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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

El tamaño (de las empresas) sí importa

Imagen de archivo.

Marcos Fernández Gutiérrez

En mi artículo del mes pasado hice referencia a algunos resultados del estudio sobre la internacionalización de la economía de Cantabria que, por iniciativa de la Cámara de Comercio y en el marco de un proyecto europeo, hemos elaborado un grupo de profesores de la Universidad de Cantabria. Este estudio analiza una serie de claves de la situación y las perspectivas económicas de nuestra comunidad. De ellas, en este artículo me centraré en describir dos cuestiones: en primer lugar, la capacidad de las empresas de Cantabria para vender en el exterior; y, en segundo lugar, la relación entre dicha capacidad y el tamaño de nuestras empresas.

El gráfico 1 muestra la evolución, desde 2001, de las ventas al exterior (las exportaciones) en Cantabria y en las CCAA más cercanas, como porcentaje del PIB respectivo. Del gráfico pueden extraersedos conclusiones. En primer lugar, se diferencian dos CCAA con una elevada capacidad para vender sus productos al exterior (Navarra, cuyas exportaciones suponen casi el 45% de su PIB, y el País Vasco, donde superan el 30%) y otras tres con resultados sustancialmente más modestos (Cantabria y Castilla y León, que rondan el 19%, y Asturias, que se queda en el 16%). En segundo lugar, en cuanto a la evolución del indicador, nuestra comunidad muestra, en lo que llevamos de siglo, el menor incremento de las exportaciones en relación al PIB: apenas 1,2 puntos (del 17,5% en 2001 al 18,7% en 2016), frente a 7,4 en Navarra, 5,4 en el País Vasco, 4,5 en Castilla y León y 5,9 en Asturias.

En lo que llevamos de siglo, según datos del Banco Mundial, la actividad económica en España ha crecido un 22%; a nivel mundial, lo ha hecho casi un 52% (más del doble), mientras que las exportaciones mundiales han aumentado casi un 87%.Más del 40% de la nueva actividad económica generada en el mundo, en estos años, está ligada al comercio. Para adaptarnos a un escenario cada vez más globalizado, es fundamental (aunque no es lo único) tener la capacidad para vender nuestros productos en el exterior. Los datos de Cantabria, sin embargo, reflejan que no se está aprovechando lo suficiente el potencial que el sector exterior ofrece. Si las exportaciones de nuestra comunidad hubieran crecido, desde 2001, al mismo ritmo que en Navarra, nos habrían aportado unos 800 millones de euros más de lo que han hecho; de haber crecido al mismo ritmo que la media española, habrían supuesto unos 400 millones más. Esto último es, por hacernos una idea, el equivalente a la actividad económica anual en municipios del tamaño de Piélagos o El Astillero, o la suma de Reinosa y Cabezón de la Sal. Nada desdeñable, en definitiva.

La capacidad de exportar de una economía está muy relacionada con su estructura productiva y, también, con el tamaño de sus empresas. Con carácter general, cuanto menor sea el tamaño de una empresa, mayores dificultades tendrá para desarrollar las capacidades y contar con los recursos necesarios para exportar. De hecho, según datos de la OCDE, las empresas grandes concentran más del 60% de las exportaciones españolas, y las empresas medianas un 20% adicional, mientras que las más pequeñas contribuyen a apenas el 10%.

Ese tipo de empresas, grandes y medianas, constituyen la principal carencia del tejido productivo de España y, en particular, del de Cantabria. El gráfico 2 muestra el número de empresas existentes en Cantabria y en las CCAA más cercanas, en relación a su número de habitantes, para cinco tipologías de empresas, según su tamaño (de acuerdo con la clasificación oficial que hace la Unión Europea): las denominadas grandes empresas, que serían aquellas de más de 249 trabajadores; las medianas empresas, aquellas con entre 50 y 249 trabajadores; las pequeñas empresas, entre 10 y 49 trabajadores; las microempresas, entre 1 y 9 trabajadores; y las empresas sin empleados. Todos estos datos se representan en relación a la media española (que, para mayor simplicidad, se hace equivaler siempre a 100).

Como se observa, para las dos categorías de menor tamaño (las empresas sin empleados y las microempresas), el número de empresas con el que cuenta Cantabria es, en relación a su población, similar al de las CCAA cercanas y al promedio estatal. Las diferencias comienzan a aparecer en las denominadas pequeñas empresas (las que tienen entre 10 y 49 trabajadores) cuyo número en relación a la población es, en nuestra comunidad, solo ligeramente superior al de Asturias y Castilla y León, casi un 15% inferior a la media española y un 30-40% inferior al del País Vasco y Navarra. Para las medianas empresas (de 50 a 249 trabajadores), Cantabria está alrededor de un 20% por debajo del promedio estatal, y un 60% por debajo del País Vasco y Navarra. En el caso de las grandes empresas, el dato de Cantabria es un 25% más bajo que la media española y también claramente inferior a los de Navarra y el País Vasco, si bien superior a los de Asturias y Castilla y León. Esta distribución de las empresas por tamaño explica que, según datos del ICEX, el último año solo una de cada 32 empresas cántabras exportó (a nivel estatal, una de cada 22); de ellas, además, apenas el 28% (poco más de 300 empresas) lo hizo por un valor superior a los 50.000€.

En España, en los últimos años, se ha insistido continuamente en la importancia del apoyo al “emprendimiento”. Ello, de manera equivocada, se ha trasladado al objetivo de tratar de crear el mayor número posible de las denominadas microempresas, llegándose a argumentar que ello permitiría solucionar nuestro gravísimo problema de desempleo. Sin embargo, la creación de más microempresas, aunque haya podido ser interesante para algunas personas, no es, ni mucho menos, la solución general a los problemas de nuestro país. El tejido productivo español no necesita más microempresas: su peso en el empleo en España es, ya, casi el doble del existente en Francia y más del doble del de Alemania; los esfuerzos en relación a estas microempresas habrían de centrarse no en crear más, sino en solventar determinadas dificultades que padecen las que ya existen. En cambio, lo que sí necesitamos es más empresas grandes (que, en nuestro país, solo suponen el 27,2% del empleo, frente al 38,6% en Francia y el 37,1% en Alemania) y medianas (el 13,3% en España, por el 15,6% en Francia y el 20,1% en Alemania). Las empresas más grandes tienen, en general, una mayor productividad y generan un tejido productivo sólido, algo que las microempresas, por si solas, no son capaces de hacer. Ilustrativamente, en España, el salario medio de los trabajadores de empresas grandes fue, en 2016, de 2.641€ mensuales, y el de los de empresas medianas, 2.253€; mientras, el de las microempresas fue de 1.363€. Un modelo productivo más avanzado, con más empleo de calidad y, también, con mayores niveles de internacionalización, necesitará, sin duda, más empresas de las denominadas “grandes” y “medianas”.

En Cantabria, dada la pequeña escala de nuestra comunidad, la clasificación de las empresas por su tamaño que utiliza la Unión Europea puede resultar llamativa, e incluso dar lugar a confusiones. Lo que la UE llama “pequeñas” empresas (de 10 a 49 trabajadores) son, para nosotros, empresas de un tamaño importante, cuyo número en nuestra comunidad ronda las 1.300. Lo que denomina “medianas” empresas (de 50 a 249 trabajadores) son, para Cantabria, empresas bastante grandes (de hecho, solo tenemos 191 de estas características). Y lo que llama empresas “grandes” (más de 249 trabajadores) son, para nosotros, más grandes aún (solo tenemos 37 de estas). La atracción de empresas de las denominadas “grandes”, aunque obviamente es muy deseable, no es sencilla, máxime en un contexto en el que la creación de este tipo de empresas no abunda, y el tamaño relativamente pequeño de nuestra comunidad. Por ello, gran parte de nuestras oportunidades, tanto presentes como futuras, se basarán en las denominadas “pequeñas” y “medianas” empresas (que, para Cantabria, como he señalado, no serían ni tan “pequeñas” ni tan “medianas”). A este tipo de empresas habrá, por tanto, que prestar especial atención. A tratar de atraer más y, también, a impulsar el desarrollo de las ya existentes, en particular en aquellas cuestiones que, como la internacionalización, tengan un mayor potencial para el futuro de nuestra comunidad.

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