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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Milongas

Carrera de la Mujer de Santa Cruz de Bezana.

Pilar Salamanca

No quiero polemizar, pero al hilo de la XII Carrera de la Mujer que el Ayuntamiento de Santa Cruz de Bezana organizó el sábado día 14 con el fin de recaudar fondos para luchar contra el cáncer de mama, se me ocurren algunas ideas que quisiera plantear, por supuesto, sin acritud.

La primera de ellas, y por mor de la exactitud, tendría relación con el membrete: ¿Carrera de la Mujer la llaman? ¿Es posible entonces que no puedan correr hombres cuando –francamente– es lo que mejor hacen algunos?

Lo de cáncer de mama es otra cosa:

¿No es cierto –y corríjanme si me equivoco– que desde hace mucho tiempo existe  una cuestación nacional, un día dedicado a reunir fondos y apoyar así la investigación contra del cáncer? ¿O es que acaso el cáncer de mama resulta más peligroso que el de ovarios o el de próstata? Porque vamos a ver, no entiendo yo cual sea la diferencia en la penosa gravedad de estos malditos cánceres a no ser… la que tiene que ver con la imagen, ese must de nuestros días, que añade a la enfermedad una preocupación aún mayor por culpa de la mera apariencia. O lo que es lo mismo, una preocupación provocada muy en primer lugar por la desmedida atención que la sociedad presta a las tetas cuando, en realidad, las mujeres somos hermosos seres humanos con ellas o sin ellas y, en realidad, son muy pocas las cosas que una se ve obligada a dejar de hacer cuando se las quitan como no sea, precisamente, amamantar.

 Y es ahí donde yo quería llegar: Amamantar solo amamantan las madres o también, antaño maricastaño, las amas de cría cuando las primeras no tenían leche o no querían darla. Ese tiempo pasó, sin embargo nosotras, quiero decir algunas de nosotras, hemos seguido dando vueltas a una categoría tan totalitaria como es la maternidad sin haber conseguido todavía descolonizarla. Pero en esas estamos. Intentando desmontar la construcción según la cual no tener hijxs nos convierte en no-mujeres o, como mucho, en mujeres venidas a menos, y ahora también nos toca dinamitar el concepto según el cual dejamos de ser mujeres precisamente al tenerlos.

Sí, lo he dicho bien: cuando parimos dejamos de ser mujeres para convertirnos en esa cosa abstracta despolitizada, desexualizada y desocializada que es ser madre. Esa criadora natural extrema, dadora de pecho a demanda durante toda la eternidad, reivindicadora de un parto, no ya desmedicalizado, sino todo lo doloroso que sea posible (las madres, ya se sabe, no sentimos dolor al parir, sino placer), totalmente feliz en su rol de lavadora de pañales ecológicos y compartidora de lecho, todas ellas cuestiones maravillosas que, aunque en la práctica sean un coñazo, son indispensables para solucionar el futuro del planeta y el de toda la humanidad. 

De ahí mis preguntas. ¿No será que esa preocupación tan especifica por el cáncer de teta, perdón, quiero decir mama, va con segundas intenciones? Soy perfectamente consciente de que la práctica cotidiana nos obliga a escoger entre ser mujeres o ser madres. Yo, sin ir más lejos, he tenido dos hijos pero ¿qué quieren que les diga? Ni les he dado de mamar (y ahora son como armarios) ni me he sentido nunca incluida –excepto para con ellos–  en esa patafísica categoría de madre, una categoría a mi modo de ver, antropófaga y que lo devora todo, todo lo que de verdad como mujer eres, lo que sueñas, lo que deseas, lo que necesitas. Mamas incluidas.   

Y esta es la cuestión: en lugar de luchar todas y todos unidos para que el Estado conceda al cuidado de la vida la importancia que tiene y lo haga compatible con una vida laboral, social y política, nos dedicamos a mirar a las mujeres/madres (y a sus tetas) con lupa. Convertimos decisiones –y circunstancias– personales en bastiones de lucha y nos olvidamos que los problemas no se resuelven así. Luchemos por supuesto contra el cáncer y a favor de la salud sin olvidar que la verdadera respuesta está en la educación (que no nos maten). En la prevención. En la investigación. Que se aumenten los presupuestos dedicados a estas partidas. Que no se toquen cada vez que se constipe el IBEX. Que no nos maten.

Lo demás son milongas.  

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