremotos que sí alertaron a la población

Canarias sigue de cerca la evolución de los enjambres sísmicos porque son uno de los síntomas de una posible erupción volcánica. Ocurrió en La Palma antes de que explotara el último y devastador volcán en Cumbre Vieja. La isla experimentó durante semanas movimientos sísmicos fuertes, sentidos por la población de toda la isla, y a poca profundidad. Esta es precisamente la diferencia con los enjambres en el Teide: la intensidad no se corresponde con una previsible erupción volcánica, tal y como explicó Itahiza Domínguez, sismólogo del IGN, a este periódico durante el enjambre de junio. “Todos juntos no llegan a intensidad 2”, detalló, enfriando la posibilidad de que el proceso vivido en La Palma se diese ahora en Tenerife. También se anunció así la erupción del Tagoro, el volcán submarino de El Hierro, en 2011.

Aunque la mayoría de los movimientos sísmicos que se detectan en Canarias pasan desapercibidos para la población, a lo largo de la historia se han registrado algunos que por su intensidad han puesto en alerta a la ciudadanía. Por suerte, todos han quedado en un susto.

El terremoto más reciente de gran magnitud sin estar asociado a una erupción volcánica fue el detectado en la madrugada del 18 de enero de 2019. Con una intensidad 4.2, la sacudida hizo madrugar a los residentes de Tenerife, sobre las 06:36 horas. El movimiento fue sentido especialmente en los municipios del norte, este y sur de la isla y duró al menos cuatro segundos. El epicentro se localizó en el océano Atlántico, entre las islas capitalinas, en el llamado “volcán de Enmedio” . Cabe recordar otro terremoto de características similares, de 4.1, en Tenerife a principios de febrero de 2010.

Asimismo, el seísmo más fuerte de Canarias en épocas recientes se sintió a principios de mayo de 1989, especialmente en Tenerife, con una magnitud de 5.2 y un epicentro localizado a 15 kilómetros del litoral de Güímar. El temblor se apuntó a las 02.30 de la madrugada y sorprendió a la población durmiendo. Por suerte, solo fue un susto: este temblor no produjo daños.

Por otro lado, en Gran Canaria, un terremoto de magnitud 3 a finales de octubre de 2003, producido en tierra y a solo cinco kilómetros de profundidad, hizo estremecer a la isla, sobre todo a los municipios del centro y del norte.

Nadie puede vaticinar el momento en el que se produzca el próximo enjambre sísmico o el siguiente terremoto que ponga en alerta a la población. No obstante, nadie descarta que estos episodios no vuelvan a repetirse en unas islas volcánicamente activas.

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