Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Trabajos fijos, vidas estables
Mi padre trabajó de forma fija y estable durante más de 45 años. Y que yo sepa se ganó cada día el pan, poniéndome bíblico, con el sudor de su frente. No le veía salir por la mañana (porque él madrugaba demasiado) y casi nunca le veía volver a casa cuando, entrada la noche, entraba por la puerta deslomado de tanto trabajar. Tuvo el mismo empleo durante varias décadas y eso permitió a mis padres, entre otras cosas, tener un proyecto de vida. Y supongo que, como consecuencia, a mí me permitió nacer, allá por el año setenta y seis del pasado siglo, y estudiar, después, gracias al dinero que mi padre obtenía arreglando coches en aquel trabajo fijo y estable mientras mi madre trabajaba los siete días de la semana en nuestra casa. Es lo que tiene la estabilidad, que se la das a la gente y la gente se pone a comprar pisos, a tener hijos, a vivir con dignidad y todo eso.
Afirmar que el trabajo fijo y seguro es un concepto del siglo XIX y que en el futuro habrá que ganarse cada día el trabajo, tal y como ha afirmado el presidente de la CEOE, es como decir que basta tener un contrato estable para volvernos unos holgazanes. Yo a mi padre lo vi trabajar como un animal con su trabajo fijo. Insinuar que alguien que trabaja de forma fija y estable no se gana su trabajo es como decir que solo podemos esforzarnos si sentimos la amenaza permanente de un despido, es querer tener a la gente bien agarrada del cuello por la incertidumbre. Nos han querido vender el cambio permanente, la inseguridad y la incertidumbre como algo divertido, nos han vendido la precariedad como una aventura excitante, como una experiencia.
No estoy en contra de la movilidad laboral y del cambio permanente, que creo que en ocasiones (o en ciertas etapas vitales) pueden ser muy enriquecedores y beneficiosos. Pero sí estoy en contra de su imposición. La estabilidad es clave para poder armar proyectos de vida de largo recorrido, tener una seguridad, una vivienda, una familia, esa cosa tan del XIX. No digo con esto que todo el mundo tenga que querer tener estabilidad, una vivienda en propiedad o una familia, digo que el mercado laboral debiera permitir que haya condiciones para que las personas puedan desarrollar sus proyectos vitales de largo aliento con cierta seguridad.
Creo que el señor Rosell cuando habla del fin de los trabajos fijos y estables no imagina un escenario de movilidad y seguridad (con un mercado laboral rico en el que un trabajador pueda pasar con facilidad de un empleo de calidad a otro) sino un escenario de precariedad en el que el trabajador no pueda no aceptar lo que se le ofrece, sea lo que sea aquello que se le ofrece. Habla del trabajo a través del miedo.
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