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El lobo invisible: el 'ojímetro' y la falta de un censo actualizado alimentan la incertidumbre sobre su población real

Lobo ibérico. Lobos

Javier Fernández Rubio

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La 'guerra del lobo' se ha reabierto en Cantabria con el reciente anuncio por el Ministerio de Transición Ecológica de que se le declarará especie no cinegética. Y se ha reabierto de manera enconada y con una basa para justificar sus argumentos que es movediza, dado que el único censo comúnmente aceptado data de 2014 y actualmente es difícil, si no imposible, saber con precisión cuántos ejemplares del 'canis lupus' campan actualmente por territorio cántabro.

La confusión en torno a las cifras es utilizada por conservacionistas del lobo, que reclaman insistentemente datos científicos, y partidarios de su control mediante la caza sistemática y anual, para fundamentar ambos sus argumentos con estimaciones de población. Así, Gobierno de Cantabria, ayuntamientos y ganaderos defienden que ha habido un incremento de la población, que de manera indirecta pone en entredicho los planes de gestión aplicados; mientras que los conservacionistas minoran las estimaciones, reprochan a la Consejería de Ganadería su opacidad en cuanto a los datos y sacan a relucir que buena parte de los daños en la cabaña ganadera son atribuidos al lobo cuando tienen otras causas, como la proliferación de perros asilvestrados.

En materia de lobos hay una confusión desde 2014, año del que datan las últimas cifras fiables de un censo. Actualmente, el Gobierno maneja estimaciones de grupos o familias, algunos de ellos itinerantes por provincias limítrofes, a los que se aplica un coeficiente de integrantes para hacer una estimación de la población. Según estos datos, en la actualidad por Cantabria campan 19 manadas, seis de ellas compartidas por otros territorios, lo que arrojaría una población aproximada de 170 ejemplares, como confirmó este jueves el presidente, Miguel Ángel Revilla (PRC), en una comparecencia pública junto al ministro de Agricultura, Luis Planas (PSOE).

Según el Ejecutivo autonómico, la población habría aumentado desde las cinco familias de finales de los 90 hasta las 19 actuales, ampliándose su ámbito de implantación sobre el territorio de Cantabria.

Los conservacionistas son más cautos en las cifras y hablan de una docena de manadas, cuatro de ellas compartidas con otras autonomías. El dato es de 2014, pero en 2018 Ecologistas en Acción constataba la desaparición de dos o tres grupos. El coeficiente que aplica a cada grupo Ecologistas en Acción es de entre cuatro y seis ejemplares, por lo que población no superaría los 70 animales, así al menos consta en las alegaciones que presentó al Plan de Gestión, el programa de control de población basado en batidas de caza que se encuentra judicializado.

Daños

Los daños que causa el lobo en la cabaña ganadera son también objeto de litigio desde la inestabilidad en las cifras. En una comparecencia parlamentaria en 2020, el consejero del ramo, Guillermo Blanco (PRC), informó de que su departamento había incoado 1.271 expedientes por daños entre abril de 2019 y septiembre de 2020, lo que había supuesto 611.462 euros en indemnizaciones (que se abonan a través de seguros contratados).

Sin embargo, recientes informaciones hablan de más de 4.000 cabezas de ganado muertas entre abril de 2019 y diciembre de 2020, de las cuales cerca de 1.500 se habrían producido el pasado año, lo que significaría un tercio del total y una reducción de los daños en la cabaña con respecto a los nueve meses últimos de 2019. La confusión viene acentuada además por la imposibilidad de establecer estudios comparativos previos a 2019 porque solo se contabilizaban hasta entonces los daños en la Reserva del Saja.

Una cosa es avistar lobos o recopilar denuncias por daños y otra muy distinta saber con certeza cuántos lobos están vivos y en dónde están, pues su movilidad es alta, especialmente para cazar

Ecologistas en Acción

Mientras tanto, Cantabria, Galicia, Castilla y León y Asturias han constituido un grupo de trabajo para organizarse en el ámbito político. Entre las tareas autoasignadas se encuentra la de establecer censos “fidedignos”, ya que la estadística va a ser uno de los campos de batalla entre detractores y defensores del cambio del estatus del lobo, lo que a su vez revela que estos trabajos se habían abandonado en los últimos años y que los cálculos están hechos más a 'ojímetro' de la guardería que con bases estadísticas sólidas.

“Sin duda, con la información que aportan los guardas, la Consejería puede hacerse una idea de los lobos que son avistados, pero eso no permite realizar afirmaciones taxativas, como que han aumentado más de doble en estos años o cosas por el estilo. Una cosa es avistar lobos o recopilar denuncias por daños y otra muy distinta saber con certeza cuántos lobos están vivos y en dónde están, pues su movilidad es alta, especialmente para cazar”, afirma un portavoz de Ecologistas en acción.

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