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Entrevista

Ariel Rot, músico: “El rock fue en su momento una revolución y las revoluciones no duran eternamente”

Ariel Rot en concierto.

Rubén Alonso

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Ariel Eduardo Rotenberg Gutkin (Buenos Aires, 1960), conocido popularmente como Ariel Rot, mantiene intactas las ganas de subirse a los escenarios y hacer sonar su guitarra pese a contar con una dilatada trayectoria en la música que le ha llevado a lo más alto. Desde Tequila y Los Rodríguez, hasta innumerables trabajos en solitario, pasando por decenas de colaboraciones con artistas de renombre, el guitarrista, cantante y compositor argentino está de gira junto a Kiko Veneno con un espectáculo basado en el programa de televisión 'Un país para escucharlo', del que hacen partícipes a invitados especiales y a bandas emergentes de cada territorio que pisan. “Hemos logrado crear una especie de ceremonia, de mística, durante esas dos horas de concierto”, asegura durante la entrevista, tras hacer un repaso por la situación que vive el rock como género musical y por el “momento crucial” que atraviesa el planeta por la guerra en Ucrania. Este sábado llevará su música hasta el faro cántabro de Cabo Ajo, un enclave único dentro del ciclo Luz de Música, mientras que el próximo viernes 23 de septiembre será uno de los protagonistas del Festival 10 Aniversario de elDiario.es. Cualquier atisbo de belleza, de arte o de cultura se agradece en estos momentos. “Cualquier cosa de este tipo hecha con honestidad es un refugio para estos tiempos tan aterradores”, defiende.

Tras más de 40 años de carrera, ¿sigue encendida la llama de la ilusión por subirse a un escenario?

Hay que intentar azuzar esa llama a base de proyectos nuevos e interesantes y tocando con gente nueva. El proyecto en el que estoy ahora me tiene nuevamente entusiasmado, expectante y ansioso por volver cada día a tocar. 

Su trayectoria combina grupos, trabajos en solitario y gran cantidad de colaboraciones. ¿Los cambios y los nuevos proyectos que menciona obedecen a una búsqueda constante de nuevos retos?

No lo diría de una manera tan consciente, pero sí, soy un músico inquieto y adoro tocar, adoro el escenario y adoro viajar. Así que en cuanto se empieza a acabar una cosa ya estoy pensando en otra. Eso surge de una manera natural en mí. 

Cambiar siempre conlleva un riesgo, el de equivocarse o no alcanzar la expectativa generada. ¿Ha tenido miedo de ello?

Si te equivocas, la biografía va a ser siempre más interesante [ríe]. En caso de que hagas un documental siempre va a ser más divertido. [ríe].

¿Lo de que la veteranía es un grado también se cumple en la carrera musical de un artista?

No necesariamente, no es una regla general. Hay veteranos con aciertos y desaciertos, y hay veteranos a los que las experiencias les han servido y hay otros a los que el paso de los años les ha deteriorado. En este momento yo me encuentro en un punto de energía y de dinamismo que agradezco. 

Siguiendo con los cambios, si echa la vista atrás, ¿cómo ha cambiado el rock desde los 70 y 80 a la actualidad?

En los últimos años el rock ha sido drásticamente desbancado por la nueva música urbana que escuchan los jóvenes. El rock prácticamente ha desaparecido de los medios, pero tiene que estar bastante satisfecho con lo que consiguió. Tuvo un reinado muy longevo para haber empezado simplemente como un género musical y luego convertirse en el lenguaje y el pensamiento de toda una generación. El rock fue en su momento una revolución y las revoluciones no duran eternamente. El rock ha ido evolucionando y se ha ido fusionando. Parecía que había desaparecido y ha vuelto a resucitar. No sé qué pasará en el futuro, si simplemente se quedará como un reducto para nostálgicos y para jóvenes que tengan cierto interés por la música más importante del siglo XX.

¿Y no le parece que sería una pena que quedase como un reducto para nostálgicos?

Pregúntale a Miles Davis o a muchos músicos de jazz cuando se vieron totalmente desbancados por el rock and roll, tampoco les haría mucha gracia. Pero esto tiene cierta lógica, las nuevas generaciones van buscando nuevos lenguajes que los distancien de generaciones anteriores, y es totalmente comprensible. Nuestro deber es seguir tratando de hacer buena música, dar buenos conciertos y, si tenemos suerte de inspirarnos, componer todavía alguna buena canción. Con eso creo que hemos cumplido. 

En una reciente entrevista aseguró que el objetivo del espectáculo 'Un país para escucharlo' con el que está de gira junto a Kiko Veneno es “recuperar la vieja ceremonia del rock y de la música popular”. ¿Qué echa en falta? ¿Qué se ha perdido?

Tal vez se ha automatizado un poco, hay demasiada producción, se ha profesionalizado muchísimo. Nosotros intentamos mantener el espíritu más fresco, más espontáneo, más de improvisación, de sorpresa… Se asemeja un poco a la Rolling Thunder Revue. En cada concierto pasan cosas nuevas, conocemos músicos y amigos nuevos, compartimos canciones y hacemos un repertorio común. Todo ello hace que este espectáculo sea muy especial y espero que tenga la trascendencia que se merece. 

El hecho de que cada show sea distinto porque cuentan con artistas locales emergentes, ¿les sirve a estas bandas como un 'empujón' para terminar de calar en el público de su tierra?

La gente de los lugares a los que vamos agradece mucho ver en el escenario a sus grupos y artistas que no salen en radio y televisión. Lo que se crea es mucha magia porque los artistas vienen con muchas ganas y mucho talento. Hemos logrado crear una especie de ceremonia, de mística, durante esas dos horas de concierto. 

¿Nos hacen falta estos episodios de música en directo con canciones míticas y cargadas de historia y recuerdos para evadirnos de un contexto socioeconómico tan complejo como en el que estamos?

Cualquier atisbo de belleza, de arte o de cultura se agradece en estos momentos. Cualquier cosa de este tipo hecha con honestidad es un refugio para estos tiempos tan aterradores. 

Usted conoce bien lo que es huir de su tierra y el exilio. ¿Qué pensó cuando se desató el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania?

Incredulidad porque no puede volver a ocurrir algo así, aunque en realidad nunca paró. Desde hace no sé cuántos cientos y cientos de años que no hay un solo día de paz en la Tierra. Tampoco hay que sorprenderse tanto. Estamos en un momento muy crucial, con un cambio muy profundo de paradigma y no da la impresión de que vayamos… bueno, que vayan a elegir –porque nosotros poco elegimos ya– el mejor de los caminos para cambiar, para que nos acerque a todos y nos permita vivir en cierta armonía a todo el planeta. 

Volviendo a la música, ¿qué se le pasa por la cabeza cuando ve a jóvenes nacidos en los 90 o los 2000 cantando y bailando canciones de Tequila o Los Rodríguez?

No sabría contestarte a esa pregunta. Evidentemente, satisfacción por el milagro que supone que una canción que compusiste con muy pocos años encerrado en tu cuarto tenga una trascendencia que era lo último que te imaginabas mientras la componías. Sobre todo, trato de no olvidarme de lo afortunado que soy y de lo agradecido que tengo que estar. 

¿Ahora es más fácil o más difícil hacer canciones que se conviertan en himnos intergeneracionales?

Siempre fue difícil eso [ríe]. Son cosas que ocurren a través de gente que tiene o tuvo ese don. Es como cazar una mariposa maravillosa y al mismo tiempo dejarla volar. 

¿Alguna vez se imagina colgando la guitarra o sabe que llegará el día pero prefiere no pensarlo?

Llegará un día en el que tendré que tocar sentado [ríe], pero seguiré tocando igualmente. 

Kiko Veneno y usted van a participar en el décimo aniversario de elDiario.es dentro de pocos días, en la plaza del Ayuntamiento de València. ¿Cómo se plantean este reto?

Somos músicos, nos gusta tocar y llevar nuestra música a todas partes y a todos los públicos posibles. Con Kiko tenemos un espectáculo que en cierto modo es un homenaje a nuestra música popular y la Plaza del Ayuntamiento de València es un espacio perfecto para esta celebración. Por eso nos pareció ideal aceptar esta gran invitación.

Su concierto se enmarca dentro de una programación que saca la información, el debate y la cultura a la calle, para conversar con la gente. ¿Cree que hay que empujar un poco a la cultura para que salga de sus espacios de confort habituales como las salas de concierto, los medios especializados, y hacer que forme más parte de la vida cotidiana?

En los días de encierro comprobamos el lugar imprescindible que tiene la cultura en nuestras vidas, fue un alimento de primera necesidad. Es importante que no se nos olvide y apoyemos la cultura en las calles, en las plazas y en las pequeñas salas de conciertos que es donde se gesta y se nutre una buena escena musical.

¿Cuál cree que tiene que ser el papel de los artistas, en concreto de los músicos, dentro de la actualidad informativa? ¿Piensa que es mejor opinar solo de cultura o que son también unas voces interesantes para aportar otros puntos de vista dentro de los debates que nos definen como sociedad?

Soy partidario que cada uno exprese lo que quiera y crea necesario con total libertad. Yo soy un defensor del poder de la música y las canciones, ese es mi compromiso, a lo que dedique mi vida y lo mejor que puedo ofrecer. Mis ideas más valiosas son musicales.

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